El “deterioro de la experiencia democrática” y la proliferación de elecciones
Este 2024 presenta un ciclo electoral sin precedentes, pero “hoy solo tenemos acaso un 12% de democracias plenas y un 30% de democracias deficientes en el mundo, siendo el resto autoritarismos de distinto tenor”. Asdrúbal Aguiar nos pone en contexto sobre democracia, libertad y elecciones.
Asdrúbal Aguiar: “María Corina Machado no es un fenómeno político, sino un fenómeno social”.
Asdrúbal Aguiar Aranguren -pensador de lo actual, jurista, político, columnista, y escritor venezolano- en estos inicios de 2024, especialmente electoral, habla de la doble paradoja: “deterioro de la experiencia democrática” y al mismo tiempo de la proliferación de actos comiciales en 75 países.
-¿Cómo cree que puede evolucionar este año electoral sin precedentes en un “mundo cada vez más abstracto e inmaterial”, como usted lo cataloga en una de sus columnas recientes?
-La apertura de un año electoral sin precedentes para el Occidente y también para Oriente, si tenemos presente a la India, dado el elevado número de eventos que tendrán lugar esta vez, se vuelve una paradoja. ¡Y es que, incluso contando el tiempo recorrido del presente siglo, nunca, tras tantas elecciones, se había deteriorado tanto la experiencia de la democracia! Escribí en 2018 sobre el proceso de desconstrucción social y política en Occidente en el curso de 30 años, entre 1989/2019. Advertía sobre dos paradojas; la primera, en la medida en la que se hacían elecciones como nunca se habían conocido en la historia de nuestros países, decrecía proporcionalmente en la misma medida la experiencia de la democracia: deterioro del Estado de Derecho, desprecio absoluto por los partidos políticos, ausencia de separación de poderes, atentados repetidos contra la libertad de prensa, el periodismo, la libertad de expresión que es la columna vertebral de la democracia. Y la segunda, lo que podría decirse, también, acerca del respeto a los Derechos Humanos y sus tutelas como contenidos de la democracia; pues nunca se habían hecho tantas declaraciones internacionales y constitucionales de derechos, se les ha “inflacionado” al punto de dárseles derechos a la naturaleza objetiva, a los árboles, a los ríos y al sinnúmero de identidades que se forjan al detal -y en paralelo nunca, como ahora, se irrespeta con impunidad a la dignidad de la persona humana, su vida e integridad personal en todo plano, y en el mismo Occidente-. Es que nunca antes se había hablado del tema de derechos humanos, que es el contenido de la experiencia de la democracia, incluso el catálogo ha crecido de manera admirable frente a las grandes libertades de la Revolución Francesa y de la Revolución Americana del Siglo XIX, pero nunca antes habíamos visto cuadros de violaciones sistemáticas. Hay un proceso de inflación de derechos. Ya tienen derechos los árboles, los animales. Derechos personalísimos.
“Vivimos en una aporía, en la que se usan las formas y rituales electorales para vaciar de contenido a la democracia y sus prescripciones morales, que en definitiva predican como denominador a la libertad”
Asdrúbal Aguiar
-¿Cuáles son esos desafíos que enfrenta la democracia en Hispanoamérica?
-Al respecto he reflexionado a profundidad en mi libro Calidad de la democracia y expansión de los Derechos Humanos, publicado en 2018, que lleva prólogo de Laura Chinchilla, expresidenta de Costa Rica; y en el que subrayo los desafíos que acusa la democracia como consecuencia de la invertebración actual de las sociedades hispanoamericanas, el secuestro de los aparatos estatales por neopopulismos autoritarios y su apoyo por jueces constitucionales que vacían de contenido democrático a las Constituciones. En un contexto de globalización digital que diluye los espacios territoriales de los Estados, afecta las mediaciones institucionales, hace inmediatas las relaciones de poder a través de los medios de comunicación social, y provoca una inflación en los Derechos Humanos de grupos que los trivializan, afectándose el sentido mismo del pluralismo democrático y su relación con la coherencia social que reclama la vida política. Se trata de un fenómeno que viene afectado a las Américas y a Europa; mientras el mundo se hace más abstracto e inmaterial en el contexto de la globalización de la era digital.
