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El peronismo en crisis y un Presidente que desconoce la derrota

El PJ perdió a nivel nacional, la provincia de Buenos Aires, senadores y diputados. Y además, sólo representa a un tercio del electorado.

«No se les ocurra quedarse sin el pan y sin la torta porque tomo la palabra de Presidente que ‘desde mañana vamos a trabajar por la gente’. No confundan trabajar con la gente con salir a repartir plata ahora. Porque se pueden quedar sin los votos y nos podemos ir al carajo», advertía el economista opositor Carlos Melconian, un día después de la derrota del oficialismo en las PASO. Efectivamente, la “platita” se repartió en la campaña, prosiguió la emisión y se intensificaron medidas que generaron más inflación, no se abordaron los problemas de fondo –reforma impositiva, subsidios, creación de empleo, inseguridad- y, por ende, el Frente de Todos no pudo revertir la derrota en la provincia ni a nivel nacional, perdió el quórum en el Senado y quedó con menos diputados.

Desde del traspié en las PASO del 12 de setiembre hasta la elección de este domingo, el Gobierno volcó unos $125 mil millones (más de 600 millones de dólares al blue), en un vano intento por recuperar el resultado. Fueron unas 9 medidas que apuntaron a los trabajadores formales con sueldos de hasta $150.000, beneficiarios de planes sociales, estudiantes de bajos recursos, titulares de la prestación por desempleo, trabajadoras de casas particulares no registradas, habitantes de barrios populares y las titulares de la AUH.

La imagen del oficialismo frente al espejo es unívoca: el peronismo en sus distintas vertientes –kirchnerismo, massismo, albertismo, cristinismo- no pudo dar vuelta los cuatro puntos que le sacó en territorio bonaerense la oposición, aún poniendo todo el “aparato” con los intendentes, sindicalistas y La Cámpora en la calle, más la ayuda cash del Estado. Ergo, si el aparato ya no garantiza efectividad electoral; si los planes sociales ya no equivalen a votantes fieles o cautivos; si La Cámpora dejó de ser un fenómeno que enamora a la juventud; si unido, todo el peronismo quedó muy lejos de los 40 puntos en la provincia, significa que el PJ en sus distintos “ismos” está ante una verdadera crisis. Suena difícil que salga de esa crisis sin pases de factura por la derrota en las urnas, sin divisiones o enfrentamientos. ¿Seguirá siendo el de Cristina un rol supremo?¿Aflorará la ambición de algunos gobernadores?¿La nueva CGT, se cristinizará o por el contrario, buscará fortalecer a Alberto F.?

 

La vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández, participa en el cierre de campaña del Frente de Todos hoy, en Buenos Aires. Foto: EFE/ Juan Ignacio RoncoroniLa vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández, participa en el cierre de campaña del Frente de Todos, en Buenos Aires. Foto: EFE/ Juan Ignacio Roncoroni

 

En esa crisis emergen algunos dirigentes que podrían reclamar un mayor protagonismo en la etapa que viene. Como los gobernadores que se impusieron en sus provincias, Juan Manzur (Tucumán), Sergio Uñac (San Juan), Jorge Capitanich (Chaco), Gildo Insfrán (Formosa), Ricardo Quintela (La Rioja) y Raúl Jalil (Catamarca). Ellos podrían tener que ver en la disputa que se desatará en el oficialismo.

Quienes tendrán que calmar el frente interno, porque son los padres de la derrota en sus distritos son Omar Perotti (Santa Fe), Gustavo Bordet (Entre Ríos), Alberto Rodríguez Saá (San Luis), , Sergio Ziliotto (La Pampa), Alicia Kirchner (Santa Cruz), que quedó tercera, y Axel Kicillof (Buenos Aires), que pese al despliegue inusitado de clientelismo perdió en un distrito en el que dos años antes venció por 14 puntos a María Eugenia Vidal. ¿Cuál será el planteo de muchos intendentes que pese a todo, se impusieron en sus municipios?

Distinta es la situación de Juan Schiaretti (Córdoba) y Mariano Arcioni (Chubut), ambos peronistas pero que estaban fuera del esquema kirchnerista y podrían promover una nueva alianza con otros mandatarios del PJ, descontentos con la gestión nacional.

