El dilema de Vargas
Cuando termine el receso de Semana Santa, la campaña presidencial se encaminará hacia la recta final: quedarán 50 días de proselitismo efectivo, pues durante la semana previa a la primera vuelta se suspenderán los actos públicos, y los electores estarán casi todos definidos. Es poco tiempo para que recuperen terreno los rezagados en las encuestas, como Sergio Fajardo, Germán Vargas y Humberto de la Calle, y quizás demasiado para Iván Duque y Gustavo Petro, que lideran por amplio margen y quisieran que la votación fuera más pronto.
Aunque he leído a algunos colegas que pelean con los sondeos porque no les gustan sus resultados, todas las encuestas divulgadas coinciden en la escapada de Duque (con 40 % o más), en la consolidación de Petro en el segundo puesto (con 25 % o más) y en la pérdida de terreno de Fajardo, Vargas y De la Calle. En el estudio en medio centenar de municipios hecho por Invamer Gallup, la encuestadora de más tradición, Duque roza el 46 %, Petro marca 26,7 %, Fajardo llega a 10,7 %; Vargas, a 6,3 % y De la Calle, a 5 %.
Aunque 50 días de campaña no son poco trecho, a plata de hoy parecería que Duque y Petro pasan a segunda vuelta. A menos que Duque consiga un impulso final y gane en primera con más del 50 %, una hipótesis a la que empiezan a apostarle muchos. Como lo planteé en esta columna una semana antes de las parlamentarias, si Duque ganaba la consulta de la centroderecha, se dispararía en los sondeos.
Seguro de que la derecha pura, donde algunos lo veían con desconfianza, terminaría respaldándolo si se imponía en esa consulta, el joven exsenador concentró sus esfuerzos en hacerles guiños a los votantes de centro, con un lenguaje moderado que habla de algunos ajustes al desarrollo de los acuerdos de La Habana y no de volverlos trizas, y que pone énfasis no solo en temas de seguridad, sino en asuntos sociales como salud y educación.
Si no comete errores, Duque puede mantener la ventaja ganada. Pero, ojo, aunque las encuestas predicen que le ganaría por amplio margen a Petro en segunda vuelta, serían tres semanas más de campaña –e incertidumbre– hasta el tercer domingo de junio. Es mucho tiempo e implica muchos riesgos. Sin necesidad de entrar en paranoias, con Nicolás Maduro y sus secuaces desesperados porque en Colombia se imponga el exalcalde de Bogotá, yo no dormiría tranquilo.
Ese temor –en algunos casos alimentado y exagerado en las redes sociales– lo comparten millones de votantes, lo que debe preocupar de manera muy especial a Germán Vargas. Hace año y medio, el exvicepresidente ganaba las encuestas sobrado. Sus reconocidas ejecutorias en vivienda social e infraestructura, su liderazgo y su descomunal capacidad de trabajo y de gestión justificaban esa ventaja.
Desde entonces, no hizo más que acumular errores: además del coscorrón a uno de sus escoltas, se quedó demasiado tiempo chupando rueda burocrática en el gobierno de Juan Manuel Santos –con quien tantas diferencias tenía– y, en vez de apostarle a consolidar su imagen ante la opinión, se dedicó a hacer alianzas politiqueras regionales que afearon su perfil. La campaña es un examen que hasta los mejores deben presentar, y Vargas lo lleva perdido.
Ahora enfrenta un terrible dilema. Una opción muy dolorosa para él sería rendirse, dejar que los electores que le quedan se muden a donde Duque, con quien tiene afinidad ideológica –en Invamer, Duque gana entre votantes de Cambio Radical–, y facilitar que el exsenador triunfe en primera vuelta. La otra es persistir en su campaña, arriesgarse a una muy mala votación y a que lo culpen luego, sus seguidores y millones de colombianos que lo aprecian, de haberle permitido a Petro pasar a la segunda vuelta, con todos los riesgos que ello implica. Menuda encrucijada.
MAURICIO VARGAS
mvargaslina@hotmail.com