El arrebatón perezjimenista de 1952
A Pérez Jiménez, sus asesores les aseguraban el triunfo comicial. No detectaron el sentimiento de cambio
Los últimos meses del trienio 1945-48 estuvieron signados por un exacerbado enfrentamiento entre la elite gobernante, capitaneada por Acción Democrática, y los herederos del andinismo, desplazados el 18 de octubre de 1945. La crispación aumentó cuando se le sumaron amplios sectores de la iglesia católica, grupos de militares descontentos y los partidos políticos: Unión Republicana Democrática y COPEI.
El 19 de noviembre del 1948 el presidente Rómulo Gallegos convocó a una reunión en Miraflores con el alto mando castrense. Estuvo presente el doctor Gonzalo Barrios, en su condición de secretario de la Presidencia. En el encuentro, los militares le solicitaron, entre otros requerimientos, expulsar del país a Rómulo Betancourt y desligar su gestión, con el partido Acción Democrática. Gallegos rechazó, tales peticiones.
El 24 de noviembre de 1948 las Fuerzas Armadas Nacionales dieron el golpe y desplazaron del poder a quien en diciembre de 1947 había ganado, en buena lid y por abrumadora mayoría, la primera magistratura. Los sublevados acusaban al insigne novelista de darle protección a milicias armadas y colaborar con AD en un plan por controlar el ejército y a la mayoría de sus oficiales.
Ese mismo día, los nuevos dueños del poder conformaron una Junta Militar de Gobierno integrada por el ministro de la Defensa, Carlos Delgado Chalbaud y los comandantes Marcos Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Páez. En sus primeros mensajes se comprometieron a seguir por la ruta democrática y rechazar cualquier intento de instaurar una dictadura militar. Aseguraron ser una Junta transitoria y provisional, interesada en realizar, en el menor tiempo posible, una consulta a la voluntad popular, con el fin de legitimar sus acciones.
Al año siguiente nombraron una comisión encargada de redactar el Estatuto Electoral, con la participación de Jóvito Villalba y Rafael Caldera. La oferta de convocar a elecciones se inició sin mayores contratiempos. En el camino, aparecieron inesperados eventos.
Para comienzos de noviembre de 1950, Delgado Chalbaud había logrado perfilarse como una figura equilibrada. Gozaba de simpatías y popularidad. Era la persona de consenso para mantenerse en Miraflores, una vez disuelta la Junta Militar. En una reunión de gabinete realizada esos días, manifestó entusiasmo por los comicios y se comprometió a reconocer los resultados, cualquiera fuese el ganador.
No obstante, el curso de los acontecimientos tomó un giro inesperado el 13 de noviembre de 1950. Un grupo de falconianos, encabezado por Rafael Simón Urbina, secuestraron y asesinaron a Delgado Chalbaud. Luego de varias consultas, el 27 del mismo mes se escogió a un civil para suplir la vacante y se nombró al abogado Germán Suárez Flamerich. Al mismo tiempo, la Junta dejó de llamarse “militar” y quedó simplemente como Junta de Gobierno.
El 19 de abril de 1951 se promulgó el Estatuto Electoral. Los comicios para escoger los representantes a la Asamblea Nacional se efectuaron el 30 de noviembre de 1952. En dicho proceso, por estar ilegalizados, no participaron Acción Democrática y el Partido Comunista de Venezuela. Suárez Flamerich se comprometió a respetar la voluntad popular y Llovera Páez dio garantías a las fuerzas políticas de respetar el secreto del voto.
