El cepillo de dientes de Philip Roth
El asunto tiene su ramalazo de estropicio e ironía: Philip Roth, que resguardó su intimidad con especial celo, aparece ahora inventariado en la larga lista de sus pertenencias
La noticia salió a la luz pública hace un par de semanas. Menos de un año después de la muerte de uno de los más grandes escritores del siglo XX, el ático del escritor Philip Roth está en venta. Cuesta 3,2 millones de dólares y todo aquel que desee comprarlo, y por tanto mirarlo, debe pedir la vez. Sus pertenencias, como informó The Wall Street Journal, todavía están dentro. «Los zapatos del Sr. Roth todavía estaban junto a su cama, sus suéteres estaban doblados cuidadosamente en el armario y su cepillo de dientes estaba colocado en un vaso, junto al lavabo del baño», informaba la nota.
El ático de dos habitaciones ubicado cerca del Museo Americano de Historia Natural, tiene aproximadamente 500 metros cuadrados y tres balcones, también una amplia sala de estar que incorpora casi todas las estancias. En un dormitorio hay una pared cubierta de libros y varios escritorios dispersos por toda la casa, uno de ellos para escribir de pie -Roth sufría de dolores crónicos de espalda- y sobre algunos reposan ejemplares del diccionario, lapiceros e incluso una máquina de fax. La relación de objetos aparece detallada en varias publicaciones.
El asunto tiene su ramalazo de estropicio e ironía: Philip Roth, que resguardó su intimidad con especial celo, aparece ahora inventariado en la larga lista de sus pertenencias
El asunto tiene su ramalazo de estropicio e ironía: Philip Roth, que resguardó su intimidad con especial celo, aparece ahora inventariado en la larga lista de sus pertenencias. De estos asuntos hay no pocos episodios como la subasta de las cenizas y objetos de Truman Capote hasta el intento de convertir el ático donde Picasso pintó el Guernica en un spa. Un creador es su obra, no sus cachivaches y sin embargo parece difícil resistirse al influjo que ejercen, como si fuesen testigos del paso de un genio sobre la tierra.
Según reportó la revista Architectural Digest, destaca una silla Eames de cuero negro muy gastada y una otomana en la que a menudo se sentaba para contemplar la ciudad debajo de él. «La silla Eames: allí es donde se encuentra a Philip», comentó el biógrafo de Roth, Blake Bailey, al Wall Street Journal.
Muchos de los libros de Roth y algunos artículos personales eventualmente irán a la Biblioteca Pública de Newark y no se venderán con la casa. Además del piso, quienes lo deseen pueden comprar un estudio adyacente que también fue propiedad del escritor, por 675,000 dólares. Según reseñan las notas al respecto, Roth era propietario de una cuarta unidad un piso más abajo, que compró por 1.375 millones en 2007.
Superó un tiempo, clausuró una sensibilidad
Fue la voz de Estados Unidos, al menos una de las más importantes. La que levantó, cómo no, la pastoral de una nación. Philip Roth (New Jersey, 1933-2018), uno de los escritores esenciales de la narrativa americana del siglo XX y ganador del Pulitzer -y del Man Booker, y el Faulkner, y el Médicis-, superó un tiempo, clausuró una sensibilidad. A partir de él, la novela como género se convirtió en espejo. Roth tiene una obra conformada por más de 30 libros en los que exploró y abordó el caleidoscopio de sí mismo: judío, estadounidense, escritor y hombre.
Su biografía era el reflejo de una sociedad que él supo volcar en las páginas de sus historias. «He dedicado mi vida a la novela: he estudiado, he enseñado, he escrito y he leído. He dejado fuera casi todo lo demás. Ya basta. Ya no siento ese fanatismo por escribir que sentía antes», dijo el autor norteamericano a la revista francesa Les Inrockuptibles cuando anunció que dejaría de escribir, en 2012.
Eterno candidato al Nobel, su compleja obra fue rechazada una y otra vez por la Academia Sueca, que ya apuntaba miopía por ignorar la catedral de la obra del norteamericano. Hay sin duda ironía en todo esto, una mota de polvo en el cepillo de dientes, o acaso en la memoria ciclópea, de uno de los más grandes escritores del siglo XX.