El contrato que olvidó el maestro Istúriz
Gritaban desde ambos lados de la reja. Los vigilantes intentaban cerrar la entrada del Ministerio de Educación, pero los maestros halaban la reja y lo impedían. Querían ver al ministro Aristóbulo Istúriz. En medio del forcejeo, un grupo logró entrar. La policía se abría paso a empujones. Intentaban mediar, cuando un maestro salió de la sede con el brazo levantado. “Un vigilante me pegó un batazo”, dijo. Los demás enfurecieron.
La policía cerró la puerta y llegó la Guardia Nacional. Armaron un piquete mixto en la entrada y cerraron el paso con sus escudos. Nadie podía pasar. Los que entraron no serían recibidos en la reunión. Tampoco los dejaban salir.
Diecisiete sindicatos convocaron a los profesores a marchar este miércoles 14 de noviembre en todos los estados del país. En Caracas, el plan era hacer una asamblea frente al Ministerio de Educación, en el centro de la ciudad. Exigían respeto a su convención colectiva firmada en abril y derogada de facto desde el aumento del salario mínimo decretado por el presidente Nicolás Maduro el 17 de agosto de este año.
Los maestros comenzaron a llegar a las 7:00 de la mañana. Un representante de cada uno de los 17 sindicatos de Caracas entró al ministerio. Sabían que Istúriz no los recibiría, pero les dijeron que una viceministra lo haría. Afuera los esperaba el resto. Los sindicatos estimaron que mil docentes acudieron a la protesta. Pasaron horas. Nadie daba respuestas. Comenzaron a dudar de sus líderes sindicales. Algunos los acusaban de negociar a costa de sus sueldos. Decidieron entrar.
La intensidad de la protesta sorprendió a los funcionarios. El día anterior, en esa misma entrada, habían protestado los maestros de la red Fe y Alegría. Tocaron cuatro, cantaron aguinaldos para exigir el pago de sus sueldos. Tenían tres semanas trabajando sin cobrar.
Fe y Alegría es un movimiento jesuita de educación popular que pertenece a la Asociación Venezolana de Educación Católica (AVEC) y tiene una red de 174 escuelas en todo el país. Frente al ministerio estuvieron representantes de los 26 colegios que operan en Caracas y Vargas. Eran unos 300 manifestantes. Cada plantel envió una comisión de directivos, profesores, obreros y administrativos. Dejaron al resto en las aulas. Su protesta no interrumpió las clases. Tampoco las tres semanas sin salario. Las escuelas de Fe y Alegría no se han paralizado. Sus casi 6.000 maestros las han abandonado, aunque tengan que pedir prestado para asistir.
“Mi mamá me da dinero de su pensión para que pague el pasaje”, contó Alicia Agüero, una maestra de 49 años que da clases en cuarto grado en la escuela Don Pedro y participó en la protesta.
En varias escuelas los directores preparan “ollas solidarias” para alimentar a los estudiantes que llegan con hambre a clase. Ahora los docentes también comen de esas ollas. “A veces los niños me dicen en el salón que tienen hambre. Antes les daba mi comida. Pero ahora yo también tengo hambre”, explicó Agüero.
Los colegios que pertenecen a la AVEC reciben una subvención del Estado venezolano, establecida en un convenio firmado el 11 de enero de 1990. El acuerdo cubre 642 planteles de todo el país. El ministerio no ha pagado el subsidio desde hace tres semanas. La protesta del martes exigía esos pagos.
“Se le saluda, ministro Istúriz. Baje a hablar con nosotros”, dijeron a través de un megáfono. Istúriz estaba adentro. Encabezaba una reunión de los ministros de la Vicepresidencia Social. Pero la ventana del piso 20, donde queda su despacho, permaneció cerrada. La viceministra Rosángel Orozco los recibió. Dijeron que no habían pagado porque AVEC mandó las tablas salariales con errores. Prometieron que el 15 de noviembre pagarían los sueldos que les debían. Aunque los maestros de Fe y Alegría no pelearon, algunos se fueron con la sensación de que tendrían que volver. No resolvieron el problema de base. Si les pagaban lo que les debían, igual los sueldos seguían siendo bajos.
