El PP gana las elecciones europeas por dos escaños y cuatro puntos más que el PSOE
Los populares consiguen 22 eurodiputados y el 34,18% de las papeletas por los 20 de los socialistas y el 30,19% de los votos
El Partido Popular ha ganado las elecciones europeas en España por dos escaños y cuatro puntos de ventaja sobre el PSOE. Los populares se hacen con el 34,18% de los votos, lo que se traduce en 22 asientos en el Europarlamento de los 61 que se elegían en nuestro país. Los socialistas consiguen el 30,19% de las papeletas y 20 escaños en el Parlamento Europeo.
Vox se sitúa como la tercera fuerza en los comicios celebrados este domingo al hacerse con 6 europarlamentarios y el 9,62% en porcentaje de voto. Tres partidos comparten la cuarta posición en número de escaños. La coalición Ahora Repúblicas (4,93%) —que integra a ERC, BNG y EH Bildu— Sumar (4,65%) y Se Acabó La Fiesta, el partido del antisistema Alvise Pérez, alcanzan los tres asientos.
Podemos, por su parte, no logra dar el ‘sorpasso’ al partido de Yolanda Díaz en su batalla en el espacio de la izquierda alternativa al PSOE. La candidatura de la exministra de Igualdad, Irene Montero, se hace con dos europarlamentarios y el 3,27% de los votos.
El espacio nacionalista e independentista vasco y catalán no consigue un buen resultado, pero resiste. El partido de Carles Puigdemont, Junts per Catalunya (2,55%), mantiene un europarlamentario —consiguió tres en 2019—, al igual que el PNV, encuadrado en CEUS (1,61%), la coalición que comparte con Coalición Canaria.
Estos resultados supone una subida significativa para el PP respecto a las elecciones celebradas en 2019. En concreto, nueve escaños más. El único partido que aumenta su representación junto con Vox, que sube dos. El PSOE pierde uno y el mayor batacazo lo recibe Podemos, que se deja cuatro, y Ciudadanos, que desaparece del Europarlamento.
Llegaban los partidos a estas elecciones europeas a la gresca, con el ambiente enrarecido y claramente contaminado por la batalla nacional. La imputación de Begoña Gómez, la mujer del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, copó gran parte de los mensajes de la campaña, con el PSOE decidido a revertir la situación y usarla en su favor, hasta el punto de convertir a la esposa del jefe del Ejecutivo en mártir y heroína al mismo tiempo. Abonado al género epistolar, el presidente arremetió contra el juez en una nueva carta a la ciudadanía, en la que lo acusó de fijar la fecha para la declaración de Gómez a propósito, en plena campaña, para intentar condicionar el voto de los españoles.
De nuevo, como viene haciendo desde que en 2019 adelantó las elecciones generales al tumbar el Congreso sus presupuestos, Sánchez ha aprovechado cada resquicio para airear su discurso del miedo a la llegada de la «ultraderecha», en la que ya incluye al PP e incluso a parte de la Justicia y de la prensa. Una suerte de «internacional ultraderechista» que, asegura, agita «la máquina del fango» contra él y su entorno, con «bulos» y ‘fake news’. Es todo cuanto ha dicho de la citación judicial a su mujer, imputada por presunto tráfico de influencias, a pesar de que por una investigación fiscal al novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, pidió al líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, que reclamase la dimisión de la dirigente madrileña.
Los socialistas llegaban a la cita de este 9-J a rebufo del excepcional resultado de Salvador Illa en Cataluña, donde ganó con amplio margen y el independentismo no suma mayoría. Pero ahí también creció el PP, que fiaba a la contienda europea un resultado que le permitiese dar una estocada definitiva al sanchismo, en una legislatura que desde luego no está siendo, ni mucho menos, un camino de rosas para los socialistas.
El PP, tras pasar de puntillas por ella en las catalanas, ha recuperado la amnistía como eje central de sus críticas al Gobierno, incapaz de aprobar nada más en las Cortes Generales. La ley, aunque está en el plazo medio del resto de normas, no se ha publicado en el ‘Boletín Oficial del Estado’ (BOE) aun habiéndose avalado definitivamente el 30 de mayo en el Congreso. La tardanza en su llegada al BOE ha impedido que en plena campaña se compruebe si la norma será de aplicación inmediata, como creen los separatistas, o si las cuestiones prejudiciales que se puedan elevar los jueces a la Unión Europea consiguen retrasar el regreso a España del prófugo Carles Puigdemont. Mientras, en la Cámara Baja el PSOE no logra ocultar su fragilidad, con el reciente rechazo a su ley contra el proxenetismo o la decisión de la rama socialista del Ejecutivo de retirar ‘in extremis’ la ley del Suelo para evitar una segunda derrota en apenas 48 horas.
En este contexto, el PP pretendía obtener un resultado que, extrapolado a unas elecciones generales, le permitiese sumar una mayoría alternativa a la de Sánchez, la izquierda radical y los nacionalistas. Vox, por su parte, había centrado sus mensajes en combatir las apelaciones al voto útil de los populares y, de nuevo, ha explotado en los últimos quince días sus propuestas para el campo –con su firme oposición a la Agenda 2030, que busca garantizar el desarrollo sostenible– y la inmigración, donde los de Santiago Abascal exponen una línea dura, especialmente respecto a la procedente de países de cultura islámica.
A la izquierda del PSOE, Yolanda Díaz se jugaba su particular pulso con Podemos, que se resiste a desaparecer como le ha sucedido a Ciudadanos, aunque su candidata, Estrella Galán, centró sus mensajes en la necesidad de cerrarle el paso a la «extrema derecha». La candidatura de Irene Montero, con ataques muy duros hacia la supuesta tibieza socialista con Israel por la respuesta a los atentados terroristas de Hamás, reclamaba su propio espacio en el espectro ideológico.