El método Smith
Creo en el derecho a ofender y en el derecho a pegar una leche, pero ojalá la hubiera dado la ofendida
SI alguien sabe del pelo de las mujeres negras es Chris Rock. Ahí está ‘Good Hair’, el documental que produjo en 2009 sobre cómo las mujeres negras perciben su pelo, sobre qué han considerado aceptable o deseable y sobre la relación de todo ello con la cultura negra. Y Will Smith le da un tortazo en los Oscars por decir que Jada Pinkett-Smith podría hacer con su rapado un ‘remake’ de ‘La teniente O’Neil’. Y luego, que si, vaya, tiene alopecia, no deberías haber dicho eso. A Jada no le hizo gracia. Y pese a que estaba sentada a distancia de Will, este salió a vengar su honra capilar. Ahora nos vienen con el capacitismo (perdón, palabro) y la masculinidad tóxica (más palabros). Son los Oscar. Es un espectáculo donde se hacen chistes. Bien por Amy Schumer en una gala que ya se preveía de lo peor. A veces los chistes son de mal gusto, sea eso lo que sea. Si no te gustan nuestras costumbres no vengas al pueblo, como diría Gila. Lo de la calvicie ha sido lo más normal que esa mujer y sus hijos han exhibido desde hace años. Los tres sudamericanos podrían dedicar su canción ‘Qué familia más original’ a la formada por Will Smith, Jada Pinkett-Smith, Jaden Smith y Willow Smith. Qué gente más rara.
Creo en el derecho a ofender y en el derecho a pegar una hostia. Pero ojalá la de la mano larga hubiera sido Jada Pinkett-Smith. Pero, hombre, no en los Oscars, que rompes la escaleta. Sí fue una cosa elegante, con esmoquin. No Jesús Gil pegando a Caneda. Esperábamos alguna sorpresa que mitigara el efecto de ver a tantos raperos y ‘skaters’ donde debía haber estrellas de cine. Pero, demonios, una sorpresa tipo Liza Minnelli, no Will Smith creyéndose Santos con Codeso. O Glenn Ford. Ojalá el otro día, cuando Anne Hidalgo dijo que ella no se había enamorado de un adolescente hubiera salido Macron a cruzarle la cara (pero no estaba).
A veces me hace gracia la violencia. De lejos. La gracia que me hacía el matón de Putin no es la que me hace ahora. Fernando Fernán Gómez contaba riendo en ‘La silla de Fernando’ lo de Luis Lucia, director en quien estaba inspirado el Cafarell de ‘El viaje a ninguna parte’. Según Fernán Gómez, un día que habían acabado pronto un rodaje le dijo que le acompañara, que quería pegar a alguien. Se fueron a un bar fino y en la barra dio un empujón con el hombro a un señor que había allí y cuando el otro se revolvió le dio un puñetazo. Pagaron y se fueron. Pegó a un tipo al que no conocía de nada. Viendo eso, Fernán Gómez pensó que, en los rodajes, pese a la mala leche y a cagarse en el padre de los hermanos Lumière, estaba muy contenido.
‘El método Williams’ es una película que ha desperdiciado una buena historia. El padre de las Williams no es «un valiente defensor de su familia», como Smith dijo al recibir su Oscar. Es un malvado, aunque se deje pegar. El método Smith es peor. Chris Rock debería añadir una coda sobre dar p’al pelo a su documental.