Democracia y Política

El dilema de Casado

Los periodistas que en un momento u otro hemos tenido que dedicarnos a cubrir la actualidad política nos hemos visto obligados a crearnos unos mecanismos de defensa o anticuerpos para mantener una relación cordial con todos los partidos, pero, al mismo tiempo, no caer en una relación que pueda asemejarse a algo parecido a la amistad. Cada uno tiene un papel que desempeñar, y nuestra capacidad de saber mantener el distanciamiento justo entre nuestro deber con los lectores y el cariño de las fuentes es lo que nos hace mejor o peor profesional. Les tengo que confesar que una de las veces en las que mi equilibrio se hizo más inestable fue en los veranos de 1997 y 1998 cuando me tocó ir a cubrir los asesinatos de diversos altos cargos del PP y del PSOE en el País Vasco. Estar en la puerta de la casa de Miguel Ángel Blanco, en Ermua, cuando se dio a conocer que había sido asesinado por ETA después de varios días secuestrado, fue un momento que no se puede olvidar. En aquellas fechas conocí a un joven irundarra, Borja Sémper , de 21 años, que había decidido hacerse militante del PP y era concejal de su ciudad.

Sémper me concedió una entrevista en julio de 1998 después de que ETA matase en la puerta de su casa al concejal popular Manuel Zamarreño con una moto bomba. Sémper eligió un restaurante de La Concha de San Sebastián con toda una planta vacía en la que sólo estábamos nosotros dos y los dos escoltas. El contraste con la gente que tomaba el sol y se bañaba en la playa era aún más doloroso. Sémper me confesó que había reflexionado si valía la pena continuar en la política, pero aquel día me lo dijo muy claro: “Cuando hubo el primer muerto, era el momento de pensarlo. Ahora, con siete concejales muertos ya nos da igual. Vamos a seguir”. Y siguió, siguió, y siguió… hasta esta pasada semana que tomó la decisión de dejar la actividad política. Sémper era portavoz del PP en la Cámara vasca y presidente del partido en Guipúzcoa.

Borja Sémper ha explicado que los motivos de su renuncia son “personales”, pero es evidente, como se ha interpretado en todos los medios, que detrás de la decisión está su enfrentamiento público con la cúpula del PP. La portavoz popular en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, había calificado de “tibieza” la actitud del PP vasco, expresión que fue contestada por el propio Sémper con una frase lapidaria: “Mientras algunos caminaban sobre mullidas moquetas, otros nos jugábamos la vida”.

La marcha de Sémper quedará sepultada en breve por la sobreabundancia de noticias que genera la actividad política, pero debería llevar a la reflexión a Pablo Casado sobre lo que quiere hacer con el PP en el futuro. La pasada semana escribíamos en esta misma sección, en el momento de mayor excitación de las izquierdas por la constitución del nuevo Gobierno, que si se quiere llevar a cabo las reformas estructurales que necesita España, nada importante se puede construir de espaldas al PP. Los populares sólo tienen dos alternativas: intentar hacer una oposición constructiva y extender la mano al Gobierno minoritario de Pedro Sánchez en algunas cuestiones clave para la sociedad española, o atrincherarse en una oposición destructiva donde difícilmente puede llegar a superar los niveles de Vox.

Hemos visto hasta ahora las dos caras de Casado. Con la primera, más a la derecha, se impuso en el congreso del PP y empezó a dar los primeros pasos en el Congreso. La suavizó en la última campaña electoral y su viaje al centro provocó un crecimiento de votos de los populares con dos efectos colaterales: el desplome de Ciudadanos y la consolidación de Vox. Después del 10-N, Casado ha vuelto a su discurso original y el partido ha tomado algunas decisiones controvertidas. Esta pasada semana, sin ir más lejos, se posicionó a favor de Polonia en el Parlamento Europeo, desmarcándose del propio PPE, y se alineó después con Vox en la polémica por el veto parental en Murcia.

Mientras los barones del PP, con mando en plaza en diferentes comunidades, afilan sus cuchillos, Casado tiene la difícil misión de construirse un presente y un futuro creíble. Aún está a tiempo de corregir. Si le vale, le recordamos la frase de Sémper en su despedida: “Me incomoda mucho el clima de confrontación permanente que se vive en la política española”. La pelota esta en el tejado de Casado.

Urkullu prologa a Marta Pascal

No hay político que se precie que no saque un libro al mercado. La senadora de JxCat y excoordinadora del PDECat Marta Pascal presentará el suyo el próximo mes y con un título que aventura emociones: Perder el miedo. La dirigente nacionalista, que dejó la dirección del PDECat por sus discrepancias con Carles Puigdemont, forma parte del grupo de Poblet, cuyos impulsores han empezado a plantearse la opción de saltar a la arena electoral. El libro contará con un prologuista de excepción, el lehendakari Iñigo Urkullu. El libro de Pascal se va a publicar en pleno debate interno del mundo posconvergente sobre las relaciones entre el PDECat y JxCat.

Aragonès, Mas, Vila: más libros

Entre el impacto del procés, la cercanía de unas nuevas elecciones catalanas y la Diada de Sant Jordi, también hay otras novedades de otros dirigentes políticos. El expresident Artur Mas publicará el próximo 25 de febrero Cap fred, cor calent. El procés en primera persona, donde quiere dejar clara su posición clave en todo el conflicto. Santi Vilaque ya publicó otro con anterioridad, anuncia ahora Vencer y convencer para el 12 de febrero. Y finalmente, una semana después, el 19 de febrero, la periodista Magda Gregori presenta un libro biográfico de Pere Aragonès, con un titulo significativo de los tiempos que corren: El independentismo pragmático.

 

 

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