Días previos al acto comicial, AD llamó a la abstención. Sin embargo, sus militantes desobedecieron esta orientación y acudieron masivamente a las urnas electorales. El PCV decidió aprovechar la movilización generada por el proceso electoral y ofreció todo su apoyo a URD. El sector oficialista fue a las elecciones con la organización política denominada Frente Electoral Independiente (FEI)
El acto de votación tuvo una alta participación ciudadana. Los primeros resultados, conocidos extraoficialmente, daban inequívocas señales de una abrumadora victoria a favor de los candidatos postulados en las planchas de URD. Pasaron las horas y la tendencia se hizo irreversible. El gobierno quedó sorprendido con las inesperadas malas noticias. La oposición tampoco esperaba un apoyo tan contundente. Como resultado de los eventos en pleno desarrollo, la cúpula miliar decidió alterar los resultados y modificar el cuadro institucional.
Renunció la Junta de Gobierno. Las Fuerzas Armadas Nacionales tomaron el control estatal y nombraron presidente provisional al coronel Marcos Pérez Jiménez. De inmediato, el nuevo mandatario, se dirigió al país para manifestar su aceptación a “tan honrosa designación”
La falsificación de los resultados electores provocó la renuncia del presidente del Consejo Supremo Electoral, Vicente Grisanti. Fue el vicepresidente de ese organismo, Pablo Salas Castillo, quien anunció los resultados dados a conocer el 14 de diciembre. El Boletín Oficial Nro. 9 consagró el fraude, con las siguientes cifras: FEI 791.385 votos; URD 651.733 votos; COPEI 295.359 votos; Partido Socialista Venezolano 29.134 votos; Partido Socialista de Trabajadores 15.830 y Acción Republicana Popular 12.125 votos.
Sobre el “arrebatón perezjimenista” no existe ninguna duda. Sus protagonistas lo han reconocido. Laureano Vallenilla Planchart, lo hace en sus Memorias: “había que escoger entre el resultado del sufragio y el desarrollo del país”. El presidente provisional lo admite en un telegrama enviado el 2 de diciembre de 1952 a los dirigentes urredistas, Ignacio Luis Arcaya y Jóvito Villalba: “La Institución Armada, tan escarnecida por ustedes, no está dispuesta a admitir que por acuerdos torvos se vaya a lesionar el prestigio de la nación, seriamente comprometido por el triunfo electoral de Acción Democrática y del Partido Comunista que URD ha propiciado. Atentamente, Marcos Pérez Jiménez”.
URD y Copei desconocieron los resultados y se negaron a formar parte de la Constituyente. Significó una ruptura definitiva con el gobierno provisional. Se nombró un nuevo gabinete para incorporar como ministro de Relaciones Interiores a Laureano Vallenilla, convertido en el nuevo hombre fuerte del entorno perezjimenista. Desde esa posición y sin perder tiempo, se ocupó de bregar apoyo civil, especialmente entre la plutocracia caraqueña y algunos diputados electos en las planchas de la oposición.
Vallenilla siguió montando operaciones políticas con el fin de superar la crisis política desatada con el escandaloso fraude. Convocó una reunión urgente el 15 de diciembre en su despacho, con la presencia los dirigentes de URD. Asistieron, su líder máximo, Jóvito Villalba y lo acompañaron, entre otros, Humberto Bártoli, Ramón Tenorio Sifontes, Raúl Díaz Legórburu, Luis Hernández Solís. El ministro los conminó a convalidar el fraude y reconocer al gobierno usurpador. Ante la negativa de la dirección urredista, son detenidos. Los llevan a pasar la noche en el cuartel de la Guardia Nacional, ubicado entre las esquinas de Jesuitas a Tienda Honda. En la mañana siguiente los conducen al aeropuerto internacional de Maiquetía y los expulsan a Panamá.
A Pérez Jiménez, sus asesores les aseguraban el triunfo comicial. No detectaron el sentimiento de cambio. Tampoco el voto protesta presente en la inmensa mayoría de los electores. Para mantenerse en el poder, escogieron el camino del inescrupuloso fraude y el autogolpe. Sin embargo, no pudieron marchitar las semillas de la democracia, sembradas en la primera mitad del siglo XX. La madrugada del 23 de enero de 1958, aparecieron rebosantes con los frutos de la libertad.-