Hoy estamos en vísperas de lo que podría ser un cambio político. Es evidente que no podemos regresar al modelo rentista petrolero que prevaleció en la segunda mitad del siglo pasado.
Desde hace cien años los venezolanos vivimos del petróleo. El viernes negro, en febrero de 1983, nos puso de manifiesto que el modelo rentista-petrolero estaba haciendo aguas. Teníamos que prepararnos para la Venezuela post-petrolera. No lo hicimos.
La segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez, intentó llevar adelante un programa de cambios que imponía la realidad. No se hizo el esfuerzo de preparar al país para asimilar los cambios. Demasiados intereses se sintieron afectados. El proyecto de cambio naufragó. Después vino la revolución y con ella, la catástrofe.
Todavía tuvimos una nueva ola de bonanza petrolera al comenzar el siglo. Esa bonanza fue despilfarrada de la manera más irresponsable.
Hoy estamos en vísperas de lo que podría ser un cambio político. Es evidente que no podemos regresar al modelo rentista petrolero que prevaleció en la segunda mitad del siglo pasado. Sin embargo, también es evidente que el petróleo jugará un papel fundamental en la recuperación económica de Venezuela.
Para eso hay tres cosas importantes:
1.- Cuantiosas inversiones. El estado venezolano no dispone de los inmensos recursos que se necesitan para recuperar a la industria petrolera. Es más, si tuviéramos esos recursos deberíamos utilizarlos en otras prioridades como educación, salud, vialidad, etc.
2.- Tecnología de punta. Tampoco estamos al día en esa materia. El abandono tecnológico de la actividad petrolera, en tiempos de revolución, nos obliga a un inmenso esfuerzo para ponernos al día. Tampoco en esa materia el estado venezolano está en capacidad de hacerlo. Hay quienes pueden hacerlo más rápido y mejor que el estado venezolano.
3.- Finalmente, la recuperación de la actividad petrolera venezolana supone un inmenso esfuerzo para reinsertarnos en los grandes mercados compradores. La revolución rompió con nuestros clientes tradicionales y toca ahora recuperar esos mercados. Tampoco en esa materia el estado venezolano está en condiciones de actuar con éxito y con la celeridad requerida.
Todo lo anterior indica que tendremos que asumir una política de gran apertura para asegurar la colaboración de empresas calificadas en el asunto. Todo, por supuesto, con respeto a las limitaciones que nos impone el texto constitucional.
El mundo demanda petróleo. Venezuela tiene petróleo. El futuro es auspicioso.
Seguiremos conversando.