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El dilema de Maduro
Juan Guaidó, el hombre-piqueta de la oposición venezolana –al menos hasta que sea encarcelado, que está por ver– trabaja sin prisas en la operación de envío de ayuda humanitaria porque conoce los riesgos, y también porque sabe que cada día que transcurre juega a su favor. El régimen de Maduro no puede hacer nada para evitar su desgaste ante la opinión pública mundial frente ante una realidad patente. La dictadura chavista, se ponga como se ponga, es hoy un sistema que cierra el paso con fusiles a la ayuda humanitaria que requiere con urgencia su pueblo. Las cifras más optimistas hablan de cinco millones de venezolanos en situación de pobreza extrema, y de 300.000 desnutridos y con riesgo de morir, por no hablar del estado cataléptico de los hospitales, sin medicinas ni instrumental para operar.
Solo una respuesta audaz podría ayudar al régimen chavista. Por ejemplo, negociar con sus grandes aliados mundiales, Rusia y China, el envío masivo de alimentos y productos sanitarios. Un puente aéreo que tendría, por supuesto, un coste económico mucho mayor que el sistema logístico elaborado por la Administración Trump con el concurso de Colombia y, pronto, de Brasil, países vecinos de Venezuela.
Un primer inconveniente a ese esquema de ayuda humanitaria rusa y china es de sentido común. Ni Maduro ni nadie de su entorno acepta públicamente la situación de extrema necesidad de la población venezolana. El pasado viernes, el régimen chavista alardeó del envío de cien toneladas de ayuda humanitaria a Cuba, para ayudar a paliar los efectos en la isla de un tornado. Aceptar la ayuda humanitaria de Moscú y de Pekín sería admitir el fracaso económico y la emergencia social en Venezuela.
Por otra parte, el apoyo de China es pragmático: el comunismo de Xi Jinping está en Venezuela para intercambiar dinero por recursos naturales. Cuando vea que la veleta cambia de sentido, lo harán sus intereses. Putin, por su lado, es suficientemente inteligente como para advertir que su reto al presidente Trump tiene sus límites, y que la plataforma cubana es más que suficiente.