El primer mes de la «revolución libertaria» de Javier Milei
Presagios bíblicos, inflación y la prueba de la tolerancia. El nuevo presidente emprendió una cruzada para reformar Argentina. Casi 30 días de subir al poder, la crisis apremia y los logros todavía se muestran lejanos
Santiago Piovi tiene barba negra, está vestido de oscuro y lleva gorra, en sus manos carga dos bolsas de papel madera con comida. Trabaja para Rappi, una de las aplicaciones para pedir envíos a domicilio más usada en la Argentina. Hubo tantos jóvenes del ‘delivery’ que apoyaron a Javier Milei en la campaña presidencial, que se llegó a hablar del ‘fenómeno del voto Rappi’, para marcar el inesperado atractivo de un candidato conservador y liberal en sectores populares más afines al peronismo. «Yo lo voté y todavía tengo fe, había que sacarse a la lacra de encima», contesta Piovi, a poco de cumplirse el primer mes de gobierno.
Cuando faltaban apenas horas para terminar el año, Milei se sacó su tradicional chaqueta de cuero y se vistió de traje. El equipo de comunicación lo esperaba en la Casa Rosada, la sede del Gobierno.
El día anterior había ido al debut teatral de su novia, la comediante Fátima Florez, en Mar del Plata, el principal balneario de la Argentina. Cuando la obra terminó, luego de que Florez apelara a imitaciones sarcásticas de Cristina Kirchner y del propio Milei para divertir al público, el presidente subió al escenario y juntos se trenzaron en un largo beso, sin disimular el ardor frente a la sala que aplaudía.
Poco después, el presidente estaba de regreso. Había recuperado el gesto ceñudo y los técnicos lo esperaban para grabar el mensaje de fin de año, que se transmitiría a todo el país por cadena nacional. Milei se montó los anteojos, tomó los papeles y lanzó la admonición más severa que se tenga memoria: les dijo a los diputados y senadores que si rechazan su ambicioso proyecto de reforma de mercado, el país se enfrentaría a «una catástrofe de dimensiones bíblicas». A un mes del cambio de gobierno, la Argentina avanza hacia una encrucijada histórica.
Milei, que llegó a la presidencia sin antecedentes de gobierno y con la irrupción de un partido nuevo, es todavía un profundo misterio, el portador de una psicología desconcertante. ¿Cómo reaccionará si el Congreso, con mayoría peronista, rechaza su reforma de mercado y debe gobernar una «catástrofe de dimensiones bíblicas»? Empresarios y políticos tienen en su mente un reloj imaginario con la cuenta regresiva hacia el desenlace. Una semana después de asumir, el Presidente dictó un decreto de 83 páginas que desarmó el sistema de regulación de precios, autorizó a vender las acciones de las empresas públicas y quitó privilegios a las compañías de salud de los sindicatos para que compitan con el sector privado.
La inflación había alcanzado el 12% mensual con el gobierno anterior. Pero el nivel real era muy superior. Los peronistas Cristina Kirchner y Alberto Fernández había mantenido reprimido los precios con subsidios a empresas de transporte y servicios, a fin de evitar que subieran las tarifas y perdieran más votos en las elecciones. Sin crédito y con déficit crónico, el modelo se volvió insostenible. Kirchner le dejó a Milei el obsequio envenenado de una inflación reprimida. El economista Néstor Scibona lo describe como un resorte apretado que, de pronto, se suelta y salta por el aire. La inflación rozó en diciembre el 30% y 2023 superó el 200% anual. Milei apuesta a liberar las fuerzas del mercado para equilibrar los precios y atraer inversiones. La catástrofe de dimensiones bíblicas es todavía un presagio. Pero el Gobierno debe encontrarles la solución a tres plagas amenazantes.
Primera plaga: crisis
Milei necesita que se frene la inflación antes que pierda sentido la devaluación del 50 % del peso que dispuso apenas asumió. Enfrenta una dinámica que llevó a los precios a correr como un tren bala, mientras el tipo de cambio camina como una tortuga. Si la inflación se mantiene en el tiempo, la Argentina puede pasar en meses de ser un país barato a nivel mundial a otro con costos imposibles.
«La economía hace 12 años que no crece, el Gobierno ahora intenta introducir una desregulación y un replanteo de la relación del Estado con los mercados que es muy importante porque en parte explica el estancamiento; pero no está claro cuál es el puerto de llegada», advierte Jorge Vasconcelos, investigador jefe del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL). Para Vasconcelos, las medidas anunciadas por ahora son «provisorias». «En algún momento va a tener que clarificar si se apunta a una dolarización de la economía, a un régimen de convertibilidad o a un programa de metas de inflación; sin embargo, para llegar se necesita antes fortalecer las reservas del Banco Central y estabilizar», dice.
