«Son 985 pesos», dice la empleada al traer la cuenta de un almuerzo para tres personas en un restaurante estatal en el municipio de Playa, en La Habana. Sobrepasa el sueldo mensual de uno de los clientes, un ingeniero, a quien el pago en CUP no acaba de gustar. «Es que ahora es más evidente que los precios no tienen nada que ver con los salarios», se queja.
La pasada semana el Ministerio del Comercio Interior anunció que los locales gastronómicos bajo gestión estatal solo podrán usar una moneda, el CUP. Los productos que anteriormente se vendían en pesos convertibles (CUC) como cervezas, refrescos, cigarros, agua, helados, confituras y otras bebidas alcohólicas, han pasado a comercializarse en pesos cubanos.
La medida ha disparado la incertidumbre sobre la posible desaparición a corto plazo del CUC, que ha ido perdiendo terreno
La medida ha disparado la incertidumbre sobre la posible desaparición a corto plazo del CUC, que ha ido perdiendo terreno desde que las autoridades advirtieron de que el sobreviviente de la unificación monetaria iba a ser el peso cubano.
Desde 1994 conviven dos monedas y la gente se ha ido acostumbrando a alternar entre el devaluado peso cubano (CUP), que sirve para pagar los salarios y los productos y servicios básicos; y el peso convertible (CUC), equiparable al dólar.
Durante el Gobierno de Raúl Castro, de 2008 a 2018, se habló mucho de la unificación monetaria y de que se haría de manera gradual, pero hasta la fecha no se ha desvelado el cronograma ni el momento de culminación del proceso, mucho menos de cómo quedará la tasa de cambio.
«Estamos todavía acostumbrándonos a esta nueva situación», reconoce una empleada de un pequeño local estatal que se esfuerza para aplicar las nuevas directivas que, desde la semana pasada, le prohíbe cobrar en CUC. En el negocio, situado a un costado del hotel Habana Libre, se venden combos de comida con carne de cerdo, arroz y alguna vianda, además de bebidas alcohólicas y refrescos. «El simple hecho de calcular los ingresos al final del día ya es un problema porque son números mayores y los errores pueden aumentar, sobre todo cuando se llevan tantos años trabajando en CUC».
«El peso cubano es más falsificable porque el papel de muchas denominaciones es de peor calidad, así que hay que andar a cuatro ojos porque ya nos han intentado colar algunos billetes que no eran auténticos», añade. «Ahora me quedo fría cuando tengo que entregarle a un usuario una cuenta en pesos cubanos y la cantidad es mayor que lo que gano todo un mes trabajando aquí, antes no me daba tanta cuenta», subraya la trabajadora.
En una mesa, un turista italiano conversa con dos jóvenes cubanos. Han pedido cada uno un plato de masas de cerdo fritas, acompañado de una cerveza belga que es la única que por estos días se encuentra debido a la escasa producción nacional. Vicenzo, que vive en Milán, cuenta que cada año viene una o dos veces a Cuba y que manejar el CUP le incomoda.
«Si antes tenía que cambiar mis euros en CUC, ahora también tengo que cambiar mis CUC en CUP porque hay servicios -como los Panataxis- que siguen siendo exclusivamente en pesos convertibles pero ahora para comer o beber necesito la moneda cubana, eso me confunde todo el tiempo». «Tengo que salir a cambiar porque no me alcanza», lamenta Vincenzo, cuando le llega la cuenta por 412 CUP.
La empleada comenta a 14ymedio que la escena se repite casi cada día. «Hay gente que no sabe, llega y consume y después no tiene la moneda correcta para pagar». A pocos metros, un avispado emprendedor del mercado negro ha hallado en esa dificultad su nicho de mercado. «Cambio 1 a 22 ahora mismo sin tener que moverte a una caja de cambio», ofrece, en lugar de los 24 pesos de la tasa de cambio oficial del CUC.
«Aunque aquí no se puedan usar los chavitos, siguen siendo la moneda fuerte en las tiendas y otros servicios por lo que me conviene tenerlos», explica el cambista. «La mayoría de la gente que acepta este cambio son turistas, cubanoamericanos o personas que no quieren tener que interrumpir un almuerzo o una comida para ir a cambiar dinero para pagar la cuenta».
Mientras que el sector estatal está obligado a respetar la nueva medida, en los negocios privados son más flexibles. «Da lo mismo si paga en euros, dólares, pesos convertibles o yenes japoneses», ironiza Eduardo Rodríguez, el conductor de un auto privado que da frecuentes viajes desde La Habana a Varadero o a la zona turística de Viñales. «Mientras sea dinero no hay problema».
Sin embargo, los choferes de los taxis colectivos que hacen rutas fijas dentro de la ciudad prefieren ser más cautelosos. «No acepto chavito», advierte el trabajador por cuenta propia al frente del timón de un viejo Cadillac remendado que traslada pasajeros entre las cercanías del Capitolio y el municipio de Marianao.
«No puedo arriesgarme a quedarme con demasiados pesos convertibles encima y que de pronto unifiquen la moneda y solo permitan cambiar una pequeña cantidad por cada persona», explica. «El mismo día que anunciaron que las cafeterías y restaurantes estatales solo iban a aceptar CUP decidí hacer lo mismo dentro de mi carro, porque eso es una señal que no se puede desoír».
No obstante, tras el anuncio inicial la viceministra del Ministerio de Comercio Interior, Miriam Pérez, advirtió de que las ventas en pesos convertibles en los establecimientos del sistema estatal de comercio y gastronomía, no están relacionadas con la unificación monetaria sino que buscan «un mayor control» en esa red comercial. Unas declaraciones que no han logrado aplacar las suspicacias alrededor del chavito.
«Claro ¿Qué iban a decir? Si anuncian públicamente que esta moneda es ya un cadáver nadie va a querer tenerla en el bolsillo», opina Eduardo Rodríguez. «Es un peligro estar guardando dinero en chavitos porque cualquier día nos levantamos con la noticia de que no sirven para nada, aunque mis hijos y mis nietos nacieron con esta moneda y para ellos eran los billetes que de verdad valía porque el otro no sirvió para mucho».
«No es lo mismo decir que una pizza vale 3,50 CUC a ponerle delante del cliente una cuenta donde dice que le sale casi por 90 CUP», explica Wilfredo, camarero en un restaurante estatal de Playa especializado en comida italiana. «El número en pesos cubanos impresiona a cualquiera».