El futuro está llegando: Observaciones y reflexiones sobre Cuba: Los problemas económicos
Los asuntos económicos son la máxima prioridad y más profunda preocupación de casi todos los cubanos. Eso fue muy claro después de una semana en La Habana, donde participé en una conferencia patrocinada por el gobierno sobre las relaciones entre Estados Unidos y Cuba y donde tuve la oportunidad de reunirme con funcionarios públicos, diplomáticos extranjeros, académicos, periodistas y otros. Los cubanos estaban muy atentos a los cambios en curso en las relaciones de Estados Unidos con su país. La política de la nación estaba en la mente de muchos cubanos, pero era un tema difícil de discutir, no tanto por el miedo o represión como por que el sistema político de la isla es sumamente opaco.
PROBLEMAS ECONOMICOS
De acuerdo con estadísticas del gobierno, Cuba creció un cuatro por ciento en 2015, muy por encima del promedio de América Latina, de menos del uno por ciento. Pero las cifras son engañosas. Malamente servidos por la economía de su país, la mayoría de los cubanos parecen estar viviendo en o cerca de la pobreza. Cuba sigue siendo una de las economías menos productivas y más altamente problemáticas de la región.
El problema principal es que Cuba no produce mucho de nada. Importa una parte importante de lo que consume, pero no gana lo suficiente con sus exportaciones para pagar la factura. Año tras año, lo que el país importa cuesta alrededor de dos veces más que lo que se vende en el extranjero. Durante la última década, Venezuela ha cubierto la mayor parte del déficit, en gran medida, a cambio de los servicios de miles de médicos, enfermeras y otros profesionales cubanos enviados a trabajar en la República Bolivariana, pero también con los envíos subsidiados de petróleo.
Las otras dos fuentes principales de divisas son el turismo internacional y las remesas, dinero en efectivo y bienes, de los cubanos residentes en el exterior. Con sus cada vez mayores problemas económicos y políticos, Venezuela ha estado reduciendo su ayuda, y pronto se puede secar por completo. En el mediano a largo plazo, los cubanos tienen la esperanza de que la normalización de la relación con Estados Unidos generará mayor inversión extranjera y traerá nuevos flujos de comercio y turismo. Tomará tiempo, sin embargo, y dependerá de cuando y si (1) los EE.UU. finalmente decidan levantar su embargo comercial y (2) Cuba lleve a cabo un programa serio de reforma económica.
El gobierno de Cuba también enfrenta un severo desafío fiscal. Un corto paseo por casi cualquier lugar en La Habana, dejando de lado los lugares turísticos y los espacios donde residen los diplomáticos extranjeros, ofrece una amplia evidencia de los problemas de presupuesto del país, su falta de recursos para mantener, reparar o reemplazar la infraestructura existente. Las calles, aceras y edificios (dentro y fuera) sufren prácticamente todos un grave deterioro. Muchos se están desmoronando. Todo a la vista necesita una mano de pintura o yeso. Cortes de agua y electricidad son frecuentes. Las calles están apenas iluminadas por la noche. Para la mayoría de los cubanos, el acceso a Wi–Fi está limitado a algunos parques públicos, donde multitudes de jóvenes pagan dos dólares la hora (o casi el diez por ciento del salario mensual promedio) para acceder a señales no fiables. Es cierto que el uso de Wi–Fi se ha duplicado en el último año, pero Cuba, que cuenta con una de las poblaciones mejor educadas de América Latina, todavía tiene la tasa más baja de acceso a internet en el hemisferio.
Los servicios públicos -incluyendo las escuelas y centros médicos, por los que Cuba siempre ha sido admirado y elogiado- se están deteriorando. Los hospitales, según me dijeron, solicitan a los pacientes llevar su propia ropa de cama, y con frecuencia también los alimentos y las medicinas. Muchos dicen que la calidad de la educación ha caído de mala manera. Cuba no realiza encuestas sobre los hogares o publica datos sobre los ingresos y el bienestar de las familias, así que no hay información sólida sobre el alcance o la evolución en el tiempo de la pobreza y la desigualdad.
Pero nadie discute el hecho de que los sueldos de los maestros, los médicos, y la gran mayoría de los demás empleados estatales (que representan alrededor del 80 por ciento de la fuerza de trabajo) son extremadamente bajos. Las familias sin ingresos suplementarios, por las remesas o el empleo no autorizado, por ejemplo, viven en la pobreza y luchan para llegar a fin de mes. Las personas mayores y los discapacitados se encuentran en situaciones particularmente difíciles. Un golpe a la economía, por ejemplo, causado por los recortes en la financiación desde Venezuela, podría desatar una crisis humanitaria para una parte considerable de la población de Cuba.
Cambios demográficos importantes también amenazan el futuro económico del país. La tasa de natalidad de Cuba se encuentra entre las más bajas de las naciones en desarrollo del mundo, mientras que la emigración a gran escala de la isla ha continuado sin cesar desde hace muchos años, y ahora se está acelerando. El resultado es una fuerza de trabajo cada vez menor y una población cada vez más envejecida y dependiente, lo cual será un obstáculo para la mejora de la productividad y el crecimiento. Peor aún, muchos de los que salen son profesionales entrenados. La reciente prohibición del gobierno cubano para que los médicos viajen libremente es la evidencia del problema que se agrava por las políticas de inmigración de Estados Unidos que ofrecen un trato especial a favor de todos los inmigrantes cubanos y que reclutan abiertamente médicos cubanos que trabajan en el extranjero.
