El País / Editorial: Otra tragedia evitable
Estudiantes se abrazan en las inmediaciones del colegio objeto de la matanza. JOEL AUERBACH AP
La matanza acaecida el miércoles en una escuela de enseñanza secundaria del Estado de Florida ha vuelto a poner sobre la mesa un problema que las autoridades de Estados Unidos deben tratar de poner fin urgentemente. El libre acceso a las armas —en numerosas ocasiones de guerra— unido a la falta sistemática de controles y seguimientos de algunos comportamientos susceptibles de protagonizar acciones violentas es una combinación letal que se está cobrando cada vez más vidas.
La muerte de al menos 17 personas no debe convertirse en una estadística más que añadir al rosario de tiroteos indiscriminados y mortales que suceden —cada vez más a menudo— en el país. Resulta esclarecedor que la tragedia de la escuela de Parkland haga el número 18 en la cuenta de tiroteos similares registrados en EE UU en lo que va de año.
El autor de los disparos, un joven llamado Nikolas Cruz, ha sido descrito por sus compañeros como solitario y obsesionado con las armas de fuego y los cuchillos. Hace un año fue expulsado del centro, tras ser expedientado varias veces por su comportamiento problemático. Despertaba tanto miedo que le habían prohibido asistir a clase con mochila. Y el FBI recibió una alerta sobre él en septiembre. A pesar de eso había participado en un programa de entrenamiento militar para jóvenes y se hizo con un rifle semiautomático AR-15 —el mismo utilizado en otras matanzas y que se puede comprar por Internet—, numerosa munición y granadas de humo. Después de los muertos y los heridos, lo más trágico es la frase que ayer pronunciaban muchos alumnos: “Todo el mundo lo había previsto”.
Washington no debería permitir que ir al colegio sea una ruleta rusa. La libertad de llevar armas no puede estar por encima del derecho a la vida de los estadounidenses. El país debería dar un paso histórico y asumir el control de armas.