El palomo y el palomino
La invasión rusa de Ucrania ha terminado por dejar en cueros la coherencia del submundo ‘indepe’ catalán, que no sabe muy bien con quién va en el conflicto
Era de esperar que alguien con los escasísimos principios de Junqueras, capaz de dar un golpe de Estado, y lastrado por esa enorme dificultad suya para el análisis, no haya tardado en hacer una analogía entre los ucranianos y los separatistas catalanes, ambos seres sufrientes. Hace falta una notable desvergüenza como para compararse con esas madres en fila de dos, con los hijos de la mano y el miedo en la mirada, por la carretera huyendo de los bombardeos de Putin. En general, la invasión rusa les ha cogido a los secesionistas con el paso cambiado. Les gustaría estar al lado de su gran amigo Vladímir (cuya injerencia a su favor en el ‘procés’ ha sido archidemostrada) pero el elenco internacional que apoya a Putin es tan éticamente zarrapastroso que les debe dar vergüenza que su nombre aparezca junto a Maduro o Kim Jong-un. Porque en realidad ellos están a la vez con los prorrusos separatistas del Donbass, cuando sacan pecho palomo, y con el Gobierno de Kiev, al que consideran legítimo en todo el Estado ucraniano (que naturalmente incluye el Donbass). Es como sorber y soplar al mismo tiempo. Nunca es fácil orientarse en la cabeza de un ‘indepe’ que se pone en modo dirigente, capaz de defender lo mismo y lo contrario siempre que sea útil a su ‘republiqueta’ de plexiglás, diestros siempre en cambiar de bando como quien cambia de muda. Aunque en realidad lo que hacen es darle la vuelta al calzoncillo y claro, al final, se les coge en el renuncio y se les ve el palomino.