El amor por los libros venció a Amazon… al menos esta vez
SAN FRANCISCO — Una huelga en el ámbito mundial de vendedores de libros de viejo en contra de una filial de Amazon tuvo éxito después de dos días: el minorista se disculpó y dijo que iba cancelar las acciones que provocaron la protesta.
Fue un extraño levantamiento conjunto de tan solo algunos de los millones de proveedores de Amazon en contra de una sola parte de la empresa, que terminó con una capitulación aún más inusual. Incluso los distribuidores de libros mencionaron que les sorprendió la revocación repentina de AbeBooks, la red de venta de libros raros y de viejo que tiene la firma.
El levantamiento, que involucró a casi seiscientos libreros que retiraron unos cuatro millones de libros en veintisiete países, se disparó ante la decisión del minorista de eliminar tiendas en cinco países: la República Checa, Polonia, Hungría, Corea del Sur y Rusia. AbeBooks nunca explicó sus acciones más allá de afirmar que estaban relacionadas con el procesamiento de pagos.
“AbeBooks manifestó que países enteros eran prescindibles para sus planes”, comentó Scott Brown, librero de Eureka, California, y uno de los organizadores de la huelga. “Los libreros de todo el mundo sintieron que ellos podían ser los siguientes”.
Al parecer, el asunto se resolvió cuando Sally Burdon, una librera australiana que preside la Liga Internacional de Libreros Anticuarios, habló con Arkady Vitrouk, director ejecutivo de AbeBooks. En un correo electrónico que envió el 7 de noviembre a sus miembros después de la conversación, Burdon señaló que Vitrouk se había disculpado “varias veces” por el comportamiento de la plataforma y había asegurado que los libreros de los países afectados no serían eliminados el 30 de noviembre, como estaba programado.
“Arkady nos dijo que en Abe estaban muy conscientes del error que habían cometido”, escribió Burdon en el correo electrónico, al cual tuvo acceso The New York Times. “Afirmó que había sido una ‘mala decisión’ y que lamentaban profundamente el perjuicio y el daño que habían causado”.
Richard Davies, portavoz de AbeBooks, con sede en Columbia Británica, se rehusó a comentar sobre el correo electrónico de Burdon. Davies ofreció un mensaje críptico: “Estamos armando una solución”.
La chispa que encendió la huelga, a la cual se le designó como la Semana de los Libreros Prohibidos, no fue tanto lo que hizo AbeBooks, sino la forma en que lo hizo. Dio explicaciones lentas y de mala gana, lo cual molestó a los libreros, quienes sintieron que todos estaban recibiendo un trato displicente. La gente que se dedica a la venta de libros de viejo forma una comunidad muy unida, y el lema oficial de la asociación internacional es Amor librorum nos unit, “El amor por los libros nos une a todos”.
“Nunca pensé que fuéramos a tener éxito, pero quedó demostrado el verdadero significado de nuestro lema”, escribió Adam Bosze, presidente de la Asociación de Libreros Anticuarios de Hungría, en un mensaje que envió el miércoles a sus colegas extranjeros.
Vic Zoschak, presidente de la Asociación de Libreros Anticuarios de Estados Unidos, se sintió optimista por la resolución repentina. “Prefiero pensar que el diálogo que sostuvieron ayer los dos bandos solo será un comienzo para mejorar la comunicación y las relaciones, cada uno dedicado a mantener una asociación que siempre beneficie a todos”, comentó.
Los expertos de ventas en Amazon afirmaron que esta paridad es difícil de lograr.
“Creo que esto nunca había pasado en ninguna división de Amazon”, opinó Juozas Kaziukenas, director ejecutivo de Marketplace Pulse, una firma que analiza el comercio electrónico. “Sería mucho más difícil tener una huelga solo en Amazon, por la simple razón de que hay muchos vendedores y no son parte de una comunidad organizada”.
Kaziukenas agregó lo siguiente: “El dueño de la plataforma es dueño del poder. Como vendedor eres un módulo pequeño en un sistema muy complicado. Si mil de nosotros decimos que ya no vamos a hacer algo, hay otros dos mil para remplazarnos. Esta es la dura realidad de un vendedor”.
Para Brown de Eureka Books, la lección de la Semana de los Libreros Prohibidos quedó clara.
“Estamos completamente a merced de sus caprichos”, mencionó Brown refiriéndose a Amazon. “Debemos pasar más tiempo concentrando nuestras energías en los negocios que tenemos fuera de la biósfera de Amazon”.
Hace poco, se realizó un esfuerzo para organizar a los vendedores de Amazon en una asociación llamada Online Merchants Guild. El enfoque estaba principalmente en los asuntos de los impuestos a las ventas, pero el grupo mencionó en su sitio web: “El cielo es el límite en términos de cómo podemos encauzar nuestra fortaleza colectiva para mejorar la calidad de vida de todos los miembros”.
En todo caso, para Amazon, la Semana de los Libreros Prohibidos fue un tropiezo de relaciones públicas de los que parecen volverse cada vez un poco más comunes.
La empresa prospera en el secretismo y prefiere divulgar la menor cantidad de información posible. Comenzó como librería y ahora es la más grande del mundo —controla una porción del mercado mayor que la que jamás había logrado dominar otra librería—; aun así, los libros serios sobre Amazon pueden contarse con los dedos de una mano.
No obstante, a medida que la empresa se expande en todos los demás terrenos, se vuelve más complicado controlar todo. Un buen ejemplo fue la filtración de una noticia reciente: es probable que se monten nuevas oficinas centrales de Amazon en Virginia. Esto provocó que Mike Grella, director de desarrollo económico de Amazon, lanzara ataques en Twitter la semana pasada.
“Memorando para los genios que filtraron la información de que Crystal City, Virginia, fue elegida para ser una selección para #HQ2. No le están haciendo ningún favor a Crystal City, Virginia”, escribió. “Y dejen de tratar el acuerdo de confidencialidad que firmaron como si fuera una servilleta usada”.