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El Neardental nos pegó la depresión…y la predisposición a la COVID

Los neandertales han sido señalados como responsables de la predisposición a las adicciones, a las alergias y a sufrir depresión. Ahora, un estudio los vincula también con el riesgo genético de contraer la Covid. Pero sin ellos, no estaríamos aquí.

Todos llevamos algo de neandertal dentro. En 2010, un equipo dirigido por Michael Hammer, de la Universidad de Arizona, encontró evidencias de que neandertales y sapiens se relacionaron y tuvieron descendencia mixta hace unos 50.000 años. Todos los humanos de origen euroasiático actuales tienen trazas de neandertal en su ADN. A partir de ahí y gracias a los avances en biología molecular, se han podido llevar a cabo diferentes estudios científicos, que permiten relacionar distintas enfermedades con esa traza genética de los neandertales. Hace cuatro años un equipo de la Universidad de Vanderbilt, Tennessee (EE.UU.), señaló a los neandertales como responsables de la predisposición a las adicciones, a las alergias y a sufrir depresión.

Un estudio del Instituto Max Planck sugiere que un factor genético neandertal, presente en el 16 por ciento de los europeos, favorece la infección por coronavirus

Ahora, un estudio realizado en el instituto Karolinska en Suecia y el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, Alemania, liderado por Hugo Zeberg y Svante Paabo, ha incidido en aquella investigación, analizando una proteína en concreto, la glutatión reductasa, presente en la variante neandertal. Han demostrado que esa proteína aumenta el estrés oxidativo y multiplica la posibilidad de padecer enfermedades inflamatorias intestinales y vasculares. Lo que es más, el estudio permite aseverar que un factor de riesgo genético importante para el Covid 19, se hereda también de los neandertales y lo portan alrededor del 50 por ciento de la población del sur de Asia y el 16 por ciento de los europeos.

Ahora bien, esos mismos investigadores han descubierto que de los neandertales heredamos también la ‘cura’, gracias a una variante genética que reduce hasta en un 22 por ciento el riesgo de desarrollar al límite la enfermedad y necesitar cuidados intensivos por covid-19. Vaya en el descargo de nuestros antepasados menos valorados que, sin su carga genética, que implicaba mayor grosor de la piel, producción de queratina y refuerzo del sistema inmune, el sapiens no habría sobrevivido en la fría Europa, acostumbrado como estaba al calor africano.

Vaya en su descargo que, sin la carga genética de los neandertales, que implicaba mayor grosor de la piel y refuerzo del sistema inmune, el sapiens no habría sobrevivido en la fría Europa

Pero, además, la depresión tampoco era mala entonces. En realidad, hace miles de años, esa inflamación del organismo podía salvarnos la vida. La falta de apetito y la incapacidad para dormir seguramente favorecían la supervivencia en los entornos precarios y peligrosos. Además, entonces se encontraban con episodios de estrés agudos pero efímeros, diferentes al estrés crónico con que nos encontramos en el siglo XXI. Y no tenían sobrepeso ni vivían muchos años, por lo que la depresión no se cronificaba.

 

 

alternative textNeandertal vs. Sapiens. Convivieron -y se enfrentaron- durante muchos años. El Sapiens solo acabó imponiéndose cuando la morfología de su cerebro cambió y eso le permitió desarrollar nuevas herramientas, armas y esquemas sociales.

 

Un cruce de caminos y de genes

Hace 300.000 años la población se distribuía en dos bloques: en África habitaban los más gráciles Homo sapiens; en Asia, los robustos neandertales, «una especie bien consolidada en la mayor parte de Eurasia, bien adaptada a latitudes elevadas, con cuotas culturales sobresalientes e incluso con la posibilidad de tener una mente simbólica. Enterraban a sus muertos, se adornaban, mantenían hogueras encendidas durante años, se vestían con pieles de animales», ha explicado el paleoantropólogo José María Bermúdez de Castro. Su fortaleza era una barrera para el ’emigrante’ sapiens.

Durante miles de años, el ‘Homo sapiens‘ se adaptó y sobrevivió a los paisajes africanos. Cazaba con jabalinas y lanzas, dominaba el fuego e intentaba expandirse hacia el norte. Pero no lograba asentarse en sus avances. Le frenaban sus encuentros con otra especie más fornida: el ‘Homo neanderthalensis‘, mejor preparado a su vez para las temperaturas más bajas propias del norte.

El Homo sapiens de hace 300.000 años era anatómicamente moderno y con rasgos similares al del hombre actual. En el plano cognitivo, sin embargo, estaba atrasado y no alcanzó un nivel equiparable al del hombre de hoy hasta hace solo 35.000 años. Fue un cambio en el lóbulo parietal, donde se procesa la orientación espacial, el control de la atención y el uso de herramientas, lo que permitió una reordenación de la materia gris del Homo sapiens y logró así superar al neandertal en tecnología y organización social. Durante un tiempo, y entonces el tiempo se contaba por miles de años, el Homo sapiens coincidió con  losneandertales y se mezcló con ellos. Las dos especies humanas convivieron en el Corredor levantino (la franja de territorio situada entre el mar Mediterráneo y las zonas desérticas de Israel, Jordania y Siria) y cruzaron sus caminos, sus culturas… y sus genomas.

 

 

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