El béisbol cubano, patrimonio cultural en fuga
Si todo sigue igual, se corre el riesgo de que fugas colectivas como la de México no dejen de producirse
El estadio Palmar de Junco de Matanzas acogió este martes la ceremonia de declaración del béisbol como patrimonio cultural de Cuba, por «su perdurable capacidad de conjugar la actividad deportiva, el espectáculo y la tradición oral».
La fecha, según la prensa oficial, no es casual, cuando apenas un día después se celebra el Día de la Cultura Nacional. El año podría no ser tampoco casual, solo hace un mes que se produjo la desbandada más grande de la historia del deporte cubano en una sola competición, el Mundial sub-23 celebrado en México, donde el conjunto de la Isla se dejó al 50% de sus miembros en el continente.
Nada de eso se recordó este martes en el legendario estadio que, construido en 1874, se considera el más antiguo del mundo aún en funcionamiento. Allí se leyó la declaración y se reunió a históricos jugadores, como Wilfredo Sánchez, Gaspar El Curro Pérez y Fernando Sánchez, además de otros aclamados atletas nacionales e internacionales y personalidades de la cultura.
«El béisbol es lo más grande que me ha pasado en la vida. Todavía la gente me recuerda por ser parte de los tres mosqueteros que ayudaron a Henequeneros a ganar su primer campeonato. Estoy muy orgulloso por esta declaración y es un reto para todos nosotros los profesionales de este deporte», reivindicó Wilfredo Sánchez.
El año podría no ser tampoco casual, solo hace un mes que se produjo la desbandada más grande de la historia del deporte cubano en una sola competición, el Mundial sub-23 celebrado en México
Pérez también tuvo voz para rememorar las glorias de la pelota y del lugar elegido para la ceremonia, que acoge también el Salón de la Fama, donde se rinde homenaje a los jugadores más emblemáticos . «Me emociona mucho que esta declaratoria se haga aquí en este estadio Palmar de Junco que tanta historia tiene incluida. Aquí jugaron los fundadores de este deporte, mi padre se hizo pelotero aquí y la mayoría de todos esos inmortales que hicieron grande este deporte».
La ceremonia contó con la música de la orquesta Failde, heredera del creador del danzón, baile nacional cubano declarado Patrimonio Cultural de la Nación en 2013. Otros predecesores de la distinción son la rumba, el son, el bolero, el carnaval de Santiago de Cuba y los saberes de los Maestros roneros.
La prensa oficial ha descrito la presencia del Danzón en la ceremonia de este martes como necesaria por estar hermanada con el béisbol representando la rebeldía contra la hegemonía cultural de los colonizadores españoles. Ambas son, según Granma, «piezas claves en la formación del perfil psicológico-social de los cubanos».
La Liga Profesional de Béisbol nació en Cuba el 29 de diciembre de 1878, pero el modelo actual se remonta a 1962, cuando Fidel Castro inauguró la primera Serie Nacional de Béisbol y anunció «el triunfo de la pelota libre sobre la esclava».
El resultado se acercó mucho más a un sentido inverso. Los peloteros dejaron de poder firmar contratos donde querían y quedaron sometidos al arbitrio de la Federación Cubana de Béisbol y al control ideológico que les imponía. Este septiembre, Eriel Sánchez, seleccionador de los equipos más jóvenes, apelaba al «patriotismo», pero la exigencia no es nueva sino, como hoy mismo recuerda Granma, continuidad.
A pesar de esto y de que ya las fugas se remontan a épocas pretéritas, por la facilidad de los deportistas –como de los artistas– para viajar, el deporte rey en Cuba mantuvo la corona. Las vacas gordas soviéticas permitieron que los resultados fueran buenos y los peloteros cubanos brillaron por todo el mundo. Entre 1971 y 2007, la selección nacional logró 10 oros en el Clásico Mundial.
Pero los peloteros formados durante el Periodo Especial ya arrojaron otros resultados y en 2011 y 2015 Cuba tuvo que conformarse con el último lugar del podio. Desde ahí, solo se ha ido a peor.
El Gobierno no ha parado de repartir culpas desde que se produjeron los hechos y el principal destinatario es EE UU, al que reprochan desde hace cuatro años que pusiera punto y final al acuerdo alcanzado entre las Grandes Ligas y la Federación Cubana de Béisbol
Aunque el béisbol sigue dominando las pasiones de miles de aficionados y su lugar en la cultura cubana es tan prominente que los líderes del deshielo, Raúl Castro y Barack Obama, asistieron juntos a un partido de pelota, el fútbol ha comido un importante terreno en los últimos años y los partidos entre el Real Madrid y el Fútbol Club Barcelona se viven en la Isla con similar fervor al de los clásicos entre Industriales y Santiago.
Pero esto no es lo peor, sino el descrédito internacional que vive en las últimas semanas el deporte nacional tras la fuga de 12 de los 24 peloteros del mundial sub-23 en Sonora. El Gobierno no ha parado de repartir culpas desde que se produjeron los hechos y el principal destinatario es EE UU, al que reprochan desde hace cuatro años que pusiera punto y final al acuerdo alcanzado entre las Grandes Ligas y la Federación Cubana de Béisbol para realizar contratos de los cubanos en el país vecino obteniendo el organismo nacional un porcentaje de dinero sin restarlo del salario del pelotero.
Pero también los propios jugadores, a los que se acusa de «viles abandonos» y al propio cuerpo técnico, al que insta a trabajar más en «las dinámicas grupales, en las que se gestan los valores éticos y morales».
El Gobierno se ha fijado, como subraya Granma este miércoles, el reto de «salvaguardar este patrimonio inmaterial para que no corra riesgo de perderse esa memoria colectiva de nuestra nación y poder garantizar la continuidad, ya no solo de este deporte, sino de nuestra misma cultura popular. Perder este Patrimonio Cultural sería perder nuestra propia identidad nacional y nuestro futuro como nación, he ahí la gran importancia que tiene el béisbol y la urgencia de trazar estrategias efectivas para su rescate, conservación, y desarrollo».
Los entrenadores advierten que habría que comenzar apoyando a la base, la cantera de nuevos talentos que se ve mermada por la falta de terrenos aptos para practicar el deporte nacional. Los niños que muestran vocación y talento para la pelota, la mayoría de las veces no pueden acceder a un campo de béisbol con las mínimas condiciones, una necesidad que espolea al fútbol que puede jugarse con una portería improvisada y una sola pelota.
Sin embargo, se desconoce que las autoridades deportivas tengan previsto algún plan de choque para estimular a los peloteros y, en consecuencia, al deporte que acaba de declarar Patrimonio cultural. Si todo sigue igual, se corre el riesgo de que fugas colectivas como la de México no dejen de producirse ni con toda la vigilancia del mundo.