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El preconteo es apenas un borrador

Los errores del preconteo de votos ponen al país con los pelos de punta. Nada tan crucial en una democracia como poder creer en los resultados de las elecciones. Y más ahora -en estos tiempos de redes sociales- cuando cualquier chispa puede incendiar el mundo en cuestión de minutos.

¿Hay fraude o no? Es la pregunta de fondo. Pero antes de llegar a responderla hay que tener claros varios puntos.

En primer lugar que no es la primera vez que se presentan este tipo de “errores” (para no calificarlos como fraude mientras no se demuestre la mala fe). Desde 2010 las redes sociales se inundan cada cuatro años con fotografías de los formatos E14 en las que se ven tachaduras o borrones. Y siempre se da una tremenda puja entre los candidatos en el borde de la eliminación con los que pasan raspando que terminan en verdaderos duelos contando voto por voto.

En las ocasiones anteriores medios independientes y organizaciones como la Misión de Observación Electoral (MOE) le han metido el diente al tema y han concluido dos cosas importantes para tener en cuenta. La primera es que sí se detectan problemas en el conteo, pero no tan masivos como que lleguen a afectar los elegidos.

En 2018, por ejemplo, la MOE encontró inconsistencias en el 2,76 por ciento de los formularios de la muestra que revisó, en elecciones presidenciales. Y también hizo un ejercicio de comparar los resultados del Senado y la Cámara del preconteo y del escrutinio y encontró un ‘margen de error’ de cerca de un 1 por ciento.

En 2010, el portal La Silla Vacía hizo un ejercicio similar de veeduría que la llevó a concluir que en efecto se perdieron unos 100 mil votos de Mockus, lo cual representaba en ese entonces cerca del 1 por ciento.

Volviendo a 2022, teniendo en cuenta que se depositaron 17 millones 530 mil votos para el Congreso, y que los votos que no les sumaron al Pacto Histórico serían unos 390.000, estaríamos hablando de una falla en el 2,22% de la votación. Es decir, estaría aumentando levemente el promedio de “errores” comparado con 2018.

Ese punto no es menor. De manera que vale la pena guardar la calma sobre la manera como está funcionando el sistema electoral.

Y la segunda conclusión tiene que ver con que el preconteo es apenas un ‘borrador’ del conteo definitivo de votos que viene siendo el escrutinio. Históricamente, para evitar problemas y dar unos datos preliminares, siempre se surte ese paso con los famosos formularios E14. Pero precisamente por eso existen otros pasos posteriores, como el escrutinio y el reconteo, para corregir errores.

Esto quiere decir que el sistema electoral colombiano da garantías. Si se detectaron los “errores” es precisamente porque el sistema es trasparente y los formularios E14 se ponen a disposición de todos.

El hecho de que las inconsistencias tengan explicación y se hayan también dado en otras elecciones, no quiere decir que sea un tema menor. Porque, en el caso de 2022, al tratarse de una lista cerrada la pifia significa tres curules de más en el Senado para el Pacto Histórico.

Pero en teoría, si el sistema funciona bien, las tres curules debían aparecer también en el escrutinio, con escándalo o sin escándalo. Ojalá, y como bien explicó ayer el registrador Alexander Vega, los “errores” solo se presentaron en Senado. Según explicó él, porque fue el último que contaron los jurados de votación y probablemente surgió el cansancio.

Tal vez el escándalo se ha crecido por todas las polémicas que han rodeado al registrador Vega desde su llegada al cargo. E incluso desde antes. Cuando fue nombrado magistrado del CNE, su anterior cargo, denunciaron que no cumplía el requisito de mínimo 10 años de ejercicio. Para llegar a la Registraduría, los presidentes de las Cortes (Gloria Ortíz, por la Constitucional; Álvaro García por la Corte Suprema y Lucy Bermúdez, por el Consejo de Estado) le rebajaron sorpresivamente el valor a la trayectoria de cada candidato a la hora de calificarlos para elegir al Registrador. La historia ha demostrado que el desprecio por la experiencia y el conocimiento puede terminar en tragedias.

Nadie descarta que entre las inconsistencias algunas sean malintencionadas. Pero hay muchos indicios que sugieren que no se trata de un fraude masivo como algunos intentan sugerir. Mal hacen varios dirigentes políticos y hasta expresidentes tendiendo un manto de duda sobre el proceso electoral sin mostrar pruebas contundentes.

 

 

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