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El antisemitismo del Gobierno de Sánchez

«Lo razonable es ejercer el legítimo derecho de defensa contra el gobierno terrorista de Hamás en Gaza»

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, observa durante una reunión con el primer ministro británico, Keir Starmer, en el número 10 de Downing Street, Londres, el m

La capacidad del presidente del Gobierno a la hora de montar líos y perjudicar la imagen internacional de España es asombrosa. Cuando parece que ha superado un límite, es capaz de organizar un nuevo enredo todavía mayor. La ofensiva contra Israel no tiene parangón en Europa y le convierte en un firme aliado del gobierno de Gaza controlado por Hamás. No hay que aceptar el subterfugio de hablar de los palestinos o de Palestina, porque sus maniobras tienen un claro beneficiario. Lo sabe perfectamente. En su ansia de protagonismo y eclipsar los procesos judiciales que afectan a su familia, su Gobierno y su partido han abrazado el antisemitismo militante. No le bastó reconocer el inexistente estado palestino, sino que ha alentado las protestas de La Vuelta y celebrado un boicot que se convirtió en un estallido de violencia similar a la kale borroka que utilizaban los seguidores de ETA en el País Vasco. La izquierda radical ha emprendido una política de ataque y cancelación contra todos aquellos que critican lo sucedido. Por lo visto, hay que asumir el odio al pueblo judío y a la democracia israelí como algo natural.

Es una anomalía que el Gobierno de un Estado de la Unión Europea no condene la violencia que se vivió el pasado domingo y que pida que se expulse a Israel de las competiciones internacionales. Sánchez se atreve contra los israelíes, porque cree que son débiles, y en cambio no hace lo mismo con las dictaduras y los regímenes autoritarios que existen en el mundo. En la Guerra de Gaza hubo un agresor que quería provocar el conflicto bélico, Hamás, y un agredido, Israel. Lo razonable es ejercer el legítimo derecho de defensa contra el gobierno terrorista de Hamás en Gaza. Es lo que hizo Estados Unidos después de los brutales atentados del 11-S y es lo que haría cualquier país europeo en sus mismas circunstancias. Es bueno recordar el gran error que fue aplicar una política de apaciguamiento frente a Hitler. Muchos inocentes murieron en la Segunda Guerra Mundial, pero dentro de las atrocidades que se vivieron, la más espeluznante fue el genocidio del pueblo judío. Más de seis millones de hombres, mujeres y niños fueron asesinados por el régimen de la Alemania nazi, sus aliados y sus colaboradores.

Francisco MarhuendaDe la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)

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