Quizá por la tranquilidad de esa protesta anterior, la policía no impidió que el miércoles se concentraran los profesores del sistema público. Sin planearlo, la asamblea se convirtió en protesta y la protesta en conflicto para entrar al ministerio. Su reclamo era el respeto al contrato colectivo, que no se ha cumplido desde agosto.
El Ministerio de Educación, entonces dirigido por Elías Jaua, firmó el 10 de abril de este año la convención colectiva del sector. Entre otras cosas, el documento contemplaba 8 aumentos salariales hasta enero de 2020, aumento de las primas, nuevos bonos y cuatro meses de aguinaldos para los docentes. Por tres meses, el acuerdo fue respetado. Los profesores cobraron un aumento de 100% en abril y otro de 40% en julio.
Pero el incremento de sueldo mínimo decretado en agosto eliminó las primas de transporte, jerarquía, bonos y la tabla salarial. El 4 de septiembre, Maduro destituyó a Jaua y designó a Istúriz como nuevo ministro.
Aristóbulo Istúriz fue ministro de Educación entre los años 2001 y 2007. En esa gestión fue criticado por ignorar las protestas de sus colegas. Antes de llegar al poder, Istúriz fue maestro de Ciencias Sociales e Historia. Un dirigente sindical destacado en la década de 1980. Fundó y presidió el Sindicato Único del Magisterio (SUMA), así como la Federación de Trabajadores del Magisterio (Fetramagisterio). Han pasado cuatro décadas, pero los maestros recuerdan. Reclaman que el ministro olvidó que fue maestro.
Cuando fue dirigente sindical, era común verlo encabezar los paros de profesores. Cerraba las escuelas con candados, soldaba las cerraduras para impedir que entraran a dar clase. Se encadenó una vez a la entrada de una escuela para exigir mejores salarios.
“El docente que sea incapaz de defender sus derechos no puede ser ejemplo para un niño, porque es un cobarde”, eran palabras de Istúriz en 1985, recordaba una pancarta en la protesta.
“Aristóbulo es el promotor del año sabático de los educadores. Cuando fue presidente de SUMA le pegaba candados a las escuelas los días de paro. Nosotros ahorita no lo podemos hacer porque el presupuesto no nos alcanza”, afirmó la profesora Griselda Sánchez, secretaria de contratación colectiva del Sindicato Venezolano de Maestros (Sinvema).
Las protestas que encabezaba Istúriz se debían a los contratos colectivos de la época. Todos los maestros cobraban lo mismo, solo se diferenciaban por el número de horas de clase. Los sindicatos pedían mejores sueldos y una escala que organizara a los maestros por mérito, años de servicio y formación de posgrado. Reclamaban que quienes tuvieran más trayectoria y formación tuvieran mejor salario.
Desde septiembre de 2018, cuando Istúriz fue nombrado ministro de Educación por segunda vez, el gobierno comenzó a pagar el salario de los maestros cada semana. No actualizaron la tabla de sueldos por categorías. Ese mes todos cobraron lo mismo: 1.800 bolívares. Un salario mínimo.
“Con el contrato colectivo habíamos ganado muchísimas cosas, que Elías Jaua nos había hecho reivindicar un poquito. Ahora viene Aristóbulo y quitó todo”, reclamó la profesora Nelly Ramos, del liceo Diego de Losada de la parroquia El Valle, en el suroeste de la ciudad.
“Yo cobro 617 bolívares cada semana. En casa comemos dos veces al día nada más. Ya no podemos salir a ninguna parte. No podemos comer galletas. Solo compramos un poquito de comida y ya no tengo ni para comprar salado. No me alcanza el dinero para comprar pollo ni carne”. Tiene 18 años de servicio como profesora de Matemática y Física. No recuerda la última vez que pudo comprar un par de zapatos. Los que tenía puestos estaban rotos.
Dos meses después, ahora en noviembre, muchos maestros no saben cuánto es su sueldo. El ministerio no ha publicado la nueva tabla salarial y no emiten recibos de pago desde septiembre. “No podemos ver con claridad qué es lo que nos están pagando, cuáles son nuestras asignaciones y nuestras deducciones”, denunció en las afueras del ministerio el profesor Carlos Garrido, del liceo Urbaneja Achelpohl, ubicado en Los Símbolos, en el suroeste de Caracas.
