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El hombre que inventó a Peter Sellers (I)

Peter Sellers - British Comedy Guide

 

Este pasado lunes, 8 de septiembre, se cumplió el centenario de Peter Sellers, uno de los cómicos más admirados e influyentes de la historia. Y también una figura controvertida. Un contradictorio enigma escondido tras una máscara. Un hombre herido disfrazado de payaso. En este primer capítulo rescatamos sus orígenes en la radio, sus primeras películas y cómo acabaría interpretando al popular inspector Jacques Clouseau.

«La crueldad es un elemento básico en la comedia. Lo que parece cuerdo es en realidad locura, y si puedes recalcar esto a la audiencia le encantará. Ellos lo reconocerán como un aspecto de la vida, y se reirán por no llorar».

(Charles Chaplin)

Peter Sellers nació el 8 de septiembre de 1925. Aunque eso no es del todo cierto. Quien nació hace cien años fue un niño llamado Richard Henry Sellers. Sus padres lo apodaron «Peter» en honor a su hermano, fallecido al nacer. Incluso a esa temprana edad, ya se estaba metiendo en la piel de otra persona.

Años después aseguraría que no existía un Peter Sellers «real». A comienzos de 1978 apareció en El show de los Teleñecos (The Muppet Show, 1976–1981). Habitualmente las estrellas invitadas del programa televisivo interactuaban con los teleñecos como ellas mismas, pero Sellers decidió encarnar a varios personajes, entre ellos el popular inspector Clouseau. Cuando la Rana Gustavo le dijo, en uno de los números, que entre bambalinas podía relajarse y ser él mismo, Peter, disfrazado de vikingo, le respondió que aquello era imposible: «Yo nunca podría ser yo mismo. No hay un yo. No existo. Solía haber un yo, pero me lo extirparon quirúrgicamente». El público rió ante la ocurrencia, sin saber que el actor estaba siendo totalmente sincero.

 

 

Sellers empezó su carrera a las dos semanas de edad. El actor principal de una obra de teatro en la que trabajaban sus padres le sacó al escenario y pidió al público que deseara suerte al pequeño. Peter comenzó a llorar, provocando una carcajada al respetable. Un comienzo prometedor.

Los padres de Peter eran artistas de music-hall. Su madre, Agnes Doreen «Peg», era bailarina en un espectáculo de danza acuática mientras que su padre, William «Bill» Sellers, era pianista. Su abuela materna, Bienvenida Mendoza, fue una productora de teatro de variedades de ascendencia judeo-portuguesa. El tatarabuelo de Peter, Mordecai Mendoza, era primo hermano del boxeador inglés Daniel Mendoza, el mejor púgil judío del siglo XVIII y «padre de la dulce ciencia». Peter tenía un retrato del boxeador en su despacho, y solía presumir de ser descendiente suyo.

Peter con su madre, Agnes Doreen «Peg».

Peter con su madre, Agnes Doreen «Peg».

Peter era un niño introvertido y regordete. La condición trashumante de la profesión de su familia no le ayudaba a encajar en ninguna escuela. Se sentía muy apegado a su madre y, al no tener demasiados amigos de su edad, se dedicaba a observar a la gente, aprendiendo a imitar sus voces.

Como tantos otros cómicos, acabó por descubrir que la forma más sencilla para relacionarse con el mundo era hacer reír a los demás y, gracias a su temprano talento como imitador, se convirtió en el payaso de la clase.

Cuando tenía 18 años, en 1943, se alistó en la Royal Air Force. Como era miope no podía volar, de modo que se unió al Gang Show, la unidad de espectáculos de las Fuerzas Aéreas. Además de entretener a las tropas, Peter imitaba en sus ratos libres a los oficiales, llegando en una ocasión a disfrazarse como uno de ellos para beber en el comedor de oficiales. No solo salió airoso de su hazaña, sino que llegó a charlar con varios militares de alto rango sin ser descubierto. Era el germen del capitán Lionel Mandrake, el oficial británico de la RAF que encarnaría en la magistral ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú (Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, 1964).

"¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú".

«¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú».

