Democracia y Política

El nuevo gobierno conservador francés, amenazado por mociones de censura de los extremos políticos

El Ejecutivo estará compuesto principalmente por partidos centristas y conservadores

                                              Emmanuel Macron en una imagen de archivo. AFP

La dificultad de formación de un primer gobiernosetenta y dos días después de las elecciones anticipadas deseadas por Emmanuel Macron, confirma que Francia se ha instalado durablemente en una crisis política sin precedentes en la Historia de la V República, víctima de divisiones políticas e institucionales muy profundas.

Con un retraso de muchas semanas, a las 19,40 del sábado, Alexis Kohler, secretario general de la presidencia del la República, anunció oficialmente, en la escalerilla del Palacio del Elíseo, los nombres de los ministros del primer gobierno de cohabitación entre Macron y Michel Barnier, formado por personalidades jóvenes y casi desconocidas, en su inmensa mayoría, con experiencia limitada, perteneciendo masivamente al centro derecha y la derecha tradicional, que no siempre han tenido buenas relaciones.

Antoine Armand será el nuevo ministro de Economía, Finanzas e industria; Didier Migaud será el nuevo ministro de Justicia; Sébastien Lecornu será el ministro de los Ejércitos / Defensa; Bruno Retailleau será el nuevo Ministro del Interior; François Noël Buffet, será el nuevo Ministro de Ultramar; Jean-Noël Barrot será el nuevo Ministro de Asuntos Exteriores; Rachida Dati será la nueva Ministra de Cultura; Anne Genetet será la nueva Ministra de Educación; Geneviève Darrieussec será la nueva Ministra de Sanidad; Paul Christophe será el nueva Ministro de asuntos sociales; Annie Genevard será la nueva Ministra de Agricultura; Agnès Pennier Runacher será la nueva Ministra de la transición ecológica; Patrick Hetzel será el nuevo Ministro de Educación; Guillaume Kasbarian será el nuevo Ministro de la Función pública y Maud Breguen será el nuevo Portavoz de gobierno.

Se trata de un gobierno de centro-derecha y derecha dura, «compatible» con la extrema derecha de Marine Le Pen. La personalidad más conocida del nuevo gobierno es Rachida Dati, que seguirá ocupando el ministerio de Cultura, ella, que fue ministra de Justicia de Nicolas Sarkozy, entre el 2007 y el 2009.

La economía de Francia, necesitada de 100.000 millones de euros, con rapidez, aquejada de déficits y Deuda pública amenazantes, estará en manos de Antoine Armand, un joven tecnócrata de 33 años, sin experiencia ministerial.

La diplomacia nacional estará dirigida por otro tecnócrata de confianza de Macron, Jean-Noël Barrot, con una modesta experiencia europea. Al frente de la defensa continuará Sébastien Lecournu. Conservador tradicional.

Como ministro del Interior se ha elegido una personalidad muy conservadora, Bruno Retailleau, un conservador tradicionalista bastante «compatible» con Marine Le Pen

«La montaña parió un ratón», comentó irónico un analista en RTL, primera cadena de radio. «Todo esto, para esto…», reflexionaba melancólico otro analista en BFMTV, primera cadena de información permanente.

Esa decepción relativa y a flor de piel se explica de manera muy simple: rivales y enemigos políticos, desde hacía años, Michel Barnier, primer ministro, y Emmanuel Macron, presidente, se han visto forzados a negociar, durante dos semanas, un gobierno compatible con los cuatro partidos (tres macronianos y uno conservador) que lo apoyan: coalición frágil y minoritaria en la Asamblea Nacional, la única que ha sido posible tras tres meses cortos de crisis y chalaneos fracasados.

Tras «estudiar», descartar, negociar o intentar negociar media docena larga de primeros ministros de extrema izquierda, izquierda socialista, centro y derecha tradicional, Macron nombró primer ministro a Michel Barnier el día 6 de este primer mes de septiembre.

Durante dos semanas, Barnier y Macron han sostenido un largo rosario de conversaciones, encuentros y desencuentros, para formar un gobierno de coalición con varias hipotecas graves y un rosario de posibles mociones de censura.

El Nuevo Frente Popular (NFP), la coalición que une a todas las izquierdas, ha presentado ante la Asamblea Nacional (AN) un proyecto de destitución del presidente de la República y dos proyectos de censura del nuevo gobierno, antes siquiera de conocer sus proyectos. Rayos y truenos políticos en perspectiva

Marine Le Pen, presidenta del grupo parlamentario de Agrupación Nacional (AN, extrema derecha), lanzó hace días dos amenazas: censurar al gobierno, si sus proyectos no «respetan» sus ideas; censurar los presupuestos del Estado, a mediados de octubre, si Barnier presenta proyectos que «no convencen». Temibles amenazas.

Ante esas amenazas, Barnier comenzó por proponer un gobierno conservador tradicional, provocando varios rechazos paralelos. Macron rechazó a una posible ministra que había criticado el matrimonio homosexual y «blindar» el aborto en la Constitución. Los centristas que apoyan a Macron, por su parte, comenzaron por «vetar» a un posible ministro del Interior que consideraban «muy a la derecha». Henri Guaino, conservador sin tacha, antiguo consejero de Nicolas Sarkozy, ex presidente conservador, hizo este análisis, implacable: «Por vez primera en la historia, nuestra República parece condenada a tener un gobierno sin ninguna legitimidad democrática«.

Mientras la pareja Macron / Barnier ultimaba la formación del gobierno, las izquierdas lanzaron varias campañas paralelas.

En nombre de la izquierda socialista, François Hollande, ex presidente, denunció un problema de fondo: «Van a gobernar los perdedores de las elecciones. La derecha tradicional consiguió menos de cincuenta diputados, descartando a los partidos que ganaron las elecciones, comenzando por el Nuevo Frente Popular».

Por su parte, La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda) y los ecologistas han preferido atizar la fronda popular, con manifestaciones callejeras.

Mientras Emmanuel Macron y Michel Barnier ultimaban la formación del nuevo gobierno, la tarde del sábado, en París y una docena de capitales de provincias se sucedían los cortejos de millares o decenas de millares de manifestantes, pidiendo la doble dimisión de Barnier y la destitución de Macron. Las manifestaciones del sábado quizá fueron relativamente minoritarias, pero estuvieron marcadas por la aparición de nuevos frentes de protesta. En la manifestación parisina, por ejemplo, destacaban los manifestantes de Nueva Caledonia y otros territorios de ultramar, donde se prolonga una crisis de fondo, con incendios, enfrentamientos a tiros e insurrecciones locales.

 

 

Botón volver arriba