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El Movimiento 5 Estrellas se hunde en su peor crisis

El devastador resultado en las europeas debilita profundamente a los grillinos y a su líder, Luigi Di Maio, en plena guerra por el control del Gobierno con la Liga

El Movimiento 5 Estrellas (M5S), un partido de laboratorio que supo recoger el descontento en Italia, vive la peor crisis desde su fundación. Tras una década ascendente, en la que logró reunir unos niveles de consenso que llegaron a alcanzar un 33% del electorado, ha iniciado una estrepitosa caída en el peor momento. El resultado de las elecciones europeas (pierde la mitad de votos y cae al 17,1%) desnuda a su líder, Luigi Di Maio, en plena lucha con su socio, Matteo Salvini, por el control del Ejecutivo. En el partido surgen ya las voces que piden su dimisión.

El drama en el Movimiento 5 Estrellas ha adquirido tintes shakespearianos en las últimas horas. El partido ha obtenido su peor resultado en los últimos años y ha escenificado a plena luz su pérdida de poder ante su socio de Gobierno. Los grillinos, que no han sabido hacer valer el hecho de contar con un primer ministro afín —Giuseppe Conte se presentó en sus listas y está al servicio del partido— han visto esfumarse la mitad de los votos respecto a las últimas elecciones legislativas. El golpe ha sido durísimo y nadie duda de que Salvini hará caer el Gobierno en el momento exacto que le convenga. La única cuestión ahora es si toca esperar a que lo haga mientras exprime su agenda política y debilita todavía más al M5S, o conviene morir con sus ideas.

Las causas de la derrota son variadas y se han ido gestando a lo largo de los últimos meses: falta de resultados en las medidas económicas, bandazos ideológicos, ausencia de un proyecto europeo y socios comunitarios, mala gestión en plazas fundamentales como Roma o Turín, crisis de liderazgo… Los efectos, sin embargo, pueden verse desde el lunes en el mapa de Italia. El M5S es hoy una fuerza irrelevante en el centro norte del país. Y en el sur, donde siempre logró disparar sus resultados y a cuyo territorio dedicó su medida estelar —una renta ciudadana de hasta 780 euros para todas las personas sin ingresos— ha empezado a perder zonas clave. La Liga, un partido que durante décadas llamó paletos a los habitantes de la zona meridional, roza la victoria en regiones como Calabria y Puglia.

El joven Luigi Di Maio (32 años) es el gran señalado en un partido con cuatro almas distintas y en el que todavía tienen un peso desorbitado su fundador, Beppe Grillo, y el hijo del su otro creador, Davide Casaleggio. Nadie les ha elegido, su poder emana del mérito de la gestación del partido y de una cuestión puramente hereditaria. Pero la influencia que ejercen sobre el cuadro dirigente sigue siendo incuestionable. El lunes, de hecho, Di Maio lo confirmó asegurando que ninguno de ellos le había pedido la dimisión. Y es cierto, no rodarán cabezas todavía. Pero la estrategia en las próximas semanas no está nada clara.

Salvini se dedicará en los próximos meses a imponer su agenda política en el Gobierno. Cuestiones como la bajada radical de impuestos o la construcción de la línea de alta velocidad entre Turín y Lyon serán muy complicadas de asumir por el M5S sin decepcionar a su electorado y pagar un coste demasiado elevado.

La alternativa, con un socio de gobierno que ha exhibido el doble de apoyo en las urnas, es una fricción que conduciría inevitablemente a la crisis y el adelanto electoral. “La única alternativa ahora es resistir, demostrar que el movimiento no cede en sus líneas básicas y prepararse para una crisis en la que convendrá no estar desdibujados en cuestiones básicas”, señala un diputado grillino que pide anonimato. Otros, como Luigi Gallo, cercano a uno de los rivales de Di Maio dentro del partido como es el presidente de las Cortes, Roberto Fico, dijo hoy muy claro que el secretario general debe dimitir: “La responsabilidad es toda suya. Es el momento de que se pregunte si debería dejarlo”.

Pero ni Di Maio ni su entorno contemplan esa posibilidad. Al contrario, la idea es hacer remodelaciones en su círculo cercano de asesores para añadir músculo al aparato. En el partido cunde la idea de que todo se reduce a un problema de comunicación y movilización de sus votantes. El diario La Stampa señalaba este martes que Alessandro Di Battista, la eterna alternativa al líder, un político más impulsivo, ruidoso y menos pragmático que Di Maio, volvería al primer plano para otorgar al partido las revoluciones de que le faltan. La receta, creen muchos, pasa ahora por competir con la Liga con sus mismas armas antes de que sea demasiado tarde.

 

 

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