Casi todos los cubanos con los que hablé, incluidos funcionarios gubernamentales, están de acuerdo en que se necesitarían importantes flujos de inversión extranjera y de crédito para que la economía de la isla comience a crecer y prosperar. Se reconoce ampliamente que sin capital extranjero, debidamente invertido, la actividad económica de todo tipo seguirá siendo precaria, y el país en gran parte empobrecido.
Otro punto de consenso entre los cubanos de todos los colores políticos era que la economía de Cuba estaría ahogada hasta que el embargo de Estados Unidos se termine. La mayoría creía que el fin del embargo, por sí solo, traería beneficios inmediatos. Esto permitiría a Cuba legalmente usar el dólar en su comercio internacional, daría a todas las empresas de Estados Unidos el derecho a hacer negocios con Cuba, permitiría las ventas a Cuba a crédito, y abriría el camino para un aumento probable del turismo estadounidense. Los inversores, banqueros y comerciantes internacionales, que hoy están preocupados acerca de violar las leyes estadounidenses, tendrían la seguridad de que podrían realizar transacciones comerciales con Cuba sin provocar sanciones de Estados Unidos.
Sin embargo, Cuba recibirá todos los beneficios de la eliminación del embargo sólo cuando el gobierno comience a renovar sus políticas y prácticas económicas. Sin duda, una serie de reformas se han introducido en los últimos seis años por el gobierno de Raúl Castro. Estas han sido bienvenidas por la mayoría de los cubanos, pero son ampliamente vistas como insuficientes.
Las reformas son responsables del crecimiento del sector privado de Cuba. Más de un millón de cubanos, aproximadamente el 20 por ciento de la fuerza laboral, son hoy trabajadores por cuenta propia o trabajan en empresas privadas o cooperativas. Sin embargo, nadie está todavía muy seguro de cuán vibrante es esta economía independiente. Con estadísticas muy limitadas, la evidencia permanece en gran parte anecdótica. Está claro que hay muchas historias de éxito, pero las tasas de supervivencia y la rentabilidad de las nuevas empresas son desconocidas. La gran mayoría de las empresas tiene sólo uno o dos empleados y se enfrenta a una variedad de problemas, incluyendo la falta de mercados al por mayor, altos impuestos y regulaciones onerosas e inciertas.
La construcción de un sector privado es sólo uno de los muchos desafíos que enfrenta Cuba. Se requerirán muchos otros cambios desgarradores. Mientras que no todos los desacuerdos se han resuelto, se ha formado una convergencia emergente entre los analistas económicos (nacionales y extranjeros) sobre los ajustes fundamentales necesarios para atraer la inversión y estimular el crecimiento en Cuba.
Estos incluyen la sustitución del tipo de cambio dual del país por una moneda de un solo valor; terminar con el altamente centralizado control del gobierno sobre la economía y dando a las agencias gubernamentales y a las empresas administradas por el Estado, así como a inversionistas y empresarios privados, mayor autonomía en sus operaciones; la adopción de normas y reglamentos para la economía que sean transparentes y coherentes, y que no puedan ser interpretados o alterados de manera arbitraria; y el establecimiento de mecanismos independientes para la resolución de controversias comerciales.
La adopción de estas y otras reformas requerirá decisiones difíciles de las autoridades cubanas, que han rechazado siempre las limitaciones en el poder económico del gobierno central. Por otra parte, algunos de los cambios conducirán, en primer lugar, al menos, a una mayor desigualdad en Cuba y supondrán una dificultad extrema para algunos ciudadanos.
Una cuestión crítica de considerable discordia es si el gobierno cubano debe iniciar algún tipo de consultas con el FMI, el Banco Mundial y otras instituciones financieras internacionales y regionales, y explorar la idea de finalmente unirse a estas organizaciones. La idea es resistida por muchos en Cuba, que desconfían profundamente de estas instituciones y se resisten a sus prescripciones. A menudo se presentan como instrumentos del poder de Estados Unidos, así como amenazas a la soberanía de Cuba y de su orden socialista. Pero incluso aquellos cubanos que se oponen a la membresía en el FMI y otros organismos financieros internacionales reconocen que podrían proporcionar acceso al capital necesario y podrían ser una fuente de consejos útiles sobre algunas cuestiones.
Muchos cubanos están convencidos de que el presidente Obama, por decreto, puede deshacer la mayor parte, si no todas, las restricciones impuestas por el embargo económico. De acuerdo con un considerable número de abogados de Estados Unidos, puede que tengan razón. Pero también existe una considerable opinión legal de que el presidente de Estados Unidos ha hecho todo lo que está permitido por la ley, y que una nueva flexibilización del embargo requerirá acción del Congreso (a lo que el presidente ya ha instado). Por otra parte, cómo el presidente trate con el embargo no es meramente una cuestión de interpretación jurídica. La política es papel central, y el embargo es una parte crucial de las negociaciones en curso entre Estados Unidos y Cuba. Lo que sí parece cierto es que la desaparición del embargo proporcionará un impulso a la economía cubana y mejorará la vida de la mayoría de los cubanos. También puede ayudar a evitar una posible crisis económica en la isla, que supondría para Washington un complicado conjunto de decisiones sobre cómo responder.
Nadie puede predecir la reacción del gobierno cubano al término de las restricciones económicas estadounidenses. Puede alentar al gobierno a acelerar el ritmo de sus reformas, lo que daría un nuevo impulso considerable a la economía. Pero podría, del mismo modo que, al proporcionar una medida de alivio en el frente económico, darle un respiro gobierno para aplazar los cambios necesarios.
Peter Hakim estuvo al frente del Diálogo Interamericano (un centro de estudios para Asuntos del Hemisferio Occidental, con sede en Washington) entre 1993 y 2010. Actualmente es su presidente emérito.