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Peter comenzó a salir de gira, tocando la batería y haciendo imitaciones. Pese a que era un gran baterista de jazz, su objetivo era trabajar en la BBC. Su carrera en la radio comenzó después de que llamase a un productor de la cadena, haciéndose pasar por un popular locutor de la época. En los dos años siguientes actuó en más de 250 programas. Debutaría en el cine prestando su voz a loros y otros animales en la película de aventuras La rosa negra (The Black Rose, 1950), pero su fama no nacería en la gran pantalla.

Sellers había comenzado a actuar con Spike Milligan, Harry Seacombe y Michael Bentine en un pub londinense llamado The Grafton Arms. Se hacían llamar The Goons y estaban destinados a revolucionar el humor británico.

Con un espíritu anárquico, The Goons querían dinamitar la comedia tradicional. El 28 de marzo de 1951 se emitió en BBC Radio el primer programa de The Goon Show, que al principio se llamó Crazy People. El espacio se convertiría en un fenómeno nacional, pasando de una audiencia de 370.000 oyentes en sus comienzos a casi dos millones al final de la decimoséptima edición. Nunca se había escuchado nada igual. En palabras de Harry Seacombe, The Goon Show era como «dibujos animados hablados». Un festival de chaladuras que se emitía en vivo, frente a un público entusiasta. Spike Milligan escribía casi todos los guiones, pero Peter era la estrella a la hora de actuar y poner las voces.

Durante ese periodo, Sellers demostró su habilidad a la hora de caracterizar a personajes lunáticos y encarnar varios roles en una misma obra. Tras nueve años en antena y la marcha de Bentine, el programa cómico más famoso de su época dejó de emitirse. Peter nunca rompió su amistad con el resto del grupo, y siempre recordaría los días de gloria de The Goon Show como los más felices de su vida.

"The Goon Show".

«The Goon Show».

Spike Milligan y Peter Sellers intentarían llevar el espíritu de The Goon Show a la pequeña pantalla, colaborando con un joven director llamado Richard Lester en programas como The Idiot Weekly, Price 2d (1956) o A Show Called Fred (1956), unas irreverentes locuras de media hora sin pies ni cabeza, que influyeron a futuros anarquistas de la comedia como los Monty Python. De hecho, sin The Goon Show la locura catódica de Monty Python’s Flying Circus (1969-1974) tal vez nunca habría llegado a estallar. El integrante de los Monty Michael Palin declararía: «Si un genio es alguien que hace lo que nadie más puede hacer, entonces Peter Sellers siempre ha sido un genio».

The Goon Show también influyó a la pareja de cómicos formada por Peter Cook y Dudley Moore, e incluso a los Beatles, no solo porque el cuarteto de Liverpool admirase a The Goons, sino porque George Martin produjo varios discos de la cuadrilla de Sellers y Milligan, experimentando con técnicas de grabación que posteriormente perfeccionaría con los Fab Four.

A finales de la década, The Goons protagonizaron el corto experimental The Running Jumping & Standing Still Film (1959), en realidad una vesánica película casera escrita por Sellers, Milligan y el director Richard Lester, rodada en dos domingos con un coste aproximado de 70 libras para probar las cámaras de Sellers. El corto llegaría a ser nominado a un Óscar y animaría a los Beatles a contratar a Lester como realizador de la primera película del conjunto musical, ¡Qué noche la de aquel día! (A Hard Day’s Night, 1964).

Harry Seacombe, Spike Milligan y Peter Sellers.

Harry Seacombe, Spike Milligan y Peter Sellers.

A pesar de su fama como integrante de The Goons, a Peter Sellers le costaba encontrar trabajo en el cine. Produjo varios cortos para demostrar su versatilidad, pero no brillaría en la gran pantalla hasta que participó en una de las mejores comedias británicas de todos los tiempos, el clásico de humor negro El quinteto de la muerte (The Ladykillers, 1955), que supondría la última película del director Alexander Mackendrick en los Estudios Ealing, recordados por sus comedias satíricas de posguerra.

En El quinteto de la muerte, Sellers interpretaría a Harry Robinson, integrante de una banda que planea un atraco. El cerebro de la banda, el profesor Marcus, comete un único error: utilizar la casa de una dulce e inocente anciana como tapadera.

"El quinteto de la muerte".

«El quinteto de la muerte».

