Democracia y Política

El amigo invisible

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Poco a poco y sin mucha publicidad España se ha convertido en un aliado estratégico de primer orden para EEUU. Primero fue el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, que pese a sus desencuentros con la Administración Bush a costa de la guerra de Irak concluyó su mandato en 2011 cediendo la base naval de Rota para el despliegue permanente en ella de cuatro destructores de la clase Arleigh Burke. Dichos navíos, dotados del avanzado sistema de combate Aegis, no sólo constituyen un pilar central del sistema de defensa contra misiles balísticos sino que permitirán a EE UU patrullar de forma muy efectiva todo el Mediterráneo e intervenir en las crisis en el Norte de África, como sabemos, sumamente convulso.

Cuatro años después es el gobierno de Mariano Rajoy el que también a punto de finalizar su mandato concluye un acuerdo que convertirá la base aérea de Morón en centro de mando de EE UU para África Occidental. Desde Morón, donde se estacionarán hasta 3.500 Marines y 40 aviones de transporte, Washington podrá desplegar fuerzas de intervención rápida para hacer frente al terrorismo yihadista en todo el Norte de África y el Sahel, incluyendo Túnez, Libia, Malí, Níger o la propia Argelia, que enfrenta una complicada transición de poder.

Gracias a estos acuerdos, el Pentágono se dota de una profundidad estratégica de primer orden en todo el Mediterráneo y el África Occidental. No son muchos los países del mundo, y menos en Europa, los que han actualizado de manera tan significativa sus vínculos de defensa con Washington en los últimos años. Sin embargo, ni este Gobierno ni el anterior han querido hacer visible están tan especial relación con EE UU ni capitalizarla desde el punto de vista político. Al contrario, pareciera como si quisieran silenciarla. ¿Por qué? Lean la valoración (muy crítica) que Moscú hace de estos dos acuerdos con EE UU y tendrán alguna pista. España no quiere enemistarse con Rusia o China, a quienes nuestra política exterior mima y cultiva con denuedo, así que prefiere presentar el acuerdo con EE UU como una cuestión de hostelería sin demasiada importancia y aceptar que Rajoy sea un desconocido en Washington. ¿Dejará Obama la Presidencia sin haber puesto el pie en uno de sus principales aliados estratégicos en el mundo?

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