El experimento de Podemos que facilitará que gobierne el PP
Víctor Lenore llamó ‘El experimento Che Guevara’ a la reciente actuación gratuita de Silvio Rodríguez, Luis Eduardo Aute e Ismael Serrano en un anfiteatro de Vallecas, que congregó a numeroso público, incluidos políticos como Monedero o Garzón, que las redes sociales sociales airearon, con la cuenta de Twitter de Errejón a la cabeza, y que, además de un concierto, incluía una apuesta por otro tipo de cultura. Aquella actuación tiene mucho de metáfora, porque señala no sólo las opciones que maneja Podemos para convertirse en el segundo partido, sino porque refleja la clase de mentalidad con la que están abordando las nuevas realidades.
Clavando la estaca
El acto de Vallecas es un ejemplo bastante preciso de la dirección que Podemos ha elegido, la de traer a escena ideas tradicionales de la izquierda y reformularlas sin rubor. Eso fue el concierto: todos sabíamos que la izquierda de los 70 disfrutaba con los cantautores, pero llegó el momento, un par de décadas después, en que no hacía mucha gala de ello, porque exhibir esas referencias musicales era un camino rápido para ser calificado como políticamente obsoleto. Ahora no esconden sus gustos sino que los reivindican con orgullo. Que Podemos eligiera ‘L’estaca‘, de Lluis Llach, para terminar su mitín de Vistalegre, ese en el que dieron una nueva dirección al partido, es notablemente significativo.
Necesitados de un relato que movilizase las emociones, escogieron como banda sonora un tema de un cantautor que era parte de la memoria de la izquierda y que sonó profusamente en el último franquismo, como si volvieran a sentirse libres para expresar ideas que habían quedado sofocadas durante décadas. Obviamente, tienen todo el derecho a reivindicar lo que deseen y a disfrutar con el tipo de música que les parezca bien, pero es curioso que creyeran que elecciones como esa suscitarían identificaciones poderosas en la sociedad.
Si la izquierda apostó por el nacionalismo periférico y por promover un estado federal, Podemos ha intensificado esos vínculos y ha propuesto algo más
Esta misma convicción ha animado su programa, para el que han recogido ideas que la izquierda estaba manejando, y las han llevado un paso más allá. Si el PSOE, ya que su política económica no podía ser sustancialmente distinta de la del PP, insistía en elementos culturales, como la lucha contra la religión católica, el maltrato animal, el cambio climático o las políticas de género, Podemos ha retomado con fuerza esa dirección, y han respaldado y participado en movimientos activistas y acciones municipales contra los toros o la educación católica, y a favor de las políticas paritarias y la economía verde. Si la izquierda había apostado por establecer lazos con el nacionalismo periférico y promover un estado federal, Podemos ha intensificado esos vínculos y ha propuesto algo más, como es el referéndum de autodeterminación. Asuntos como la memoria histórica, típicamente promovidos por IU, han sido reformulados políticamente a través de expresiones como ‘régimen del 77’.
La tesis de la innovación
En realidad, lo que han hecho es traer lo que estaba fuera y revestirlo con dosis de normalidad, como si fuera parte de un sentido común naciente, y como si esa misma expresión fuera la mejor señal de que otro mundo asoma por el horizonte. Su “experimento” sigue la tesis de la innovación de Boris Groys,según la cual lo nuevo no se constituye a partir del descubrimiento de lo que estaba escondido o haciendo comparecer lo que nunca habíamos pensado, sinotransmutando el valor de algo que era visto y conocido desde siempre. Aquello que era considerado profano, extraño, primitivo o vulgar reaparece así en el primer plano cultural y cobra un valor inesperado.
Tampoco es una apuesta útil, porque relega aquello que constituye el centro de nuestro sistema, lo económico, a un molesto segundo plano
Pero la cuestión no es si esto resulta o no legítimo, lo que queda fuera de toda duda, sino su llamativa convicción en que reactivar lo viejo es una apuesta de mayorías. No lo es. Y tampoco es una apuesta útil, porque relega aquello que constituye el centro de nuestro sistema, lo económico, a un molesto segundo plano. En ese terreno, el programa que Alberto Garzón presentó a las pasadas elecciones era bastante más atrevido que el de Podemos. La promesa de Iglesias de reforzar prestaciones sociales, sanidad y educación, formulada así, también la hace el PSOE, aun cuando todos seamos conscientes de que hay diferencias entre una y otra. Su apuesta por la inversión en energías limpias es algo que también conocemos porque otros lo han dicho antes (e incluso han aplicado medidas en ese sentido). Y la propuesta de ir a Bruselas a hablar de la deuda española es una idea que tienen en la cabeza todos los partidos, a pesar de que saben ya cuál será la respuesta. En realidad, la diferencia de Podemos con la izquierda existente en lo económico es escasa, e incluso IU arriesgó más que ellos.
Ya lo dijo Errejón
Esta insistencia en recoger lo viejo y convertirlo en nuevo tiene dos problemas. El primero lo ha advertido a menudo Errejón (a pesar de que identificar el problema no le haya servido para encontrar las soluciones), como es que repetir fórmulas que han fracasado electoralmente no conduce al éxito. De hecho, la fortaleza de Podemos en las elecciones no proviene de haber asentado un núcleo amplio y fiel de votantes, lo que sí han hecho otros partidos europeos nuevos, sino de la suma de gentes de aquí y allá: han crecido a través de joint ventures y ahora quieren hacer lo mismo sumando a IU. Aumentar votos así es buena idea a corto plazo, pero no tan interesante a medio, como ya hemos advertido.
Podemos pone las cosas muy sencillas al PP para seguir gobernando. No sólo refuerza el eje de la campaña popular sino que favorece apoyos futuros
El segundo es que, al no conseguir que esta apuesta les conceda una posición política dominante, Podemos pone las cosas muy sencillas al PP para seguir gobernando. No sólo refuerza el eje de la campaña popular (“hace falta un partido que apueste por la estabilidad y combata a los antisistema que nos llevarían a la ruina”), sino que favorece las ayudas que les pueden llegar por parte de C’s y del PSOE. Si los socialistas quedasen terceros, apoyarían, aunque fuera a través de la abstención, a un gobierno del PP. Y si quedasen en segundo lugar, tendrían muy complicado llegar a un acuerdo con una formación cuyas exigencias les resultarían difícilmente aceptables, como ambos nos han subrayado insistentemente en este periodo interelectoral.
Las dos posibilidades de Podemos
Para Podemos hay dos escenarios postelectorales posibles: o bien la política española se articula mediante un eje en el que de un lado hay tres partidos (PP, C’s y PSOE) que representan lo sistémico, con los de Iglesias del otro, que sería la opción que más les favorecería para crecer, o bien se regresa a la vertebración entre izquierda y derecha, con lo cual habría cuatro formaciones, una de derecha (PP), otra de centro derecha (C’s), otra de centro izquierda (PSOE) y otra de izquierda (Podemos-IU), lo cual les conduciría a ser un partido más, y a tener mucho más complicado sobrepasar a los socialistas y emerger como alternativa de gobierno. Hasta la fecha, ésta parece ser la dirección que han preferido, con la consiguiente satisfacción de Génova y de Ferraz.