El apagón en Venezuela pone en riesgo el suministro de alimentos y la vida de pacientes
CARACAS— Venezuela se detuvo el viernes al cumplirse el segundo día de un apagón nacional, lo que paralizó el transporte público y la industria petrolera, además de afectar el escaso suministro de alimentos y amenazar las vidas de miles de pacientes crónicos.
Una falla en la Central Hidroeléctrica “Simón Bolívar”, ubicada en la Represa de Guri, que provee la mayor parte de la electricidad de Venezuela, ha dejado sin energía a la mayor parte del país desde la tarde del jueves. Mientras en algunos sectores de Caracas el fluido eléctrico regresaba intermitentemente el viernes por la tarde, muchos estados seguían desabastecidos.
Los funcionarios de Venezuela culparon rápidamente a la oposición y al gobierno estadounidense por causar el apagón debido a un “sabotaje”, pero no proporcionaron pruebas. Guri es una zona militarizada que se encuentra custodiada 24 horas al día por soldados.
Analistas y contratistas del sector eléctrico dijeron que el apagón es el resultado de años de mala gestión y corrupción que han colapsado tanto a la red eléctrica como a las torres de transmisión y las plantas de generación de energía. En la última década, el gobierno construyó más de una docena de plantas de respaldo impulsadas por diésel y gas natural pero ninguna fue activada para compensar el corte de la energía del Guri.
“Es una prueba más de la falta de recursos del gobierno para mantener una infraestructura crítica”, dijo Risa Grais-Targow, analista de Eurasia Group con experiencia en Venezuela. “Parece ser un problema de transmisión en Guri, lo que normalmente se compensaría con la generación termoeléctrica, pero en este caso eso no sucedió tanto por el mal estado de esa infraestructura como por la falta de insumos térmicos para el encendido de las plantas”.
Durante un encuentro con los medios celebrado el viernes, Elliott Abrams, el representante especial del gobierno de Donald Trump para Venezuela, negó que Estados Unidos fuese responsable del apagón, ya sea de manera directa o indirecta, debido a las sanciones impuestas al gobierno venezolano.
“Este es un declive multianual en Venezuela”, dijo Abrams. “La mala gestión, las políticas económicas y la corrupción del régimen son las causas de esos problemas”.
El presidente Nicolás Maduro no se ha dirigido a la nación desde el inicio del apagón y se limitó a escribir una publicación de Twitter el jueves por la noche en la que dijo que derrotaría la “guerra eléctrica” desatada por Estados Unidos contra Venezuela. Su silencio público ha incrementado la tensión en Caracas.
En su ausencia, el líder opositor Juan Guaidó salió a las calles del este de la capital venezolana el viernes para cuestionar la explicación de Maduro y denunciar su mala gobernabilidad.
“Saboteo es robarse el dinero de los venezolanos, saboteo es quemar comida y medicina”, publicó en Twitter. Es probable que su mensaje no llegue a la mayoría de los venezolanos, quienes permanecen sin electricidad o sin cobertura celular.
Guaidó, quien a principios de este año reclamó la presidencia de Venezuela al señalar evidencias de fraude en la reelección de Maduro, llamó a la población a manifestarse el sábado.
El gobierno de Maduro se ha caracterizado por una mala gestión de la economía y sumir al país en una profunda crisis humanitaria en la que muchas personas carecen de alimentos básicos y atención médica. También ha intentado diezmar a la oposición encarcelando a sus dirigentes y expulsando a los críticos, además de utilizar la fuerza letal contra los manifestantes antigubernamentales.
El apagón podría enfurecer aún más a la población y aumentar la presión sobre Maduro, y si no termina pronto, podría provocar enfrentamientos en los próximos días, afirmó Grais-Targow.
“En el frente político y social es problemático para un gobierno que trata de evitar cualquier posible catalizador de explosiones sociales en un entorno político y social que ya está tenso”, dijo sobre el apagón. “Hasta el momento, la población parece estar relativamente tranquila pero si esto persiste y comienza a afectar de manera grave los suministros de alimentos y la capacidad de los hospitales para funcionar, es posible que la reacción popular sea severa”.
