El abrazo del oso
Iglesias sabe que entrar en el Gobierno es su única salvación... aunque eso suponga llevarse por delante a Podemos. En el PSOE están convencidos de que la jugada es maestra. Veremos.
En la cúpula del Partido Socialista están convencidos de que meter a Podemos en el Gobierno es una jugada maestra… porque acabará definitivamente con el populismo de izquierda en cuanto los españoles tengan la oportunidad de pasar de nuevo por las urnas.
Es la teoría del abrazo del oso, según la cual el pacto entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no es más que una estrategia del primero para cargarse al segundo: incorporándolo al ‘establishment’ perderá su credibilidad como líder antisistema y, además, sus electores acabarán decepcionados con su acción de Gobierno porque difícilmente podrá cumplir las altas expectativas depositadas en él.
Esa teoría no es fruto de la mente calenturienta de cuatro sanchistas locos o del ‘spin doctor‘ de La Moncloa, Iván Redondo, sino que cuenta con importantes trabajos académicos detrás que demuestran que siempre que hay una coalición de Gobierno sale perdiendo el partido más pequeño.
Un estudio concluyente
De hecho, en la sede de Podemos tienen más que subrayado un estudio de las profesoras Jae Jae Spoon y Heike Klüver, de las universidades de Pittsburgh (Pensilvania) y Humboldt (Berlín) respectivamente, donde confirman que siempre el hermano pequeño de una coalición sale mal parado en las siguientes elecciones.
En concreto, las profesoras Spoon y Klüver han analizado 219 gobiernos formados por más de un partido en 29 países europeos desde el año 1972, y concluyen que la formación política con menos peso acaba cayendo un 17% de media cuando llega la hora se someterse de nuevo al veredicto de las urnas.
Este informe fue devorado antes del verano por Iglesias y pesó mucho en el debate interno de Podemos sobre su decisión de no sumarse al Gobierno de Sánchez durante la pasada legislatura.
No había más remedio
Ahora, Iglesias sigue convencido de que entrar en el Ejecutivo puede suponer el fin de Podemos, pero esta vez las circunstancias han cambiado: sabe que no tiene más remedio si quiere salvar su cabeza. Después de tres años perdiendo votos sin parar, su abrazo a la desesperada con Sánchez pretende evitar que se abra el debate sobre su gestión al frente del partido morado.
El PSOE está gratamente sorprendido por la «domesticación» de Podemos desde que se anunció que entrará en el Gobierno
A Iglesias lo único que le preocupa en este momento es ser ministro, y lo demás parece importarle poco. Él y toda su cúpula están callados, modositos, como si no hubieran roto un plato en su vida. De hecho, en el PSOE están gratamente sorprendidos de cómo se ha «domesticado» Podemos desde que se supo que entrarán en el Gobierno. Ahora que por fin están a punto de tocar moqueta, los podemitas no quieren cometer ningún error que les pueda apartar de su objetivo. Si bien está por ver cómo acaba el llamado ‘escándalo de los abogados’, un sucio asunto que terminará en los tribunales y que amenaza con sacar a la luz la verdadera financiación de Podemos.
Los socialistas están convencidos de que la jugada sólo puede salir bien. Aparte de porque lo dice el informe Spoon-Klüver, también porque ellos mismos lo han experimentado en sus propias carnes en los gobiernos autonómicos y municipales que tuvieron que compartir con Podemos desde 2015.
Los precedentes
El ejemplo paradigmático es el de Castilla-La Mancha, donde Podemos entró en el Gobierno de Emiliano García-Page como consecuencia de su papel decisivo en las cortes manchegas… y en las siguientes elecciones, las de este 2019, el partido morado ha desaparecido del hemiciclo regional. Y casos parecidos hay en otros sitios, por ejemplo en la Comunidad Valenciana, donde siempre se dijo que Mónica Oltra y su partido Compromís podrían hacer sombra al socialista Ximo Puig… y este acabó obteniendo mucho mejor resultado cuatro años después.
La clave para asegurarse de que la jugada salga bien es meterlos en el Gobierno, pero con ministerios sin competencias concretas y sin apenas presupuesto. Y en eso está ahora mismo Sánchez, que pretende dejar a Podemos con una vicepresidencia florero, que sería para el propio Iglesias, más los ministerios de Igualdad, Sanidad y Universidades, el primero meramente simbólico y los dos últimos con escasísimas atribuciones, ya que sus competencias recaen sobre todo en las comunidades autónomas.
«Si Sánchez hubiera permitido en julio que el líder de Podemos fuera ministro, nos hubiéramos ahorrado las elecciones de noviembre»
Esa oferta de ministerios es muy parecida a la que Iglesias rechazó por «ofensiva» durante la sesión de investidura del pasado mes de julio. ¿Por qué ahora sí la acepta? La única diferencia entre las propuestas de julio y noviembre es que Iglesias esta vez será ministro, mientras que antes estaba vetado. «Si Sánchez hubiera permitido en julio que el líder de Podemos estuviera en el Gobierno, nos hubiéramos ahorrado las elecciones de noviembre», reconoce con pesar un alto dirigente socialista.