El largometraje permitió a Sellers trabajar junto a uno de sus ídolos, Alec Guinness, un actor polifacético, conocido por su capacidad camaleónica en películas como Ocho sentencias de muerte (Kind Hearts and Coronets, 1949), donde interpretaba ocho papeles, lo que sirvió a Sellers de inspiración para futuros roles múltiples.

En palabras del actor: «Fue la primera verdadera película en la que participé. La recuerdo perfectamente. Me empapaba de todo lo que hacía Sir Alec Guinness, que es todo un ídolo para mí: sus ensayos, sus escenas, todo. Era fascinante. No puedo aspirar a ser tan bueno como Guinness. Pero él es mi ideal».

Guinness, en el papel del siniestro y excéntrico profesor Marcus, eclipsa a todo el reparto, pero cabe destacar que la producción supuso la primera colaboración entre Sellers y Herbert Lom, el actor de origen checo que acabaría encarnando al inspector jefe Dreyfus en la saga de La pantera rosa. Años después, Lom recordaría lo nervioso e inseguro que estaba Sellers durante el rodaje, llegando a pedirle que le recomendara a cualquier director de casting que estuviera buscando actores de reparto.

Según recordaban Guinness y Mackendrick, además de interpretar al matón, Sellers aprovechó su virtuosismo vocal para doblar a los loros de la señora Wilberforce, permitiéndose alguna broma personal, como el momento en que una de las aves grazna «Alec Guinness» al aterrizar.

Con Danny Green en "El quinteto de la muerte".

Con Danny Green en «El quinteto de la muerte».

Emulando a su ídolo, Sellers interpretaría tres papeles en el largometraje Un golpe de gracia (The Mouse That Roared, 1959), de Jack Arnold. El cómico se metería en la piel del inepto mariscal de campo, el maquiavélico primer ministro y la bobalicona monarca de un diminuto y arruinado ducado europeo, decidido a declarar la guerra a Estados Unidos, con el objetivo de ser derrotados y recibir apoyo económico de los estadounidenses. Inesperadamente, el destacamento de veinte hombres, enviado para batallar, no encuentra resistencia en una Nueva York vacía por un simulacro de ataque aéreo y acaba apoderándose de una peligrosa arma nuclear, la bomba Q.

Esta excelente comedia es un claro antecedente de ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú, tanto por el triple rol de Sellers como por el carácter de sátira antibelicista de la producción. Realizada en pleno fervor nuclear de la Guerra Fría, Un golpe de gracia parodia el enfrentamiento entre los países comunistas y capitalistas, con un mensaje menos ácido que la obra maestra de Kubrick.

Sellers está perfecto en el triple papel, especialmente encarnando a la Gran Duquesa, rol para el que se inspiró en su propia abuela. La comedia no fue un éxito en Inglaterra, pero en EE.UU. se convirtió en la película británica más vista hasta esa fecha.

 

Con Jean Seberg en "Un golpe de gracia".

Con Jean Seberg en «Un golpe de gracia» (The Mouse that Roared)

 

Sellers seguiría poniendo en práctica sus artes camaleónicas caracterizando a ancianos (algo que se le daba realmente bien, como atestiguan películas como The Smallest Show on Earth (1957), La batalla de los sexos (The Battle of the Sexes, 1960) y El mayor mujeriego (Waltz of the Toreadors, 1962), entre otras), uno de los villanos de la película infantil El pequeño gigante (Tom Thumb, 1958) o un enlace sindical con acento cockney en la divertida sátira del mundo laboral Estoy bien, Jack (I’m All Right Jack, 1959), película por la fue galardonado en los BAFTA con el premio al mejor actor británico, algo notable si tenemos en cuenta que competía con intérpretes de la categoría de Richard Burton, Peter Finch o Laurence Olivier.

 

"Estoy bien, Jack".

«Estoy bien, Jack».

 

La adaptación de la obra de George Bernard Shaw La millonaria (The Millionairess, 1960) le emparejaría con Sophia Loren, abriéndole las puertas a un nuevo tipo de personaje, el torpe héroe romántico que luego explotaría en decenas de comedias. Durante el rodaje se enamoró de su compañera de reparto y se sometió a una rígida dieta a base de huevos duros y naranjas para conquistar a Loren.

