El esprint final de Biden
El actual presidente intenta elevarse por encima de la lucha partidista y presentar su reelección como una causa para salvar la democracia de un candidato con tendencias autoritarias
Si Biden es capaz de mantener la energía y combatividad que desplegó en su discurso al Congreso esta semana, todavía puede darle la vuelta a un duelo cansino entre dos ancianos con experiencia de gobierno. Quedan ocho largos meses y no se puede dar por descontada la victoria de Donald Trump, por mucho que las encuestas en cinco de los seis estados decisivos arrojen una clara ventaja. La mayoría de los estadounidenses, además, piensa que el candidato republicano gestionará mejor la economía, la inmigración ilegal y la política internacional.
Pero Trump no cabalga una ola de entusiasmo hacia un futuro mejor, sino que aprovecha el pesimismo de muchos ciudadanos para anunciar su revancha y preparar un ajuste de cuentas muy personal. Como buen nacionalista, su propuesta de futuro es un regreso a un pasado dorado, que realmente nunca existió. Biden, por un lado, está rectificando su apoyo incondicional a Benjamin Netanyahu, que hace que la mayoría de los jóvenes estadounidenses no quieran votarlo. Quiere llegar a una tregua, convertirla en indefinida y poner en marcha conversaciones de paz. Por otro, confía en que el buen estado de la economía incline al final a muchos votantes pragmáticos a votar por la continuidad de sus políticas. Pero su gran baza es dejar que Trump sea Trump, se pierda en el laberinto de los pleitos judiciales, no pueda recaudar fondos suficientes y ofrezca cada vez mayores muestras de un comportamiento violento y errático.
El actual presidente intenta elevarse por encima de la lucha partidista y presentar su reelección como una causa para salvar la democracia de un candidato con tendencias autoritarias.
Los europeos nos jugamos mucho en estas elecciones, porque una victoria de Trump tendría peores consecuencias en el mundo que en el ámbito doméstico. En Estados Unidos hay suficientes pesos y contrapesos para frenar a un presidente que choca con los valores de la Constitución. En el plano internacional, Estados Unidos sigue siendo la nación indispensable. El repliegue de Washington en un momento geopolítico muy delicado dejaría el campo libre a la acción concertada de dictaduras cada vez más perfectas.