Democracia y Política

El miedo a la libertad

 597325Es el título de la obra maestra del sicoanalista social y filósofo Erich Fromm, que junto al Hombre Unidimensional de Herbert Marcuse y otros textos muy propios de una época de rupturas, búsquedas y propuestas, se originaron a raíz del fenómeno del nazismo para intentar explicar su alcance y significado, y de las consecuencias inmediatas post Segunda Guerra Mundial en cuanto a la naturaleza del hombre se refiere, sus  valores tradicionales, moral individual y modelos sociales; que unidos al auge de nuevas tecnologías, al sentido de la libertad, la economía, la democracia, el comunismo, la religión, marcó la generación de los sesenta, en lo social, político y personal.

     Se fueron dejando atrás mitos y leyendas que impedían el desarrollo natural del hombre en su individualidad, y su inserción en el mundo. Mayo del 68, Woodstock, Vaticano II, Las fresas de la amargura, la Bardot, la era espacial, la liberación femenina, García Márquez, Carlos Fuentes, Gunter Grass; y, así, todo lo que vino después del fascismo, el nazismo y, posteriormente el comunismo, de cuya ingrata recordación aún se sufren sus consecuencias depredadoras en lo económico, moral y político, en detrimento, por supuesto, de la libertad, a la cual el hombre occidental del siglo XXI no está dispuesto a cederla, por el contrario, insiste en ampliarla.

     La importancia de Fromm fue que intentó interpretar el significado de la libertad a través de los tiempos; hasta llegar a la conclusión que el autoritarismo y el totalitarismo (es lo mismo prácticamente, meras sutilezas del lenguaje, que al final culminan en el control, la opresión y la restricción de la libertad ) es incompatible con la libertad del hombre, y establece una relación sadomasoquista entre el opresor y el oprimido. El líder autoritario (Hitler, en su caso) le tiene miedo a la libertad, se ve amenazado en su poder; y aunque no lo dice él, le tiene miedo porque es unidimensional, sea como individuo, sea como organización política, eclesiástica, cultural o deportiva.

     Y le tiene miedo porque él mismo no es libre, está atado a una ideología, fe, doctrina o uso social que le impide el reconocimiento a la pluralidad, el respeto y la tolerancia, quizá por un sentimiento primario cuando imperaba la ley del más fuerte, y no la razón o el derecho, en sus relaciones con la naturaleza y el otro, que es su semejante. Eso explica la tendencia cada vez más acentuada de regímenes, gobiernos, parcelas de poder o partidos por ejercer un mayor control sobre la sociedad por medio de la restricción de la libertad. Específicamente, la de expresión, donde en las comunidades organizadas, democráticas en su esencia, se ejerce ese derecho a través de los medios de comunicación social, cualesquiera que ellos fueren.

     En una necesaria lectura que tuve que hacer de la Constitución de los Estados Unidos -1787- encuentro que las tres primeras palabras con las que se inicia el Texto Magno son: “Nosotros el pueblo, de los Estados Unidos”. Es decir, el pueblo, la sumatoria de los ciudadanos, el soberano, para asegurar la “Bendición de la libertad” ¡Vaya, qué belleza! No el partido, el estado, la república, el presidente, el líder, la iglesia o la raza. Simplemente el pueblo, el soberano, el hombre, todos los hombres, cada hombre.

     A esa libertad, la de opinión, es que los autoritarios del continente y más allá, le tienen miedo. Porque es ella la que ejerce el control de los actos de los gobernantes para evitar la tiranía. Por eso en Cuba no hay libertad de expresión, ni medios de comunicación libres. Solo Granma, una radio, una TV: la del gobierno, la del partido comunista. Igual en Corea del Norte; y más cerca, en Venezuela, donde se censura abiertamente, se cierran diarios, televisoras y radiodifusoras, se multan, se encarcelan a sus editores y periodistas o se les dicta averiguación penal. Lo mismo en Ecuador, Bolivia, Nicaragua y hasta en la propia Argentina. ¿Qué tienen en común estos países? Son autoritarios o con aspiraciones de serlo abiertamente, maquillados de elecciones siempre fraudulentas, para satisfacer el pudor de las democracias occidentales, en detrimento del más preciado don del hombre después de la vida, la libertad.

Un comentario

  1. Juan Jose Monsant ,que acertado .a la velocidad con que transcurren los hecho los gobiernos de izquierdas eluden cualquier discusión o análisis suprimiendo las comunicaciones maravilloso instrumento de liberación en todas las epocas mas en la nuestra con las redes sociales Internet,
    Que llega a todas parte y al instante,
    Joaquín Leon
    pa lante Juan José

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