Aparentemente, el único resultado de sus intentos fueron los rumores que el actor se ocupó de difundir y las primeras señales de un inquietante desequilibrio mental, como la ocasión en que despertó a su hijo a las tres de la mañana para preguntarle: «¿Crees que debo divorciarme de mamá?».

En el largometraje, Sellers se metería en la piel del doctor de origen indio Ahmed el Kabir. Loren y Sellers grabarían una canción de tono humorístico para promocionar La millonaria donde interpretaban a los personajes del filme. El tema, Goodness Gracious Me, llegó al top 5 de las listas británicas.

Aunque los años sesenta encumbrarían a Sellers como el rey de la comedia, la década comenzó con dos estrepitosos fracasos. Su intento de interpretar un papel dramático, el violento criminal Lionel Meadows de Hasta el último aliento (Never Let Go, 1960), se estrelló en taquilla.

Por otro lado, su única incursión en la realización cinematográfica (aparte de dos cortos y la dirección no acreditada de algunas escenas en un par de sus peores películas), Mr. Topaze (1961), fue un batacazo tan descomunal que corre la leyenda de que el actor hizo destruir todas las copias del largometraje.

Pese a la popularidad de Sellers, la comedia tardó casi 18 meses en llegar a Estados Unidos, donde se estrenó con el título I Like Money. Hoy en día se puede ver gracias a una copia restaurada por el British Film Institute.

 

"Mr. Topaze".

«Mr. Topaze».

 

A comienzos de la década, Peter protagonizaría dos excelentes muestras británicas del subgénero de las películas de robos: La extraña prisión de Huntleigh (Two Way Stretch, 1960) y El honrado gremio del robo (The Wrong Arm of the Law, 1963), encarnando en ambas a astutos líderes de bandas criminales.

En La extraña prisión de Huntleigh, de Robert Day, interpretaría a Dodger Lane, un preso encerrado en una permisiva cárcel, donde los prisioneros viven como reyes gracias al contrabando y aprovechan las clases de cestería para organizar timbas o dar cursos de cómo abrir cajas fuertes. Días antes de ser liberado, Lane planea un golpe, convencido de que estando en prisión tiene la coartada perfecta.

Dirigida por Cliff Owen, El honrado gremio del robo es una excelente comedia de atracos que se entrega a la autoparodia en una divertida escena en que Pearly Gates, el genio criminal encarnado por Sellers, entrena a su banda proyectando famosas películas del subgénero, como Rififí (Du rififi chez les hommes, 1955) o El robo al banco de Inglaterra (The Day They Robbed the Bank of England, 1960).

En la película, el sindicato del crimen londinense se ve obligado a forjar una insólita alianza con Scotland Yard cuando un grupo de gánsteres australianos disfrazados de policías se dedican a robar a los delincuentes locales. Sellers volvería a compartir cartel con Lionel Jeffries y Bernard Cribbins, quienes también participaron en La extraña prisión de Huntleigh.

En ambas películas, Jeffries caracterizaría a un detective inepto que robaba todas las risas a los inteligentes delincuentes protagonizados por Sellers. Gracias a ello, el actor descubrió que era más fácil conquistar al público siendo el tonto de la película. Por suerte para él, cierto inspector de la Sûreté Nationale acudiría al rescate.

 

Cartel de "El honrado gremio del robo", de Jano.

Cartel de «El honrado gremio del robo», de Jano.

 

Curiosamente, Jacques Clouseau iba a ser interpretado por otro Peter, Peter Ustinov. El prestigio conseguido por la comedia romántica Desayuno con diamantes (Breakfast at Tiffany’s, 1961) y el drama Días de vino y rosas (Days of Wine and Roses, 1962), permitió al realizador Blake Edwards rodar una farsa más alocada, que rindiera homenaje a sus ídolos del cine silente. Edwards escribió un guion sobre el robo de una joya, cuyo ladrón tenía una aventura con la mujer del inspector que investiga el caso.

Tras conseguir el respaldo económico de los hermanos Mirisch para no depender de un gran estudio, Edwards se dispuso a buscar al elenco. David Niven encarnaría al protagonista, Sir Charles Lytton, un aristócrata que lleva una doble vida como ladrón de la alta sociedad. Audrey Hepburn rechazó el papel de la princesa, que acabaría interpretando Claudia Cardinale.

