El comunismo en América
¿Qué porcentaje de la población mexicana conoce la situación cubana y venezolana? ¿Está enterada de lo que acontece en el hemisferio sur?
Bien reza el refrán popular al afirmar que “nadie escarmienta en cabeza ajena”. Me refiero a nuestra incapacidad de aprender de los errores cometidos por terceros. Por lo general, solo reaccionamos cuando la herida es personal, dolorosa y en carne propia, realidad que expresa, tal vez, una estulticia suicida con resultados catastróficos que bien podrían haberse evitado de haber aquilatado a tiempo las situaciones de peligro. ¿Por qué desperdiciar las experiencias ajenas…?
¿Qué porcentaje de la población mexicana conoce la patética tragedia cubana y venezolana? ¿Está enterada de lo que acontece en el hemisferio sur y, de estar informada, hace lo necesario para no padecer las aberrantes condiciones existenciales padecidas en dichos países caribeños? Todavía escucho aducir a los venezolanos con arreglo a diversos argumentos que se desvanecieron con el paso del tiempo, que la debacle cubana jamás la padecerían ellos…
La furiosa realidad no tardó en imponerse con una violencia huracanada, mientras las masas desesperadas se dolían por haberles robado, una vez más, la esperanza. En México también se dice que López Obrador no es Chávez y que el comunismo nunca se impondrá en este país, porque los contextos políticos, económicos y culturales son radicalmente distintos y, por si fuera poco, la vecindad con los Estados Unidos constituía un contrapeso imposible de excluir de un análisis serio.
Bien, sí, pero llegó a mis manos un Formulario para Instalar el comunismo en México para el 2020, que sigue los lineamientos del Foro de São Paulo, cuyos principios y logros solo han conducido a la muerte, al hambre y a la pobreza en el continente:
En México ya se creó una guardia militar, se hizo un primer intento por someter al poder legislativo y judicial bajo un solo poder, cuando se trató de nombrar, de acuerdo a la escuela chavista, a cinco nuevos ministros en la Suprema Corte de Justicia que fueran incondicionales de López Obrador, de modo que éste dominara a la mayoría de los ministros. Ya se modificaron ciertas leyes para manejar a discreción los recursos del presupuesto. Ya se desmitifica a las religiones introduciendo elementos para que se confundan con sectas esotéricas. Ya se controlan diversos medios y se reproducen técnicas de propaganda para impulsar el culto al gran líder. Ya se instala una agenda progresista como el aborto, las drogas, el homosexualismo y relatividad de valores. Ya se reformó la educación para lograr la “igualdad” y para promover la lucha de clases, desde que se enfrentan pobres contra “pirruris” y “fifís”, los adinerados, y se ha expandido el ejército de gente leal al partido por medio de multimillonarias dádivas, de modo que en el 2021 se tenga el control de la población por medio de las redes sociales y de partidos satélites de apoyo. Ya se refuerza la lucha por los pobres con la bandera de la corrupción y el neoliberalismo y se propone el control total del Internet a través de CFE Telecom y se mapea a los empresarios para que se vayan marginando o huyendo del país, objetivo que se va logrando desde que se ha desplomado la inversión y empezado la fuga de capitales. Ya se crearon estructuras paralelas para controlar a los gobernadores de los Estados y se han instrumentado mecanismos de terrorismo fiscal, sin descartar un futuro control de bancos, de divisas y de cambios, ante la contracción económica. Se producirán expropiaciones, como la primera que ya se dio, por la vía de los hechos, al cancelar el aeropuerto internacional de la Ciudad de México, sin ningún argumento coherente para lograrlo. Se trata de hacer escarmentar a la clase alta económica haciendo saber que el dinero es pecado. Ya se sentaron las bases para cambiar la constitución orientada a una reelección a “juicio del pueblo”, entre otros objetivos más que las mayorías se niegan a contemplar.
Sobra aclarar que los países que participan en el Foro de São Paulo se han precipitado en la miseria, en la intolerancia política orientada a destruir a la democracia, con todas sus consecuencias sociales. Morena, el partido en el poder en México, por supuesto que es integrante de dicho foro, también con todas sus consecuencias ya ampliamente visibles…