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El comunismo nunca tuvo sentido del humor, Kundera sí

Exilado desde 1975, despojado de su ciudadanía checa y naturalizado francés en 1981, Kundera dejó atrás su lengua materna

Un hombre expulsado de su país, de su lengua, incluso de sí mismo. Educado en una exquisita sensibilidad musical y literaria, se dedicó a la literatura, que acabó siendo su única patria. Su primera novela, ‘La broma’, partía de una infortunada ironía, una pequeña ‘boutade’ leída por la persona equivocada: «El optimismo es el opio del pueblo». Publicada en Praga en 1967, la novela corrió como la pólvora, hasta que comenzó a ser considerada como una Biblia de la contrarrevolución. El libro fue retirado de todas las bibliotecas públicas y con ella se inauguró la disidencia y persecución al escritor checo Milan Kundera, uno de los más grandes del siglo XX.

Hubo algo profético al mismo tiempo que contemporáneo en aquella primera novela: el comunismo nunca tuvo sentido del humor y la sociedad contemporánea comenzaría a renunciar a él como quien declina en su derecho al uso de la inteligencia. Y Kundera lo comprendió muy bien, supo verlo mejor que nadie. Huraño, un tanto esquivo, llevaba años alejado de un mundo que quizá hoy no comprendería sus libros. En 2008 fue acusado de colaborar con el régimen comunista -sí, el mismo que lo machacó- al delatar a un joven estudiante que pasó 22 años en prisión. Él lo negó.

Exilado desde 1975, despojado de su ciudadanía checa y naturalizado francés en 1981, Kundera dejó atrás su lengua materna y asumió el francés como la propia. En la primera escribió el volumen de cuentos ‘El libro de los amores ridículos’ y las novelas ‘La broma’, ‘La vida está en otra parte’, ‘El vals del adiós’ (La despedida), ‘El libro de la risa y el olvido’, ‘La insoportable levedad del ser’ y ‘La inmortalidad’.

Ya en francés, las novelas ‘La lentitud’, ‘La identidad’, ‘La ignorancia’ y ‘La fiesta de la insignificancia’; la obra de teatro en tres actos ‘Jacques y su amo. Homenaje a Denis Diderot’; y cuatro ensayos: ‘El arte de la novela’, ‘Los testamentos traicionados’, ‘El telón’ y ‘Un encuentro’. Después de 14 años de silencio editorial, el autor checo regresó en 2014 con ‘La fiesta de la insignificancia’, publicada por Tusquets Editores, sello que ha publicado la totalidad de su obra.

Sexualidad, poder, humor

Traducida por la editora Beatriz de Moura, aquella novela del checo retomaba los temas que han sido las vigas de su novelística: la sexualidad, el poder, el humor. «Están presentes casi todos los temas preferidos del autor y llevados a su esencia: la maternidad, la sexualidad, el poder con sus facetas —desde la crueldad y la arbitrariedad hasta el absurdo y la ternura—, la zafiedad de los falaces…», comentó entonces su editora.

Publicado primero en Italia y posteriormente en Francia por Gallimard, el libro tuvo una acogida entusiasta de la crítica, especialmente francesa, que reconocía en las páginas de esta entrega la solidez narrativa de ‘La insoportable levedad del ser’ (1984), ‘La lentitud’ (1995) o ‘La identidad’ (1997). La Fiesta de la insignificancia fue entendida como una de las últimas, por no decir la última gran novela de un hombre cuya obra demuestra, todavía hoy, cómo Europa fue claudicando en su intento de complejidad.

 

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