En cuanto al inspector y su esposa, iban a ser caracterizados por Peter Ustinov y Ava Gardner, pero cuando los productores decidieron sustituir a la problemática diva por la modelo Capucine, Ustinov presentó su renuncia. Edwards entró en cólera y se planteó demandar al actor, hasta que descubrió a Peter Sellers, quien encajaba a la perfección con el estilo del director.

 

Con Capucine en "La pantera rosa".

Con Capucine en «La pantera rosa».

 

De camino en el avión a Roma, donde comenzaría el rodaje, Sellers ideó el aspecto del detective: su característico bigote e inseparable gabardina. Sellers no era un cómico físico, de modo que Edwards le preparó para que pudiera ejecutar de forma creíble los gags que requería el personaje. Ambos se entendieron a la perfección y el cineasta abrazó las improvisaciones de Sellers: «Durante años, había ido incorporando fragmentos de lo que quería en películas, como guionista o director… pero nunca había tenido un ámbito en el que explotar al máximo mis ideas. Entonces llegó Peter, un almacén ambulante de demencia, un actor con una visión casi surrealista de la locura de las cosas, y encontramos una afinidad inmediata».

En la vida real, Blake Edwards era Clouseau, decía que se había roto casi todos los huesos del cuerpo y creía firmemente que la comedia debía ser dolorosa. Sellers era el lienzo perfecto en el que el realizador podía plasmar sus disparatados brochazos. Edwards amplió las escenas de Clouseau, y Sellers se convirtió en el inesperado protagonista de la comedia, eclipsando a David Niven y el resto del reparto.

La pantera rosa (The Pink Panther, 1963) dio origen a una exitosa franquicia y quedará para siempre ligada a la música de Henry Mancini, la secuencia animada de los créditos iniciales que dio origen a la popular serie de dibujos animados y sobre todo al inspector Jacques Clouseau, el personaje que hizo de Peter Sellers una estrella internacional.

 

 

Tres meses después del estreno de La pantera rosa se estrenó su secuela. Sellers iba a protagonizar una adaptación de la obra de teatro francesa L’Idiote, que en su versión estadounidense había protagonizado Walter Matthau en Broadway. El actor no estaba conforme con el guion y pidió ayuda a Edwards, quien dijo que solo se involucraría en el proyecto si cambiaban al personaje principal por Clouseau. Junto al autor de El exorcista, William Peter Blatty, escribió el guion de El nuevo caso del inspector Clouseau (A Shot in the Dark, 1964).

La secuela acabaría de definir al personaje. Eliminaría algunos elementos de la primera entrega, como la costumbre de Clouseau de tocar el violín (un guiño a Sherlock Holmes) e incorporaría el acento francés del detective, un elemento que Sellers tomó de un gerente al que conoció en París, además de los personajes secundarios que aparecerían en el resto de la saga, como el inspector jefe Charles Dreyfus encarnado por Herbert Lom y el fiel criado Kato (posteriormente Cato) encarnado por Burt Kwouk, con el que Clouseau practica artes marciales.

Con Burt Kwouk en "El nuevo caso del inspector Clouseau".

Con Burt Kwouk en «El nuevo caso del inspector Clouseau».

El nuevo caso del inspector Clouseau es una comedia mucho más divertida que su predecesora, aunque Peter no quedó contento con el resultado y aseguró que no volvería a meterse en la piel del torpe inspector. Edwards, quien llegaría a afirmar que Sellers era el actor perfecto porque era como una botella vacía que podía llenar con sus propias ideas, también se hartó de las locuras de Sellers y prometió no volver a hacer una película con él. Los hermanos Mirisch pretendieron explotar al personaje en El rey del peligro (Inspector Clouseau, 1968), sin contar con Edwards, y con Alan Arkin tratando de sustituir a Peter. El fracaso de la película hizo que desistieran el volver a intentarlo hasta que Sellers y Edwards volvieran a sumarse al tren, pero eso es otro capítulo de la historia del cómico más brillante y lunático de todos los tiempos.

 

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