El no «efecto Illa» y la caída de Cs abocan a otro gobierno soberanista en Cataluña
El «efecto Illa» puede no cambiar en nada el panorama catalán si ERC no quiere. No es tan grande como pronostica el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), según el sondeo de NC Report para este periódico. Los socialistas suben de 17 a 25 escaños, y ERC gana con 33 diputados, pero puede gobernar con JxCat (32) y es difícil imaginar que el electorado independentista entienda que los de Oriol Junqueras traicionen al secesionismo, con solo un escaño de diferencia entre las dos fuerzas, para irse a un Gobierno de izquierdas con el PSC y con los comunes.
Los datos demoscópicos niegan que, después de todo lo que ha pasado en Cataluña, ese electorado esté maduro como para entender que ERC coja esa dirección, a la que Moncloa ha puesto a su servicio hasta el Ministerio de Sanidad.
Este sondeo, realizado entre el 18 y el 22 de enero, confirma que, aunque el «efecto Illa» ocupe todos los titulares, puede que al final no justifique que haya llegado a asumirse como la razón válida para amparar la inacción del Ministerio de Sanidad, y del Gobierno de Sánchez, en la modificación del estado de alarma para ampliar el toque de queda y facilitar el confinamiento domiciliario.
Tal y como llevan días reclamando la mayoría de las comunidades autónomas, y una decisión que se ha frenado, según denuncian, porque rebajar el toque de queda a las ocho de la tarde, o incluso a las seis, impediría que se celebrasen las elecciones autonómicas el 14 de febrero por sus consecuencias en el funcionamiento normal de los colegios electorales. Moncloa lo ha apostado todo a que los comicios tengan lugar en esa fecha.
Este último sondeo de NC Reports, antes de que este jueves por la noche se inicie la campaña electoral, salvo decisión contraria del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), indica que ha habido muy pocos cambios en estos últimos años en cuanto al equilibrio entre bloques. Aunque sí hay movimientos internos importantes dentro de ellos. En el independentismo, los cambios cuantitativos son discretos, pero son más relevantes en el aspecto cualitativo, ya que ERC ganaría por primera vez en democracia las elecciones.
Dentro del constitucionalismo, las alteraciones sí son más significativas por la caída tan brutal de Ciudadanos, que pasa de ser la primera fuerza, con 36 escaños, a quedarse con 14, y como cuarta del Parlamento catalán. Los naranjas pierden hasta 674.732 votos y 22 diputados. El PSC gana 128.341 votos y ocho escaños, lo que les lleva, con 25, a la tercera posición de la Cámara autonómica.
La suma de ERC, con PSC y Comunes (mantienen sus ocho escaños) alcanza los 65 escaños. Los mismos que suman ERC y JxCat, sin contar con los Comunes. Es un tablero endiablado porque la corta diferencia entre ERC y JxCAT recorta a su vez el margen de los republicanos para elegir socios de gobierno y dar forma al tripartito con el que sueñan en Moncloa. En este pulso de bloques hay que tener en cuenta la variable de los ocho escaños que alcanza la CUP, el doble de los que tiene en la actualidad, igual que le ocurre a los populares. En ocho escaños empatan PP, En Común y CUP.
En los dos bloques hay partidos que sufren el efecto adverso de la abstención, que subiría en estos comicios del 20,9 por ciento de 2017 al 29,9 por ciento: 518.436 votantes menos irían hoy a las urnas que en 2017.
En caída de votos, Ciudadanos con Carlos Carrizosa como candidato es el partido más perjudicado. De su nicho, el PSC coge 128.000 votantes y el PP crece en 76.000. En el ámbito constitucionalista la principal novedad sería la fuerza con la que irrumpe Vox en el Parlamento catalán, con siete escaños, sólo uno menos que el PP, y hasta 235.000 votos. Esto es un aviso a Pablo Casado, el segundo después de que los de Santiago Abascal lograran también entrar en la Cámara vasca en las últimas elecciones. Y de mayor entidad por la fuerza con la que llegan los verdes a Cataluña: Casado sólo sacaría 27.000 votos más a Abascal.
En el bloque separatista los de Laura Borrás (Puigdemont) pierden 193.000 votos y dos escaños. Y ERC se deja 132.861, con un diputado más. El PDeCAT recoge 62.000 papeletas y la CUP sube en 42.000 votantes. La suma de bloques deja una radiografía muy significativa. El constitucionalismo pasa de los 57 a los 54 escaños. Cs pierde esos 22 y el resto de partidos ganan 19. De ellos, 8 son para el PSC, 7 para Vox y 4 para el PP.
En la parte separatista, pasan de los 70 a los 73 diputados. Suben por mucho que pese el desgaste de la causa secesionista, la presión de la gestión de la pandemia y la sensación de desgobierno que se impone en Cataluña. Ayer Inés Arrimadas ofreció sus escaños al PSC para formar una alternativa constitucionalista. Es su estrategia de campaña para intentar contener la debacle, pero el problema está en que no dan los números.
PSC y Ciudadanos se quedan en 39. ERC no entrará en esa ecuación ni tampoco los de En Común por estar los naranjas. El PP, con la presión de Vox, también está en una situación complicada, pero es que aun sumando a todas estas siglas (PSC, CS, PP y Vox), se quedarían en 64. Un escaño menos que la suma de ERC y JxCat. Por tanto, puede decirse que el histórico triunfo de Ciudadanos en las últimas elecciones autonómicas ha perdido su significado tres años después por la gestión de la dirección naranja.