DictaduraEconomía

El dólar como en una montaña rusa

Contra todo pronóstico, el dólar ha comenzado a bajar su precio en el mercado informal cubano después de haber alcanzado los 200 pesos (CUP) por unidad hace apenas unas semanas

LA HABANA, Cuba. — Contra todo pronóstico, el dólar ha comenzado a bajar su precio en el mercado informal cubano después de haber alcanzado los 200 pesos (CUP) por unidad hace apenas unas semanas.

No se trata de que la moneda nacional haya recuperado valor frente a la estadounidense porque la economía muestre señales de recuperación (la crisis continúa marchando a peor) ni que el éxodo masivo se haya ralentizado o detenido, sino que, según parece, el mercado ha respondido así a una persistente campaña en los grupos de compra-venta en redes sociales.

Numerosas personas coinciden en afirmar que, tanto esta vez como en las anteriores que ha ocurrido un comportamiento similar, solo se trata de un ardid de revendedores para invertir lo que ganaron cuando el dólar alcanzó su pico histórico más alto. Llegado el momento, probablemente hacia los días finales del año, volverán a subir el precio por encima de los 200 CUP cuando aumente la demanda.

No son pocos los que se atreven a afirmar que este descenso brusco responde a una jugarreta donde incluso pudiera estar involucrado el régimen, no solo porque varias publicaciones en Facebook dejan ver que a veces un mismo mensaje se reproduce, palabra por palabra, desde varios perfiles falsos, sino porque algo similar sucedió en los años 90. Se ha dicho que, entonces, para bajar la tasa informal —que en aquella ocasión alcanzó un pico de 150 CUP—, el Banco Central de Cuba (BCC) debió inyectar cierta cantidad de dólares en el mercado negro.

Circulan por ahí testimonios de personas que afirman haber vivido la experiencia durante aquellos años eufemísticamente llamados “Periodo Especial”. En particular, cuentan sobre varias gasolineras de la capital que parecían funcionar como una especie de “CADECA” improvisada y, por tanto, niegan que solo sean rumores o “leyendas urbanas” esas historias sobre revendedores que, a la luz pública, sin temor a la policía y hasta posiblemente bajo su protección, sacaban del bolsillo los fajos de billetes para venderlos a mitad de precio.

Mito o realidad lo que pudo ocurrir en aquel momento, lo cierto es que ahora nada lógico explica lo que está sucediendo por estos días, aunque varias señales —más en el ciberespacio que en la calle—, apuntan a que algunos que no dan la cara estarían metiendo la mano en el asunto, y los revendedores no serían los únicos “hacedores de mercado” ni tampoco los más poderosos ni los más beneficiados.

Porque si bien es cierto que 200 pesos cubanos por un dólar es un precio casi imposible de pagar por la mayoría de los cubanos, y que más de un comprador expresó públicamente su negativa a aceptar una tasa sin dudas exagerada, también lo es que los vaticinios de que el dólar continuaría remontando hasta alcanzar los 300 pesos hacia diciembre hizo cundir el pánico y terminó de convencer a los indecisos por cambiar sus ahorros a cualquier otra moneda fuerte que no fuera el cada vez menos útil peso cubano.

La demanda en ningún momento ha disminuido, mucho menos cuando la oferta de divisas en las Casas de Cambio del Banco Central desde el inicio de las ventas ha sido insuficiente, más bien irrisoria, y hoy se ha reducido más.

La prueba no hay que salir a buscarla en ningún documento ultrasecreto del Gobierno porque, sencillamente, está en la insatisfacción general de quienes acuden a las CADECA, así como en las colas inmensas, con personas que aguardan hasta más de 15 días por su turno para comprar. Peor que las filas por alimentos y mucho más supervisadas por la policía.

Pero advierto que escribo “supervisadas” y no “controladas” porque, tal como está la situación en esos lugares, dominados por una especie de hampa “tolerada” (¿debiera decir “protegida”?), no se puede hablar de verdadero control en pos de la disciplina o el cumplimiento de la ley. Incluso reportajes de la televisión oficialista han dado cuenta de que estas colas de CADECA, al igual que las que se hacen por alimentos en todo el país, también están dominadas por coleros y revendedores.

Hasta ahí lo que sabemos sobre lo que está sucediendo en las calles. Pero es en las redes sociales desde donde hoy se están manejando estas “raras” oscilaciones que no tienen explicación, a no ser en el alud de perfiles falsos que han inundado los grupos de compra-venta y desde los cuales no solo se trollea a quienes venden el dólar por encima de los 170 pesos cubanos, sino que se publican ventas falsas o se anuncia la compra de grandes cantidades de dólares por mucho menos de lo que realmente cuesta en el mercado informal.

Están, además, quienes aseguran que se trata de una campaña que tendría su cuartel general en la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI), y hasta se ha encontrado como prueba alguna que otra publicación —posteriormente eliminada— al parecer adjudicándose esta “batalla de ideas” contra unos “revendedores” sobre los cuales el discurso oficialista ha querido descargar las culpas no solo de una tasa de cambio informal que es reflejo de la descontrolada inflación y lo mal que salió la “tarea ordenamiento”, sino, por carambola, de los altos precios, de la escasez de alimentos, la falta de medicinas, y hasta de la extinción de los dinosaurios.

 

(Fotos: Screenshot/Facebook/Cortesía del autor))

En lo particular creo que el dólar apenas está bajando frente al peso cubano para dentro de poco remontar nuevamente hasta ese pico de entre 190 y 200 CUP que, en las actuales condiciones de miseria que padecemos, le será difícil superar.

Mi recomendación es que, como en una montaña rusa, mientras no logre usted bajarse del carro, se agarre de todo cuanto sea firme, fuerte y seguro (y la moneda nacional no lo es).

Protéjase cuanto pueda y cuide a los suyos porque dentro de poco vienen curvas más peligrosas, mortales, y hay pocas garantías de salir ilesos.

 

 

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