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El marxismo desaparece del informe central en el congreso del Partido Comunista

No hay quien sueñe con aperturas al mercado o a la democracia aunque Marx, Engels y Lenin ya no figuren en los postulados partidistas

Una mirada superficial al informe central al Octavo Congreso del Partido Comunista de Cuba podría reducirse a que lo más significativo fueron los límites impuestos a las reformas y la desaparición en el texto de cualquier alusión al marxismo leninismo, subrayada por la ausencia de imágenes de Marx, Engels o Lenin en la tribuna del Palacio de Convenciones.

Raúl Castro fue preciso al señalar que el ejercicio privado de ciertas profesiones y la  importación comercial privada «en el ánimo de establecer un sistema no estatal de comercio interior» estarían entre esos límites que no se deben rebasar «porque las consecuencias serían irreversibles y conducirían a errores estratégicos y a la destrucción misma del socialismo y por ende de la soberanía e independencia nacionales».

Reiteró la imperiosa necesidad de mantener el carácter de «único» del partido comunista que según él «garantiza y representa la unidad de la nación»

Reiteró la imperiosa necesidad de mantener el carácter de «único» del partido comunista que según él «garantiza y representa la unidad de la nación» al tiempo que redefinió el rol de la sociedad civil recomendando que era necesario «revitalizar su accionar en todas las esferas de la sociedad y actualizar su funcionamiento en correspondencia con los tiempos que vivimos…» y por las dudas, enfatizó: «Es necesario elevar la combatividad e intransigencia revolucionarias y fortalecer su aporte a la labor ideológica, el enfrentamiento a los planes subversivos del enemigo y a la creación y consolidación de valores».

Advirtió sobre la creciente presencia en internet de opiniones contrarias al Gobierno y se consoló afirmando que «las calles, los parques y las plazas son y serán de los revolucionarios y que jamás negaremos a nuestro heroico pueblo el derecho a defender su Revolución».

Con esos truenos, no hay quien sueñe con aperturas al mercado o a la democracia aunque Marx, Engels y Lenin ya no figuren en la iconografía ni sus postulados sean mencionados como un catecismo en los documentos partidistas.

En lo anecdótico vale la pena destacar el velado anuncio de que Marino Murillo parece haber caído en desgracia dada las críticas al desempeño de la Comisión Permanente de Implementación y Desarrollo de los Lineamientos que, según el informe, «no logró organizar, de manera adecuada, la participación de los diferentes actores involucrados en la implementación de los Lineamientos y asumió funciones que excedían el mandato otorgado por el Congreso…»

Como si estuviera respondiendo, con su acostumbrada ambigüedad, a quienes predicen que seguirá en la sombra, Castro dejó claro dos cosas: una, su decisión de no aceptar propuestas para mantenerse en los órganos superiores de la organización partidista y otra que «mientras viva estaré listo, con el pie en el estribo, para defender a la Patria, la Revolución y el Socialismo».

«Mientras viva estaré listo, con el pie en el estribo, para defender a la Patria, la Revolución y el Socialismo»

Otro detalle que no se debe pasar por alto fue su insistencia en recomendar a Miguel Díaz-Canel como su probable sucesor quien, según «la valoración de la Dirección del Partido», viene desempeñando con buenos resultados su cargo de presidente.

Poco antes de pedir a su auditorio un aplauso al presidente, el general de ejército mencionó que Díaz-Canel «ante un llamado del Comandante en Jefe, cumplió voluntariamente el servicio militar en unidades de la defensa antiaérea para asimilar la nueva técnica, tras graduarse de ingeniero electrónico en la Universidad Central de Las Villas».

Sin ánimo de desmentir al general ni a la versión que le haya dado su recomendado debe aclararse que el referido «llamado del Comandante en Jefe a integrar las filas de las «armas estratégicas» ocurrió el 13 de marzo de 1962, cuando Díaz-Canel todavía no había cumplido los dos años y que su entrada a las Tropas Coheteriles Antiaéreas (TCAA) no fue voluntaria, sino obedeciendo la ley del servicio militar en 1982, cuando ya «la nueva técnica» se aproximaba a la obsolescencia.

Faltan tres aspectos a analizar en este congreso: cómo quedarán los lineamientos, cuál será la versión final de la conceptualización y la lista de los nuevos miembros del Comité Central y del Buró Político. Por aburrido y estéril que parezca nos mantendremos atentos.

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