-¿Se puede contabilizar la experiencia democrática en el mundo?
-Hoy solo tenemos acaso un 12% de democracias plenas y un 30% de democracias deficientes en el mundo, siendo el resto autoritarismos de distinto tenor. Lo que es más grave, Occidente ha estado comprando la tesis de carácter endógeno y doméstico que habría de tener la experiencia democrática, condenándose la vigencia de estándares internacionales. El mismo Consejo Permanente de la OEA -salvo la Corte Interamericana de Derechos Humanos- ha congelado y hecho ineficaz a la Carta Democrática Interamericana de 2001, abroquelándose falsamente, para ocultar su falta de voluntad política, en la necesidad que tendría esta de ser reformada.
-¿Democracia a la medida?
–China y Rusia, en las horas previas a la guerra de esta contra Ucrania, aprobaron la Declaración de Pekín sobre las Relaciones Internacionales para la Nueva Era, donde señalan que la liquidación de esas reglas universales es indispensable para asegurar la paz, y prescribiendo que cada pueblo o nación tiene derecho a escoger si vive o no bajo una democracia. De modo que, vivimos en una aporía, en la que se usan las formas y rituales electorales para vaciar de contenido a la democracia y sus prescripciones morales, que en definitiva predican como denominador a la libertad. ¿O no es eso lo que ocurre? A manera de ejemplo en El Salvador -para no repetir el gastado discurso sobre Cuba, Nicaragua y Venezuela- donde el presidente, como quiso hacerlo Evo Morales violando la Constitución, aspira reelegirse y acabar con el principio de la alternabilidad democrática.
-¿Ve signos recientes de ambición a la “reelección perpetua”?
-El presidente en El Salvador arguyó el derecho humano a la reelección perpetua. La situación la enfrentó la Corte Interamericana de Derechos Humanos, por cierto, a solicitud de la Iniciativa Democrática de España y las Américas (Grupo IDEA) [del que A. Aguiar Aranguren es secretario general] vía Colombia.
-¿La elección de Javier Milei en Argentina es un hecho aislado?
-El proceso de destrucción -como lo declaré a NT24– que ha sufrido el conjunto de las Américas en el curso de estos últimos 30 años, que lleva la práctica del Socialismo del Siglo XXI, han sido realmente lamentable. Los iconos que han surgido: Nicaragua, Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, se han sumido en situaciones de ingobernabilidad verdaderamente pasmosas. Como consecuencia de ello, poblaciones no votan por un signo ideológico sino en contra por aquel que le hace oposición política abierta a aquella realidad política que es poco esperanzadora para el porvenir. En el caso de Argentina, eran muy descarados los hechos de corrupción, estaba en una situación de catástrofe económica-financiera. El que aparezca y promete acabar con eso, encuentra eco en la población. Yo prefiero darle tiempo a Milei. Y cuando aparecen gobernantes que se oponen al Grupo de Puebla surgen al día siguiente las protestas violentas, campañas que no respetan el tiempo de la “la luna de miel”. Ya lo estamos viendo en el caso de Argentina. Esta no es una reacción democrática sino de calle. Yo le doy tiempo a Milei.
-¿Alguna clave sobre las elecciones en Venezuela?
-Estados Unidos tiene un desafío muy grande porque María Corina Machado no es un fenómeno político, sino un fenómeno social.
-¿Y Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos?
-Hay que ver cómo se comportarán las plataformas digitales. En las elecciones en la que se postularon Biden y Trump, en 2020, no fueron unas elecciones en las que compitieron Demócratas vs. Republicanos, o The New York Times vs. The Washington Post. A Trump se le acabó el oxígeno cuando las plataformas digitales le cerraron las puertas.