El 99% de la población de Cuba sufre la peor crisis económica habida en América
Solo 'la nueva clase' castrista no es golpeada por la crisis: entre 2.140 y 3.210 personas, en una población total de 10,7 millones de habitantes.
Nunca en la historia de todo Occidente ha habido unacrisis económica y social tan avasalladora que haya afectado prácticamente al 99% de la población total de un país, sin haber sido causada por una catástrofe natural o una guerra, sino por el mismísimo Gobierno de la nación.
Ese récord lo tiene el castrismo. La crisis cubana actual es inédita, deplorablemente excepcional. Golpea hoy y sin solución posible a la vista, porque el dictador Raúl «El Cruel» se niega a desmantelar el sistema político-económico-social que ha provocado el colapso de la economía y de Cuba en general.
Escojo al azar un sencillo ejemplo. Yadiuska Domínguez, madre de tres niños, denunció desde el municipio de Maisí: «Los niños de esta comunidad hace más de tres semanas que no van a la escuela, porque no tienen desayuno, ni nada para poder ir a la escuela». O sea, no dejan de ir a la escuela los niños de familias más pobres, sino ¡todos los niños! de esa localidad de 29.000 habitantes. Porque no pueden desayunar, ni llevar merienda alguna, y podrían desmayarse en la escuela.
La peor crisis económica padecida en la Cuba precastrista fue la de 1929 a 1933. Derrumbó el precio del azúcar de tres centavos en 1929, a menos de un centavo la libra en 1932 y 1933. La producción azucarera fue cayendo desde 5,1 millones de toneladas en 1929 hasta 1,9 millones en 1933. Las exportaciones azucareras bajaron de 198 millones de dólares (4.684 millones de dólares de 2023) a 43 millones (1.014 millones de hoy). La producción de tabaco se desplomó de 43 millones (1.017 millones de dólares de hoy) a 13 millones (307 millones de hoy) en 1933. Los salarios se redujeron en un 65%. Los despidos masivos dejaron a un millón de trabajadores sin empleo.
Una crisis sin libre mercado
Pero, como vemos, en aquella crisis causada no por el Gobierno, sino por una contracción de la economía a nivel mundial, lo más que cayó la producción de azúcar fue a dos millones de toneladas, que aportaron 1.014 millones de dólares de 2023 (un dólar de 1933 vale hoy 23,66 dólares). Hoy, sin crisis global, y con el precio internacional del azúcar más alto que nunca como promedio (26 centavos la libra al cierre de noviembre), Cuba produce 390.000 toneladas de azúcar y la importa para cubrir el consumo nacional.
En pocas palabras, aquella crisis de hace 90 años (llamada en Cuba el machadato) no afectó por igual a todos los cubanos, como sí los golpea hoy la causada por Raúl Castro.
La razón es que no hay libre mercado, que crea las riquezas, las distribuye y regula el mercado, cosa que sí existe hasta en las brutales dictaduras izquierdosas de Maduro en Venezuela, y la del dueto Ortega-Murillo en Nicaragua, porque no son totalitarias. Y ahí está el detalle.
El totalitarismo comunista-castrista impide la existencia del natural espectro de siete categorías sociales que hay en los países normales (capitalistas): muy ricos, ricos, clase media alta, clase media baja, pobres, muy pobres y los totalmente desamparados. Esa gama social variopinta se reduce en Cuba a ciudadanos de primera, de segunda, y de tercera clase.
En lo más alto de esa pirámide social está empotrado un minúsculo patriciado muy rico y privilegiado, atornillado en el poder, o adherido a él por lazos familiares, «históricos», de muy alta burocracia, o por compromisos lucrativos mafiosos.
Solo «la nueva clase» castrista no es golpeada por la crisis
Mi estimado es que a esa elite de ciudadanos de primera clase comunista puede que pertenezca entre el 0,02% y el 0,03% de la población total. Estamos hablando de entre 2.140 y 3.210 personas más o menos, en una población total de 10,7 millones de habitantes.
Es esa «la nueva clase», como la denominó hace 66 años el excomunista yugoslavo Milovan Djilas en su ensayo homónimo, con la credibilidad que le confería haber sido viceprimer ministro del Gobierno y también presidente del Parlamento de la Yugoslavia comunista de postguerra.
