El motivo por el que John Wayne se enfadó con «ese chaval» llamado Clint Eastwood
El cineasta, que cumple 91, desveló hace años una anécdota sobre el rodaje de 'El último pistolero', de Don Siegel, y el enfado que su nombre provocó en el hombre más temido del Oeste cinematográfico
Solo John Wayne se atrevería a referirse a Clint Eastwood como «ese chaval». Eso si Eastwood no se decidiese dispararle antes por la espalda. Ambos iconos del Oeste cinematográfico, protagonizaron una épica rivalidad que nunca se tradujo en pantalla. De gatillo fácil y tan duros como árido el terreno por el que cabalgaban, desenfundaron sus revólveres más veces que años ha cumplido el director de ‘Million Dollar Baby’. Ganaron mil duelos, pero nunca uno que les enfrentara.
El héroe americano por antonomasia frente al tipo amoral, al que nunca le sobraban balas. El tipo rudo pero formal contra el forastero, el renegado. Hubiera sido una más que digna batalla.
Símbolo de la masculinidad de un país que vio cómo ese hombre de Iowa recuperaba junto a los maestros del cine un género en declive, siempre intentó encarnar a hombres sin tacha, tipos honrados aún con sus defectos y nunca quiso disparar a un enemigo por la espalda. Daba igual que fuera el ranchero Thomas Dunson o Rooster Cogburn, ese alguacil tuerto, mascador de tabaco y con una infalible puntería. Un camino que Wayne encarnó a la perfección, aunque, como Cary Grant, llegó a admitir que no había interpretado «el tipo de hombre» que era, sino el que le gustaría haber sido.
Menos reparos tenían los personajes de Eastwood, que nació el mismo año en que El Duque, por recomendación de su maestro John Ford, se incorporaba a ‘La gran jornada’ de Raoul Walsh. Mito del espaguetti wéstern gracias a Sergio Leone, ya lo declaraba su Rubio en 1966: «El mundo se divide en dos categorías, los que tienen el revólver cargado y los que cavan, y tú cavas». Solitario forajido con poncho y cigarro, solo era feliz descargando su Smith & Wesson. Y nunca cavaba.
Su último gran ‘encargo’ como impasible pistolero lo protagonizó en el wéstern crepuscular ‘Sin perdón’ (Unforgiven) –que también dirigió–, donde encarna a un cazarrecompensas reformado movido por la venganza pero al que nunca, ni con los años, le tiembla el pulso. William Munny, como él, no se jubila: «Soy William Munny, de Missouri, el asesino de mujeres y niños. He matado cualquier cosa que tuviese vida o se moviese y hoy he venido a matarte a ti». Toda una declaración de intenciones.
Antihéroe del wéstern por excelencia, si alguien fue tan temido como John Wayne en el Oeste cinematográfico fue precisamente Clint Eastwood. Mientras El Duque se jactaba de haber rodado casi 200 títulos sin haber disparado a nadie por la espalda, para Eastwood eso no era motivo de orgullo, sino una concesión incomprensible. Y eso a pesar de ser un admirador declarado de Wayne, que vio cómo su sueño de rodar un wéstern con el gran vaquero de Hollywood se esfumaba por culpa de ‘Infierno de cobardes’, que terminaría siendo un gran éxito de taquilla. El hombre que domó a la fiera pelirroja de Maureen O’Hara le envió una carta para manifestar su malestar con la violenta película, ya que se estaba «cargando la tradición del Viejo Oeste», y eso frustró cualquier posibilidad de ver a ambos juntos en pantalla.
Un rencor que aumentó cuando, en su última película, Don Siegel le provocó mencionando a Eastwood. Tal y como contó con sorna el también intérprete en una entrevista en ‘Inside Actors Studio’ en 2003, el director de ‘El último pistolero’ se metió en un aprieto al mencionar su nombre.
El gran aprieto de Don Siegel
«¿Por qué iba a esperar que alguien sacase el arma? En los wésterns americanos… nunca lo entendí. Recuerdo que Don Siegel se metió en un lío cuando hizo la película ‘El último pistolero’. Años después me contó que estaban rodando una escena en la que el villano se cuela por la parte de atrás de la habitación y John Wayne aparece por detrás. Entonces Don le dijo: «Y le disparas». Me contó que hubo un silencio largo y al final se escuchó a John Wayne: «¿Quieres decir que le dispare por la espalda?». El director le respondió: «Sí, sí, dispárale, líbrate de él. Hay cuatro tíos más…». «Yo no disparo a nadie por la espalda». Y Don cometió un error terrible, porque intentó meter baza: «Clint Eastwood le dispararía por la espalda». Me contó que Wayne se puso azul: «¡No me importa lo que habría hecho ese chaval, yo no disparo por la espalda!»».
Más allá del pique puntual de El Duque con Eastwood, lo cierto es que ambos se llevaban bien e incluso tenían más en común de lo que a un enfadado John Wayne le hubiese gustado reconocer después de hablar con Siegel. Los dos rodaron wéstern de serie B antes de triunfar en el género, se convirtieron en símbolos conservadores de su país y evitaron ir a la guerra a pesar de predicar con la violencia en pantalla. Quizás por eso, y como homenaje al primer héroe del Oeste, Eastwood quiso morir en ‘Gran torino’ de forma parecida a como lo hizo El Duque en su última película. A los grandes tipos solo se les puede matar a traición… o por la espalda.