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El colapso cubano sin nombre ni apellido

El periódico inglés "The Guardian" acaba de rendirse ante la evidencia devastadora y ha publicado un ensayo fotográfico deslumbrante en su miseria titulado “El colapso cubano”

The Guardian, Cuba, El colapso cubano

Portada de «El colapso de Cuba» en «The Guardian» (Captura de pantalla)

 

MIAMI, Estados Unidos. – Desde mi mesa en el concurrido restaurante Floridita de la barriada de Westchester, en Miami, observo escenas de la felicidad de mis compatriotas.

Es un sitio sin pretensiones, de buena comida, casi siempre orgánica. Los dueños son un matrimonio de origen cubano. Miguel, el amable host del restaurante, también es un compatriota, así como Raúl, un amigo que muchos requieren por su servicio esmerado y carisma.

Hay nuevos camareros jóvenes, sin duda de las más recientes hornadas procedentes de la Isla que dispensan una atención impecable en su trato y conversación.

Muy cerca de nuestra mesa ocurre una celebración. Nueve personas, miembros de la misma familia, no cesan de conversar y reírse. Contentos de estar juntos en un día que parece especial. Todos impecablemente vestidos. Las muchachas de portadas de revista, los niños revoltosos y los mayores orgullosos del legado, alrededor del banquete que se merecen para festejar.

Esa es la idea de un fin de semana. Juntos, decentes, esperanzados, divertidos. No pocos de los concurrentes solo saben de la pesadilla dejada atrás por narraciones de las víctimas.

En el modesto y cómodo espacio del Floridita, se reproduce cada sábado y domingo, una suerte de microcosmos, el éxito de los cubanos cuando no son coartados por la represión de una ideología improcedente, sin sentido.

Por mucho tiempo organizaciones, líderes e intelectuales de izquierda han priorizado los pormenores políticos de los cubanos sobre sus derechos y desvelos familiares.

Les han exigido que se atrincheren en el muladar revolucionario para salvar la quimera totalmente fracasada, sin tomar en cuenta los sacrificios inconmensurables de tal desatino.

El veterano periódico inglés The Guardian, vocero de la izquierda desde el siglo XIX, acaba de rendirse ante la evidencia devastadora y ha publicado un ensayo fotográfico deslumbrante en su miseria titulado “El colapso cubano”.

Aunque, eso sí, llegan bien tarde a la desilusión, luego de tanto maltrato, éxodo, crímenes, cárceles y otros desmanes registrados en diversidad de audiovisuales.

Desde los populares “Noticieros ICAIC”, cuando el director José Padrón metió valientemente la cámara en la llaga del derrumbe habanero, pasando por realizadores extranjeros que revelaron temprano al mundo la inoperancia castrista como Habana, de Jana Bokova, El arte nuevo de hacer ruinas, de Florian Borchmeyer y Cuba 111, dirigido por Dirk Vandersypen, hasta la filmografía gloriosa del joven cine independiente de la Isla donde figuran, entre otras incursiones cenitales sobre pobladores en el acabose urbano como Buscándote Habana, de Alina Rodríguez, Las camas solas, de Sandra Ramos y Elena, de Marcelo Martín, que contienen argumentos suficientes para desacreditar el desinterés castrista en sus “olvidados”.

El ensayo de The Guardian, debido a las dramáticas y morbosas fotos de Manu Mitru y Jordi Otix, con textos de Laura Luque y David Melero, se refiere al colapso urbanístico como metáfora de un fracaso épico, sin solución a la vista.

Cada foto cuenta una historia aberrante de seres humanos ―por lo general personas negras―, en escenarios infernales. Lamentablemente, la desventura sigue siendo fotogénica.

El ensayo atribuye la debacle a la inflación, el embargo y la mala administración del régimen. Se concentra en la crisis de la vivienda, los derrumbes consuetudinarios y sus consecuencias, así como en los llamados “albergues”, un paliativo a la escasez total de lugares donde vivir.

Revela nuevas circunstancias que expresan la indiferencia de la dictadura hacia los necesitados así como la prioridad de sus intereses financieros. Los terrenos de propiedades derruidas son aprovechados para construir hoteles de lujo.

Por supuesto que no se hace mención al hecho de que las compañías hoteleras extranjeras están lucrando con pertenencias que han sido incautadas a sus dueños, sin ser justamente recompensados.

Para The Guardian, las voces en este reporte difieren de la imagen de “un paraíso caribeño”, son vidas en edificios ruinosos, entre ratas, chinches, cucarachas y humedad que sufren constantemente el corte de la electricidad y agua y tienen un limitado poder adquisitivo.

Hay niños traumatizados y una embarazada que debió concurrir a emergencia médica cuando una cucaracha le entró en el oído mientras dormía.

Los desperdicios se botan por las ventanas y las promesas de mitigación siguen incumplidas.

Funciona, eso sí, una red de materiales de construcción en la bolsa negra. Mientras, las personas que concurren a las ruinas para excavar y vender lo que se pueda aprovechar son llamadas “termitas”.

Los albergues inhóspitos de hoy hacen parecer a los descritos por José Padrón en su Noticiero ICAIC de los años 80, como socorridas casas de huéspedes tan en boga durante la República.

La crisis de la vivienda ―informa The Guardian― es particularmente seria en La Habana, la provincia más densamente poblada de la Isla. De acuerdo con estadísticas oficiales, tiene 185 348 propiedades en pésimas condiciones, de las cuales 83 879 están necesitadas de arreglos parciales y 46 158 de renovaciones mayores. Otras 43 854 viviendas se necesitan para víctimas de derrumbes previos que residen en albergues estatales, así como otros 11 458, debido al incremento de la población.

En un descargo de responsabilidad que acompaña los artículos aparecidos en el periódico, afirma Betsy Reed, la editora de The Guardian, que cuando reportan un tema como el cambio climático no tienen miedo de nombrar al responsable.

En el caso que nos atañe ―“El colapso cubano”―, parecen haber olvidado un solo nombre ―castrismo― para resumir toda la culpabilidad del engendro histórico que suma 64 años de agonía para el pueblo cubano.

 

Alejandro Ríos es parte del exilio de Miami desde 1992. Organizó el primer Festival de Cine Alternativo Cubano, en Miami Dade College (2003), y fue co curador del Festival La Fruta Prohibida, de cine independiente cubano del siglo XXI (2018), en Coral Gables Art Cinema. Presentó, durante diez años, el programa La Mirada Indiscreta en el Canal 41, AmericaTeVe, donde hoy se desempeña como crítico de cine de su redacción de noticias. 

 

 

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