El discípulo chino de Beethoven
Lu Hongen
En el Conservatorio de Música de Shanghai se encuentra hoy un memorial: fotografías, papeles y objetos en recuerdo de las 20 personas —profesores, esposas y estudiantes— que perdieron la vida durante los 10 años de la Revolución Cultural china. Esta catástrofe terminó oficialmente en 1976, el año de la muerte de Mao Tse Tung. Cuando, poco tiempo después, llegó el violinista Isaac Stern para una serie de conciertos, se topó con que Shanghai —que albergó durante casi un siglo a una de las principales orquestas en Asia— no podía conseguirle ni un piano que sirviera. Los instrumentos, incluidos unos 500 que pertenecían al Conservatorio de Shanghai, habían sido destruidos. (Hoy China es el mayor consumidor y fabricante de pianos: produce un asombroso 80% del suministro en el mundo.)
Durante la Revolución Cultural una de las principales campañas ideológicas fue contra la música de Debussy; denunciaron a He Luting, presidente del Conservatorio de Shanghai, por defender la música del compositor francés. El obstinado rechazo de He Luting, pese a las torturas mentales y físicas, a confesar crímenes espirituales y políticos fue un acto inimaginable de resistencia heroica. En su historia de la música del siglo XX Lo demás es ruido, Alex Ross observa: “Ningún músico tuvo nunca una postura tan valerosa contra el totalitarismo”.
He Luting
Arrestaron también al director de la Sinfónica de Shanghai, Lu Hongen. Días antes de su ejecución, le dijo a su compañero de celda: “Visita Austria, el hogar de la música. Ve a la tumba de Beethoven y ponle un ramo de flores. Y dile a Beethoven que su discípulo está en China”.
Fuente: The Guardian, julio 8, 2016.