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El Plan B de Cubazuela en Bolivia

Desde La Habana y Caracas necesitan desatar una campaña de desinformación internacional para vender a Evo Morales como legítimo presidente todavía.

Cubazuela ha puesto en marcha su Plan B: caotizar Bolivia para vender internacionalmente la narrativa de que ha sido víctima de un golpe militar por parte de una derecha racista, a la que ahora el pueblo resiste heroicamente.

Se busca repetir la puesta en escena aplicada a Honduras, cuando el presidente José Manuel Zelaya intentó dar un golpe de Estado mediante plebiscito, contra la Constitución que impedía su reelección. El resultado del pretendido plebiscito estaba ya fraudulentamente cocinado a su favor con La Habana y Venezuela, que le hicieron llegar en un avión las boletas falsas para que fuesen introducidas en las urnas y así aprobar la enmienda constitucional. ¿La razón? No era que Zelaya fuese el paladín de las necesidades de los humildes —aunque un oportuno colchón de petrodólares chavistas le permitió presentarse como tal—, sino la necesidad de Cubazuela de tener gobiernos aliados en Centroamérica para sus propias rutas de narcotráfico «antiimperialista».

El plan B en Honduras fue intenso y similar al que ahora aplican a Bolivia: consolidar en medios políticos y de prensa internacionales la imagen de que los golpistas eran quienes habían destituido al presidente, aislar al nuevo gobierno, crear la imagen de que el único presidente legítimo era Zelaya en el exilio, y así evitar que se reconociera a los supuestos golpistas.
Como guinda al pastel, se dieron a la tarea de obtener —y lograron— que la OEA aplicara las sanciones más fuertes que contempla la Carta Democrática Interamericana y se suspendiera toda ayuda financiera internacional del Banco Interamericano de Desarrollo a esa empobrecida nación. Demoró meses derrotar la estrategia tejida entonces entre Fidel, Chávez y Zelaya, antes de que Honduras pudiera normalizar sus relaciones económicas y políticas con el exterior.

Para repetir la aplicación del Plan B en Bolivia —esperan que con mejor suerte—, necesitan crear artificialmente en el país andino una estética de golpe de Estado para exportación: imágenes de caos, ingobernabilidad, civiles oponiéndose al nuevo gobierno, que a su vez son reprimidos con violencia por militares y la policía. No menos importante es poder contar con un presidente que, aunque se haya visto obligado a exiliarse, siga siéndolo técnicamente.

Parte esencial del Plan  B es desatar una intensa y extensa campaña de desinformación internacional para vender esas narrativas artificialmente construidas. En un esfuerzo concertado, los contenidos de esa ofensiva de desinformación ya estan siendo diseminados en los medios de comunicación y políticos por todas las redes de agentes de influencia y servicios de inteligencia, no solo de Cubazuela, sino de sus aliados rusos, chinos, iraníes y otros más.

La campaña de desinformación e influencia fabricada por la maquinaria internacional de propaganda de Cubazuela ya se ha iniciado. Hoy se publican fotos del «presidente indígena» Morales, compungido y humilde, en su primera noche bajo una improvisada lona y de cuando tomó el asiento del avión que lo llevó a México envuelto en la bandera mexicana  mientras pedía a sus opositores que no «masacren» al pueblo. Nada  que ver con su avión privado de 38 millones de dólares, el museo a su memoria de siete millones y el nuevo palacio presidencial de 29 plantas que se hizo construir. Tampoco con las acusaciones contra su Gobierno por la comisión de varias masacres a lo largo de estos años.

En pocos días ya se aprecia el esfuerzo de sus fuerzas paramilitares de choque por desatar la violencia y caotizar Bolivia. Quieren que la prensa internacional equipare a Morales con el orden, y a sus sucesores con la crisis y el caos.

Cubazuela desea obligar mediante el uso de grupos paramilitares que entrenó a lo largo de estos años, a que el Ejército y la Policía tengan que hacer uso de la fuerza para mantener el orden, con lo cual facilitarían la recogida de fotos y videos de la supuesta represión fascista contra el pueblo. En el Congreso, donde los seguidores de Morales tienen mayoría, ya intentan bloquear los procedimientos constitucionales de sucesión presidencial para que pueda seguir siendo técnicamente considerado «presidente constitucional» en el exilio. Sería en esa condicion, que se le procuraría apoyos o al menos abstenciones de otros gobiernos respecto a su legitimidad, para finalmente convocar sanciones internacionales de la OEA y organismos financieros.

Se equivocan de nuevo. Fracasaron con Zelaya y muy probablemente fracasarán con Evo, sobre todo si esta vez su Plan B se denuncia oportunamente ante la opinión pública. Las campañas de desinformación tienen un problema similar al de los vampiros: se desvanecen en cuanto se exponen a la luz.

 

 

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