Sea cual fuere el camino que tome el peronismo, parte de una base concreta: hoy, unido, tan solo representa un tercio del electorado, un poco más del 33%. Y el otro tercio consolidado, que hoy superó los 42 puntos lo ostenta Juntos por el Cambio. La pertenencia peronista se ha ido diluyendo con el fracaso de las gestiones. En particular, desde el segundo mandato de Cristina Kirchner y los dos de Alberto Fernández, en la Nación; y con las sucesivas gestiones peronistas en la provincia de Buenos Aires a nivel gobernación –Eduardo Duhalde, Carlos Ruckauf, Felipe Sola y Daniel Scioli- y en algunos municipios del Conurbano.

Pocas veces se vio a un presidente peronista, como ocurrió con Alberto Fernández, protagonizando una imagen tan desoladora como la de este domingo por la mañana. Al ir a votar, y con un estado de la pandemia que ya permite las movilizaciones y concentraciones, apenas unos 15 o 20 militantes se habían acercado para vitorearlo. Por la noche, Fernández ensayó un discurso que parecía el de un Presidente cuyo partido ha ganado por poco, no el de un mandatario que fue derrotado por más de 11 puntos en todo el país.

“Tenemos que plantear rápidamente la hoja de ruta de los próximos 60 días y elaborar un relato y un plan que sostengan a Alberto”, describe un ministro albertista del gabinete. Están convencidos que Cristina es consciente que si tira demasiado de la cuerda, se rompe, y nadie quiere volver al llano.

Yo no tengo previsto ningún cambio de Gobierno”, se sinceró en la mañana del domingo el mandatario. ¿Quiere decir que cualquier cambio será contra su voluntad, impuesto por Cristina?

Pero lo que presenta como una situación controlada, en la que incluso se hace trascender que el mandatario habría acordado con Cristina Kirchner, por ejemplo, la continuidad del ministro de Economía, Martín Guzmán, no es tan claro cuando cambian los interlocutores.

En La Cámpora las pretensiones son otras. “Tiene que haber un cambio de gabinete urgente, uno nuevo, y un plan” señalan, de manera contundente. La agrupación que encabeza Máximo Kirchner cree que cada minuto que continúe Guzmán es peor y sigue apostando a que el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, tenga un rol importante en esta nueva etapa. Aunque no saben si el tigrense lo aceptaría.

 

 

Máximo Kirchner en LanúsMáximo Kirchner en Lanús

 

No es casual en las últimas horas una definición de Andrés “Cuervo” Larroque, uno de los referentes camporistas y actual ministro de Desarrollo Social bonaerense. “Con la unidad sola no alcanza, hay que revisar el sentido de esa unidad”, dijo. Traducido, la composición de la alianza en el Gobierno, tal como hasta ahora, debe ser reconfigurada. Y en ese rediseño, es difícil pensar que el Instituto Patria quiera mantener el poder de Fernández en el Gobierno o darle más, sino todo lo contrario, cooptar los ministerios.

Anoche, en el oficialismo analizaban de una manera muy particular la remontada en la provincia de Buenos Aires, que pintaba para una catástrofe. La derrota es de Kicillof pero para la Casa Rosada, es una señal de respaldo a la que deben aferrarse. “No nos fue tan mal”, deslizaron. Aunque las palabras de Alberto Fernández superaban cualquier interpretación: «El próximo miércoles, que se celebra el día de las militancias, llenemos la Plaza de Mayo y celebremos este triunfo como corresponde«.

En la Casa Rosada observan que la oposición intentará prolongar la crisis. Por eso el mensaje de Alberto Fernández enviando al Congreso el ‘Programa económico plurianual para el desarrollo sustentable’. “Una oposición responsable y abierta al diálogo, es una oposición patriótica. Nuestro pueblo necesita ese patriotismo”, lanzó en su mensaje. Lo que busca es involucrar a JxC en las complejas decisiones por venir.

Horacio Rodríguez Larreta, por caso uno de los ganadores de estas elecciones, se supeditará a la decisión de la Mesa Nacional que se reunirá este lunes para evaluar el resultado de los comicios y la etapa que viene. Pero en principio, el rechazo a cualquier convocatoria sería unánime. Los matices en JxC tiene que ver sólo con “la forma” de expresarlo, entre los que no quieren parecer tibios y quienes no quieren pintarse la cara, posición que prevalecería. «Primero queremos ver el plan, de qué se trata, y luego hay que discutirlo en el Congreso, como corresponde», indicó Eduardo Macchiavelli, armador nacional del PRO y mano derecha de Larreta.

Está claro que no le resultará fácil al Gobierno establecer un consenso al que apela porque perdió las elecciones. ¿Si hubiera ganado con claridad, también habría convocado a la oposición?

 

 

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