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El general sin las cañas

Hoy día, Jesús Menéndez, “El General de las Cañas”, estaría conmocionado por la profusión de medidas gubernamentales supuestamente para destrabar la industria azucarera.

LA HABANA, Cuba. – Jesús Menéndez quizás habría pasado años en la cárcel o en el exilio por su insistencia en aportar ideas y movilizar a los trabajadores para impedir la destrucción de la industria azucarera en la “Cuba revolucionaria”.

Por solo haber cursado hasta el 4to grado “El General de las Cañas”, como se le ha llamado, hoy no podría ser un directivo de la Empresa Agroindustrial Abel Santamaría, antiguo Central Constancia, o del ingenio Emilio Córdova ―desarmado después de 2002―, donde siendo un niño cortó caña. Mucho menos habría ascendido al Grupo Azucarero Azcuba, creado en 2011 para procurar revivir la industria azucarera cubana.

Jesús Menéndez, autodidacta forjado en las luchas obreras, logró la movilización de los trabajadores, así como la participación del sindicato azucarero en las negociaciones efectuadas en Washington, donde él, con la asesoría del economista Jacinto Torras, obtuvo la “cláusula de garantía”, en 1946.

Por esta cláusula del convenio, se estableció que el precio del azúcar exportada a Estados Unidos aumentaría en la misma proporción que el precio de los productos de primera necesidad importados por Cuba. Los trabajadores azucareros obtuvieron a fin del año siguiente un salario extra del 13,42%, conocido como el “Diferencial Azucarero”.

Menéndez ganó la admiración del pueblo cubano, sumido en la gran miseria sobrevenida después de la Segunda Guerra Mundial, por su inteligente y enérgica representación de los intereses de los trabajadores. Fue secretario general de la Federación Provincial de Trabajadores de La Villas y, desde 1938, ocupó el mismo cargo en la Federación Nacional Obrera Azucarera. En 1940 participó como delegado suplente en la Asamblea Constituyente redactora de la Constitución, y fue dos veces representante de la Cámara de la República, cargo que ostentaba al ser asesinado el 22 de enero de 1948, en Manzanillo. Su sepelio resultó espontáneamente multitudinario.

Hoy día, “El General de las Cañas” estaría conmocionado por la profusión de medidas supuestamente para destrabar la industria azucarera, como parte de la fusión de los centrales azucareros y la agricultura cañera en 57 empresas, tantas como ingenios permanecen de los 157 anteriores al desmontaje (aunque solo 38 han molido esporádicamente en los últimos años).

La zafra 2021-2022 comenzó el 3 de noviembre, en el Central “14 de julio”, antiguo Manuelita, fundado en 1840 por la familia Acea, en Rodas, provincia de Cienfuegos. Con moliendas ininterrumpidas desde entonces, ha logrado ser declarado como “el más integral” de Cuba durante varios años consecutivos. En 77 días tiene programado procesar 189 000 toneladas de caña para obtener 17 500 toneladas de azúcar, de las cuales 10 000 se destinarán al consumo racionado de la población de Cienfuegos e Isla de la Juventud.

La caña que molerá proviene de las áreas del ingenio y las correspondientes a los centrales Cinco de Septiembre, también de Rodas; Antonio Sánchez, de Aguada de Pasajeros; y Elpidio Gómez, de Palmira, que no molerán en esta zafra, lo cual denota la poca cantidad de la gramínea sembrada y el bajo rendimiento cañero.

La zafra 2020-2021 fue una de las peores de la historia de Cuba. Trabajaron esporádicamente 38 centrales, que produjeron el 66% de las 1,2 millones de toneladas programadas. El resultado se debió a deficiencias organizativas y de dirección, dificultades financieras, afectaciones climatológicas, problemas acumulados en la infraestructura de los centrales, la disciplina laboral y tecnológica, equipos rotos, baja calidad de la materia prima y el tiempo perdido en la cosecha y el transporte, según Julio García, presidente de Azcuba.

Las autoridades del sector han enfatizado que la actual zafra será pequeña y difícil,  por lo que debe lograrse la máxima eficiencia. Nuevamente puede preverse que la producción estará por debajo del millón de toneladas de azúcar. Y aunque el precio del producto ha bajado en el mercado mundial, la economía cubana no puede darse el lujo de importar para cumplir el compromiso con China y asegurar el consumo restringido de la población.

 

 

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