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El Principito y los Ideales – Defensa de la libertad, del amor y del razonamiento*. (Prólogo de Sara Barrena)

 

 

            El Principito y los Ideales.

    Defensa de la libertad, del amor y del razonamiento*.

     Prólogo de Sara Barrena

Conocí a Beatriz Pineda Sansone hace ya algunos años. Desde nuestra primera conversación me llamó la atención su enorme entusiasmo y su amor por la literatura, así como su profundo convencimiento del valor formativo de los cuentos y relatos.  A lo largo de los años Beatriz ha plasmado esos gustos y convicciones en numerosos talleres de lectura, impartidos en distintos países, que sin duda han contribuido a la formación cultural, a la capacidad crítica e interpretativa y al desarrollo personal de los cientos de niños que han participado en sus actividades dialógicas y en sus dinámicas de grupo. Desde esa amplia experiencia emprende ahora una notable empresa, la de enfrentarse a una de las obras literarias más conocidas y mostrar que su lectura, además de proporcionar un gran placer, puede, como afirma la propia Beatriz, abrir las alas de la imaginación y elevar nuestro espíritu.

El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry, fue publicado por primera vez en 1943. Desde entonces se han vendido millones de copias en todo el mundo y se ha convertido en el libro francés más traducido de todos los tiempos. Algunas de sus frases son mundialmente conocidas, así como sus ilustraciones. Pueden encontrarse en las librerías y papelerías numerosos objetos que, junto a la imagen del pequeño príncipe rubio, del zorro, o de algún otro de los conocidos personajes, nos recuerdan que solo se ve bien con el corazón, que si me domesticas tendremos necesidad el uno del otro y serás para mí único en el mundo. En el Principito se nos muestra dónde reside la auténtica sabiduría: algo que podemos comprobar ya desde la misma dedicatoria, escrita a un amigo de Saint-Exupéry que sufre hambre y frío, necesitado de consuelo, pero capaz de comprenderlo todo. Las concepciones de libertad, bien y belleza atraviesan el libro.

A la vista de los datos anteriores podría parecer que es difícil llegar a decir algo nuevo sobre El Principito. Beatriz Pineda S., sin embargo, realiza un minucioso análisis de la obra que nos la revela, mostrándolo bajo una luz nueva, e incitándonos a releerla y a descubrir nuevos y ricos matices y, por supuesto, moviendo a quienes no la hayan leído nunca a tener la maravillosa experiencia de encontrarse con El Principito por vez primera. A lo largo de estas páginas, la autora consigue enfrentarnos, de la mano de Saint-Exupéry, a cuestiones fundamentales de la vida y las relaciones humanas. La libertad, el amor y el razonamiento vertebran unas reflexiones que van mucho más allá de un mero comentario sobre El Principito. Me atrevería a decir que Beatriz Pineda S. logra que se cumpla de modo pleno aquello que debería constituir la finalidad de cualquier obra de arte: la capacidad de despertar nuestros sentimientos y de estimular al mismo tiempo nuestros pensamientos. El Principito alcanza de esta manera su forma más plena, permitiéndonos reflexionar sobre las cuestiones que trascienden el aquí y el ahora. Beatriz Pineda S. nos ayuda a comprender las maravillosas lecciones que se desprenden de la obra de Saint-Exupéry.

El libro comienza con un análisis de El Principito, capítulo por capítulo, que presta una atención detallada al contenido simbólico de cada uno de ellos. Así, la experiencia mística y religiosa del autor será revelada y corroborada a través del estudio de los símbolos y del análisis exhaustivo de símiles y metáforas expresadas a lo largo de la obra. La minuciosa investigación sobre la biografía del autor añade, además, valiosos datos que nos ayudan a comprender mejor la obra y que constituyen –a mi juicio- otro de los méritos de este libro: la capacidad de mostrar cómo se entrelazan vida y obra. La autora examina también la crítica que, desde la óptica del niño, realiza Saint-Exupéry a los adultos, recogiendo treinta ideales en relación con la infancia que pueden resultar muy valiosos a la hora de considerar la formación de las personas. Se trata, por poner solo algunos ejemplos, de saber mirar, de la capacidad de deducción, de comprender lo esencial de cada persona, de la urgencia de consolar o de fomentar buenos hábitos.

En una segunda parte del libro se reflexiona sobre distintas cuestiones como lo sagrado, la naturaleza dialógica del pensamiento o la  importancia del juego simbólico que, a partir de lo analizado en la primera parte, pueden ayudarnos a promover en nosotros mismos y en los demás una vida más creativa, más imaginativa y más plena.

Me parece, en resumen, que este trabajo constituye un excelente ejemplo de cómo la literatura puede enriquecer y transformar nuestras vidas, y por lo tanto del papel que debería tener en la escuela como medio para fomentar la imaginación, la creatividad, el razonamiento y los valores éticos; en definitiva, para hacer mejores personas. Constituye por lo tanto un maravilloso ejemplo práctico de la tarea que Beatriz Pineda S. lleva largos años realizando, y que con seguridad servirá de inspiración a muchas personas para poner su granito de arena en esa importante tarea de mejorar la educación a través de la literatura.

Como afirmaba Charles S. Peirce, lo artístico es un proceso en el que las obras evolucionan estando sujetas a constante interpretación, y en el que cada obra puede considerarse –al igual que en la ciencia- como parte de un proceso continuo, aunque se utilicen propósitos, medios y habilidades particulares. Dentro de ese proceso, es comprensible que una obra de arte realizada hace años pueda contribuir, mucho tiempo después, a formar nuestros sentimientos, a clarificar nuestros ideales y a nuestro desarrollo como personas. Beatriz Pineda S. proporciona así una de las claves de El Principito en cuanto fenómeno artístico: su interpretación. El signo artístico, como cualquier signo, puede –y debe- ser interpretado por otros y esa interpretación ha de ser creativa; no constituye algo separado de la obra de arte, sino que es un elemento fundamental. No puede decirse que la obra de arte se haya completado sin el diálogo del autor con quien la contempla, que vierte su propia interpretación sobre ella haciendo crecer la razonabilidad y los ideales que el autor encarno.

Interpretar no significa comprender la intención del autor mejor que el mismo autor, como algunas corrientes hermenéuticas han sostenido. No significa que haya en el texto algo oculto, como una intención secreta, sino simplemente que está abierto al diálogo con los demás. Beatriz Pineda S. nos presta su voz dentro de ese diálogo y nos ilumina en la tarea de hacer crecer la obra. Convierte el famoso texto de Saint-Exupéry en algo que posee un gran valor formativo, y por encima de eso, en algo bello, que consigue unificar nuestras facultades y mostrarnos aquello trascendental que sin duda tocará el corazón de cada ser humano.

 

Sara Barrena. Grupo de Estudios Peirceanos. Universidad de Navarra. España.

*Pineda S. Beatriz (2017). El Principito y los Ideales. Defensa de la libertad, del amor y del razonamiento. Madrid. Editorial Verbum

 

Beatriz Pineda

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