Después del decreto, en los últimos días de 2023, el Gobierno envió al Congreso un megaproyecto de 664 artículos que transforma el sistema legal, reduce la intervención del Estado en la economía y la vida cotidiana, y en virtud de la emergencia le entrega al Ejecutivo amplias facultades especiales durante dos años. Esa revolución ‘libertaria’ es la prenda que Milei reclama aprobar para evitar la catástrofe. El proyecto incluye un endurecimiento de las sanciones contra la protesta callejeras, que en Argentina son una costumbre cotidiana. También introduce modificaciones al Código Penal para ampliar el derecho de la legítima defensa, como un espaldarazo a las fuerzas de seguridad. Y deja a 41 empresas públicas sujetas a privatización, con una lista que incluye a la petrolera YPF; la compañía aérea de bandera, Aerolíneas Argentinas y los ferrocarriles, entre otras. Permite además que los clubes de fútbol se transformen en sociedades anónimas, cierra organismo de cultura, simplifica el divorcio, modifica la ley de salud mental y establece que los estudiantes deban rendir un examen al terminar la escuela secundaria. Todo en un solo paquete.
Milei necesita que se frene la inflación antes que pierda sentido la devaluación del 50 % del peso que dispuso apenas asumió
Pero el ministro de Economía, Luis Caputo, está urgido del capítulo financiero del megaproyecto. Allí se promueve un ambicioso blanqueo de capitales. Se permitirá regularizar sin pagar impuestos hasta 100.000 dólares en efectivo, inmuebles o criptomonedas. Además, se otorgan facilidades para blanqueos que superen los 100.000 dólares. Los argentinos, según estimaciones oficiales, tienen un récord de 380.179 millones de dólares en el exterior, en su mayoría sin declarar. Apremiado por la necesidad de dólares, Caputo apuesta al blanqueo y a la moratoria impositiva para fortalecer las arcas. Pero la magnitud de la reforma legal de Milei y su debilidad en el Congreso, donde apenas maneja un puñado de legisladores, transformó la aprobación en un trabajo hercúleo. El ala política del Gobierno sugirió enviar aparte el capítulo económico para evitar que otras controversias empantanaran las urgencias. Milei se negó. Concibe su gobierno como una prueba de fe, una cruzada. Su cita más repetida es Macabeos 3.19: «La victoria en el combate no depende de la cantidad de las tropas, sino de la fuerza que viene del Cielo». El problema para el Gobierno es que la segunda plaga no se corporiza en un ejército de enemigos paganos sino que vive en su interior.
Segunda plaga: improvisar
Aunque apenas lleva un mes de gestión, todas las semanas se conocen nuevas renuncias en el Gobierno. El éxodo principal afecta al equipo de comunicación, que ya va por el tercer recambio. Los funcionarios que se van despotrican contra un sistema de toma de decisiones reducido a tres personas: Milei, su hermana Karina, que asumió como secretaria general y a quien el presidente llama ‘el Jefe’; y el asesor Santiago Caputo, un experto en ‘marketing’ político de 38 años, que era desconocido para la mayoría de los argentinos pero que edificó gran parte de la estrategia electoral que cimentó el triunfo.
Los políticos más experimentados del gabinete descubren como su propio Gobierno entorpece las negociaciones para alcanzar los votos en el Congreso, por ejemplo, al incluir una desregulación del mercado pesquero que convirtió en opositor a Ignacio Torres, el gobernador de la patagónica Chubut y único aliado que tenía Milei en las provincias. El Presidente dijo también que los legisladores demoraban la discusión de la reforma porque buscaban sobornos. No facilitó el camino para los negociadores, aunque muchos consideraron que dijo la verdad. «Milei está convencido que la presión de la opinión pública va a ser suficiente para vencer al Congreso, polariza y acusa de cobrar sobornos –expresa el sociólogo Marcos Novaro, investigador de historia argentina de la Universidad de Buenos Aires-. Se muestra impulsivo, sin medir sus palabras. No es un liberal, es un libertario, cree que hay un choque de valores. El misterio es cómo va a combinar su visión cultural, muy dura, con el pragmatismo para gobernar».
Tercera plaga: tolerancia
El tercer desafió de Milei es sostener el respaldo de los votantes. El cambio de gobierno permitió a los argentinos que catalizaran en su figura y en sus ataques contra ‘la casta’ el desasosiego por una década de estancamiento e inflación creciente. Pero la devaluación y la desregulación licuó los ingresos y empujó la impaciencia.
El peronismo y la izquierda activaron rápidamente protestas, sin darle ni un mes de luna de miel. La CGT, la principal central sindical, dominada por el kirchnerismo, convocó a una huelga general para el 24 de enero. La tolerancia social de los argentinos, que cada vez que van al mercado descubren nuevos saltos de los precios, es el interrogante central del primer mes de gobierno. «Es posible que la imagen positiva de Milei vaya bajando, pero creo que este proceso recién empieza», intuye Novaro. Para el analista y encuestador Facundo Nejamkis es «impensable que a un gobierno pueda irle bien con un proceso de aceleración de precios». «Si en tres meses no baja la inflación, se ve obligado a una nueva devaluación, y los salarios y las jubilaciones nunca se recomponen, van a caer los márgenes de tolerancia; si a Milei le va bien, todo el sistema político de la Argentina se puede reconfigurar, pero si le va mal, puede ser un regreso de las fuerzas políticas tradicionales», pronostica Nejamkis.
El ‘delivery’ Santiago Piovi todavía le renueva su respaldo. «Tiene bolas, no sé si se metió tanto con la casta, pero tenemos que sacar a la Argentina adelante», se esperanza, mientras se sube a su moto para la próxima entrega. La cuenta regresiva corre.