Como gran parte del país se quedó sin energía, la única estación de televisión que transmitía a los pocos hogares con electricidad solo mostraba telenovelas y noticias viejas.
El centro de Caracas estaba casi vacío la mañana del viernes. El gobierno suspendió las clases y la mayoría de las tiendas, bancos y edificios gubernamentales, incluido el Ministerio de Energía Eléctrica, permanecieron cerrados. Unidades de las fuerzas policiales especiales patrullaban las calles principales, donde grupos de empleados del sector público deambulaban con la esperanza de volver al trabajo.
Los generadores de respaldo zumbaban en los hospitales que intentaban mantener con vida a los pacientes más vulnerables. Aproximadamente 50 bebés que requieren cuidados intensivos nacen en Venezuela todos los días, y hay aproximadamente 15.000 pacientes renales en el país que necesitan tratamiento de diálisis, dijo Jaime Lorenzo, director de la organización no gubernamental Médicos Unidos. Podrían morir si no se restablece la electricidad, dijo.
En las salas de emergencia del hospital Dr. José María Vargas en Caracas, los médicos se apresuraron a rotar a los pacientes críticos en los pocos equipos conectados a un generador de respaldo.
“Hubo camillas en todas partes de la emergencia y los médicos quitaron las máscaras de oxígeno de algunos pacientes para ponérselas a otros”, dijo Belisario Jiménez, de 52 años, quien ingresó en la unidad de cuidados intensivos del hospital después de caer por una escalera. “Muchos vamos a morir aquí. Al menos he vivido”.
En la panadería Olam Deli en el centro de Caracas, los trabajadores se apresuraron a vender los panes restantes antes de que se echaran a perder. Dijeron que el corte de energía había agriado toda la masa de un día, valorada en unos 56 salarios mensuales mínimos. El suministro de quesos y carnes frías de la panadería estaba en un congelador que empezaba a deshielarse.
“Todo lo que puedo hacer es rezar para que la luz vuelva antes de que lo pierda todo”, dijo Kevin, el gerente de la panadería que pidió mantener su anonimato por temor a represalias del gobierno.
El apagón deprimirá aún más la economía del país que está siendo afectada por el mal gobierno, la corrupción y las sanciones impuestas por Estados Unidos. Las sanciones han afectado la capacidad de Venezuela para importar y producir el combustible requerido por las centrales que podrían haber servido de respaldo a la hidroeléctrica de Guri.
La producción de petróleo, la principal fuente de ingresos de Venezuela, podría verse aún más afectada en su declive a causa de la falla eléctrica debido a los posibles daños de los equipos y los sistemas operativos, dijo Ali Moshiri, quien fue el principal ejecutivo de Chevron en las operaciones de Venezuela.
“Toda la producción del campo petrolero está vinculada a la red pública y, si la red pública se cae, esos campos se cierran”, dijo. Agregó que durante años había aconsejado al gobierno que instalara fuentes de alimentación independientes para los campos petroleros con el fin de garantizar su fiabilidad, pero los funcionarios no hicieron caso.
Para aumentar los problemas económicos del régimen, un pánel de arbitraje del Banco Mundial otorgó el viernes a ConocoPhillips, una petrolera estadounidense, más de 8000 mil millones de dólares por la incautación de los activos de producción de la compañía con sede en Houston en 2007. Sin embargo, Venezuela puede apelar.
Un arbitraje anterior le otorgó a ConocoPhillips 2000 millones de dólares, que Venezuela acordó pagar el año pasado cuando la compañía comenzó a incautar los activos caribeños de Petróleos de Venezuela, la petrolera estatal.
Para muchos venezolanos, las condiciones ya parecen insostenibles. En el hospital, uno de los médicos que pasó el turno de la noche tratando de mantener estables a los pacientes de cuidados intensivos rompió en llanto cuando salió de la unidad de neurocirugía.
“Ayer sentí impotencia”, dijo Rosangel Zuta, sobre la noche que pasó tratando de ayudar y proteger a los pacientes sin el equipo adecuado para hacerlo. “Estoy enojada. Esta vez fueron mis pacientes, pero ¿qué pasa si después le toca a mi familia?”.