Ese patriciado castrista prácticamente es inmune a la crisis, aunque no totalmente. La inmunidad absoluta solo la tienen el dictador, los históricos más conspicuos como Ramiro Valdés, Machado Ventura, Guillermo García, Alvaro López Miera y sus familias, y unos pocos más privilegiados altos oficiales y civiles. Conforman la crème de la crème del régimen.
Los restantes patricios, funcionarios y altos burócratas del Gobierno, del Comité Central del Partido Comunista y del estamento militar, con privilegios y todo, no logran eludir por completo muchos ramalazos de la crisis. Claro, no la sufren con la misma intensidad devastadora que el otro 99% de la población.
Vienen luego los que la claque comunista considera ciudadanos de segunda clase, pese a que gozan de algunas ventajas, estas no de origen político, histórico o de casta, sino porque tienen mucho dinero, o reciben remesas y paquetes de sus familiares en el extranjero.
Son campesinos ricos, dueños de negocios, de MIPYMES enchufadas a la dictadura, y el 28% de los cubanos «dolarizados» que pueden comprar en las shopping. Los ricos en este caso son «virtuales», hologramas. Acumulan dinero que no tienen cómo gastar o invertir. El Estado no produce nada para ofertarles, e importa cada vez menos. Y la venta de tierras y alquiler de inmuebles, o de playas enteras, es solo para capitalistas foráneos. Ahí tenemos a la paradisíaca playa Cayo Largo del Sur, cedida para su explotación turística al grupo hotelero canadiense Blue Diamond.
Los cubanos ricos no pueden invertir en su propio país. La propia Constitución prohíbe a los cubanos invertir en la Isla el capital por ellos generado. No pueden hacer crecer sus negocios, ni crear empleos en nuevas fábricas, instalaciones comerciales, ni invertir en la agricultura, la ganadería, o la pesca.
Llegamos entonces a los ciudadanos más oprimidos o de tercera clase. Pobres, extremadamente pobres, y desamparados. La inmensa mayoría es muy pobre pues perciben un ingreso diario inferior a 2,15 dólares diarios, el mínimo establecido por el Banco Mundial para identificar la pobreza extrema.
Para Castro II y sus cúmbilas, estos cubanos equivalen a los sans-culottes, como despectivamente llamaban los aristócratas franceses a los trabajadores empobrecidos y desempleados que en 1789 asaltaron en París la fortaleza de La Bastilla e iniciaron la última revolución liberal burguesa de la historia mundial.
Es imposible en breve espacio hacer un inventario de calamidades causadas por la crisis. Pero echemos un vistazo a algunas estadísticas.
Vapuleado por una de las tasas de inflación más altas del mundo y una devaluación asombrosa del peso, hoy el salario promedio en Cuba, de unos 5.000 pesos (40,65 dólares), apenas cubre el 29,4% de la canasta familiar, de casi 17.000 pesos (138 dólares). Increíble, pero cierto.
Y el sueldo mínimo cubano es de 17,64 dólares mensuales (2.170 pesos), casi ocho veces inferior que el costo de la canasta básica. Compárese eso con el salario mínimo en otros países pobres como Bolivia (325 dólares mensuales), El Salvador (365 dólares) o República Dominicana (205 dólares), según estadísticas de Bloomberg.
Ah, y las pensiones de los 1,7 millones de jubilados es de 1.901 pesos mensuales como promedio, nueve veces menos de lo que cuesta la canasta básica ¿Como se las arreglan los viejos para comer y satisfacer sus necesidades mínimas? Eso al Gobierno le importa un pito. Ya se sabe que si se mueren de hambre achacan el fallecimiento a otras causas.
El ministro de Agricultura, Ydael Pérez, admitió que la producción de carne de cerdo, arroz y frijoles (alimentos básicos en Cuba) cayó en más de un 80% este año con respecto a 2019. Solo se ha importado «el 40% del combustible necesario, el 4% de los fertilizantes y el 20% del alimento animal». Lasimportaciones de pollo desde EEUUcayeron un 40% en septiembre, en comparación con agosto. La debacle de la producción nacional lo agrava todo. Ya en el mercado negro un cartón de 30 huevos cuesta 3.000 pesos, un 38% más que un salario mínimo completo.
En fin, es suficiente. Entre los más lacerantes recuerdos que dejará la pandilla encabezada hoy por el ¿general? Castro, que de hecho ha acabado con Cuba, descollará esta crisis asfixiante causada conscientemente a más del 99% de los habitantes. Algo jamás visto en el mundo occidental.