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El béisbol revolucionario debe morir

Aunque la anunciada consulta para salvar la pelota no tuviera la respuesta prevista solo serviría para alargar la agonía

El actor Alexis Valdés ha comentado en las redes sociales que, según le contaron, el Partido Comunista ha hecho a los humoristas una broma genial: «Compañeros, necesitamos que nos critiquen». Y macabra también la broma, por supuesto, como el chiste del gato a los ratones.

Un periodista de Cubadebate, notable plataforma vocera del Partido, ha aludido a otro felino al afirmar que el béisbol cubano debería recuperar «el ojo del tigre», pues «la mirada del felino encierra experiencia anterior, cálculo preciso, fuerza, valentía, creatividad, deseos, inteligencia, ambición y respeto».

Se quiere hacer creer que la anunciada consulta popular en la que se pregunta cómo elevar la calidad del béisbol tiene como objetivo que la pelota cubana recupere «el ojo del tigre». O sea, el gato les pide a los ratones que opinen sobre cómo se puede mejorar el juego de poder entre ambas partes. En serio.

La historia de las consultas promovidas por el Gobierno solo lleva a pensar que ya hay una decisión; que este sondeo forma parte de la propia retórica autoritaria con que se mueve cada hilo

Cuando el deporte nacional se hunde en su nadir histórico, el mánager intenta una jugada que genere simpatía a primera vista, pero la historia de las consultas promovidas por el Gobierno solo lleva a pensar que ya hay una decisión; que este sondeo forma parte de la propia retórica autoritaria con que se mueve cada hilo y de la dramaturgia que inevitablemente antecede a una imposición.

Se pretende que creamos que importan los peloteros, que hay voluntad de arreglar el entuerto y que lo que se quiere en primer lugar es salvar el gran espectáculo nacional. Como siempre, la alucinación inducida de «la gran reforma». Y el mascarón de proa de esa campaña es el nuevo director nacional de béisbol, Ernesto Reynoso.

«Lo más importante es lograr el consenso. Unir a la familia del béisbol cubano», martilla el mánager subrayando que se buscan «propuestas que contribuyan al desarrollo gradual» de ese deporte. La comisión consultora recorrerá todo el país realizando un par de encuentros diarios. Cuánta profundidad.

Además de la ligereza de un sondeo que arrojará lo que ya todos conocen, llama la atención que sea Cubadebate la base de despegue del artefacto, con un itinerario que precisa dónde aterrizará. Declarar que hay interés por parte de las autoridades por la «sabiduría popular» es un cínico truco de propaganda para poner una gota de «democracia» en el ambientador.

Declarar que hay interés por parte de las autoridades por la «sabiduría popular» es un cínico truco de propaganda para poner una gota de «democracia» en el ambientador

Cuando la convocatoria a la consulta asegura que no pretende «soluciones mágicas», ya nos ha dado la clave: para el gran mánager a la sombra resulta vital que no haya cambios esenciales. El juego sigue igual. Atrincherado. Se juega así o no se juega.

El que piense que esta maniobra pone al descubierto la incapacidad de la dirección deportiva para resolver los problemas debe tener en cuenta que esa incapacidad está a la vista desde hace tiempo y que el Gobierno no se inmuta, porque nunca aceptará que debe dejar de manejar el destino del béisbol.

Es cierto que sin recursos financieros y sin la imprescindible contribución de los más grandes peloteros cubanos en el extranjero jamás este deporte volverá al elevado nivel anterior, sobre todo si en todo el mundo se está jugando ya un béisbol en una dimensión muy distinta de aquella que existía cuando Cuba brillaba en los estadios internacionales.

Entonces llega esta orden gubernamental, con su táctica manigüera de explorar y continuar el juego dilatorio al tiempo que empieza a aplicar su torcido concepto de la mercadotecnia, haciendo propaganda de una «solución» que, aunque invisible aún, se encuentra ya cocinada en la caldera del Partido.

Lo peor es que nuestra pelota se encuentra en una condición tan crítica que casi cualquier arreglo supone alargar la agonía. Si mejoraran un poco las condiciones en los estadios y en la vida de los jugadores no se salvaría el béisbol, pero sería un respiro. Si el Gobierno le regalara el deporte nacional a los empresarios militares —movida que se avendría bien con su lógica rapaz y sectaria— sería un alivio más largo.

El Gobierno no se inmuta, porque nunca aceptará que debe dejar de manejar el destino del béisbol

Lo que no existe es una cura para este enfermo. El llamado béisbol revolucionario debe morir y dar paso al béisbol de siempre, que es el único real. «La única solución que necesita el deporte es la libertad y ellos lo saben», ha escrito un comentarista anónimo en la noticia. «Otro cuento para marear la perdiz», opina otro. «¿Para qué perder el tiempo, para qué volvernos locos», se pregunta un tercero, si «nuestro amor se ha perdido como una estrella fugaz?»

Y es que todo el mundo lo sabe. Lo que está verdaderamente mal no es haber perdido «el ojo del tigre», sino mantener aquello que provocó la pérdida: el ojo del amo, que le teme al tigre de la realidad.

 

 

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