El contrato establecía un aumento salarial de 40% desde el primero de octubre. No lo aplicaron. Este mes de noviembre, el ministerio dejó de pagar una semana y anunció que en lugar de cuatro meses de aguinaldos, les pagarán solo tres. Tampoco han cobrado las primas de transporte ni los bonos contemplados en el contrato colectivo. Orlando Pérez, constituyente y presidente del sindicato oficialista Sinafum, afirmó en una entrevista concedida a VTV en septiembre que las primas y bonos no desaparecieron. Dijo que fueron “salarizados”. Es decir, todos están incluidos en los 1.800 bolívares soberanos del sueldo mínimo. El seguro médico les da una cobertura de 200 bolívares. El funerario cubre 150. Un antigripal cuesta 800 bolívares.
Después de las 11:00 de la mañana se escucharon más gritos. Los maestros se aglomeraron otra vez en la entrada del ministerio. Esa vez no intentaban entrar. Querían escuchar. Salieron los primeros dirigentes de la reunión.
Oswaldo Pantoja, representante de Sitraenseñanza Miranda, gritaba por un megáfono. Dijo que instalaron mesas de trabajo con el ministerio y fue recibido con insultos. “¡Vendidos!”, gritaron los maestros. El grito de “paro nacional” se multiplicó entre los manifestantes.
Tomó el megáfono la profesora Griselda Sánchez, secretaria del Sinvema. “Nosotros no tenemos competencia para llamar a un paro nacional”, aclaró. La pitaron. “No me digas que no pueden convocar un paro en Caracas, aunque sea de 24 horas”, increpó una maestra.
La convocatoria a paro nacional depende de las federaciones gremiales, no de los sindicatos regionales. A falta de una huelga general, en Aragua los sindicalistas locales llamaron a paro de 24 horas. En Portuguesa se paralizarán 72 horas la semana próxima. Los gremios caraqueños no han tomado decisiones.
Los sindicalistas prometieron que no negociarán nada que implique perder beneficios del contrato colectivo. Solo así se ganaron algunos aplausos. Dentro del ministerio seguía la reunión.
Llegó el mediodía y no quedaban ni la mitad de los maestros. Cansados de esperar respuesta, se fueron caminando en grupos pequeños hasta el Metro de Caracas. La Guardia Nacional se retiró, pero los policías se quedaron custodiando el edificio. La protesta se disolvió sola.
A las 5:00 de la tarde los sindicatos que convocaron la protesta anunciaron que no habían logrado acuerdos. Edgar Machado, presidente del sindicato de maestros de Caracas, informó en una entrevista radial que se reunieron con la viceministra de Educación Media, Nancy Ortuño. Expusieron sus exigencias y pidieron que el ministro Istúriz explique públicamente la situación. No les dieron garantías. La reunión no había terminado.
“En Caracas apostábamos a la paz educativa. La pelota la tiene el ministro. Dependiendo de él está que nosotros estemos en paz con el Ministerio de Educación, o entraremos en conflicto más fuerte todavía”, advirtió Machado.
El sindicato oficialista envió un mensaje a sus agremiados a las 8:30 de la noche. Dijeron que sí hubo acuerdo. Decidieron seguir revisando los reclamos.
Este jueves 15 de noviembre, los maestros seguían con sus cuentas vacías. A la hora de empezar clases, Fe y Alegría no había recibido el pago de sus tres semanas. Los profesores de colegios públicos tampoco habían recibido el pago de la semana de noviembre que les debían. Les habían prometido pagar dos meses de aguinaldos. No los habían entregado. Cuando las escuelas abrieron este jueves, los maestros seguían sin salario.
En la noche, los profesores de la AVEC cobraron dos de las tres semanas que les adeudaban. No saben cuánto pagarán los últimos siete días. Han recibido tres meses de aguinaldos y no saben si les cancelarán el cuarto que contempla el contrato. El ministro Istúriz encabezó un acto de graduación de Misión Ribas el miércoles. El jueves aumentó las becas a los estudiantes y misioneros. No dijo nada sobre las protestas.