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El PSOE como partido nacionalista

«Para el PSOE actual -es decir, el hoy realmente existente- lo importante es gobernar y ello está por encima de cualquier escrúpulo moral»

El PSOE como partido nacionalista
Ilustración de Alejandra Svriz.

El nacionalismo identitario va ganando de largo en este inacabable período postelectoral que ha seguido a los comicios del 23 de julio, aquella fecha tan idónea, tal como se está demostrando, para convocar elecciones. Que este tipo de nacionalismo esté en alza no deja de ser sorprendente porque en las pasadas elecciones todos los partidos de este signo -a excepción de Bildu- disminuyeron sensiblemente su número de votantes.

Por tanto, su decreciente peso electoral no puede ser la causa de esta apabullante influencia sino que la razón es otra: el PSOE ha pasado a ser un partido nacionalista identitario. Ya lo era en parte porque siempre lo ha sido de forma moderada el PSC, su rama catalana. Pero la cosa no pasaba de ahí: el socialismo vasco nunca ha sido nacionalista, tampoco el gallego, quizás se contagió del catalán un sector del valenciano, pero ninguno más.

Cierto que hubo cesiones en momentos de soporte parlamentario en Madrid para facilitar la gobernabilidad, como también las hubo -y quizás de mayor enjundia- por parte del PP. Estos acuerdos dificultaban una construcción razonable, equilibrada y eficiente del Estado de las autonomías. Los nacionalistas -especialmente CiU y PNV- sólo se preocupaban de sus intereses, competencias y finanzas, despreocupándose del resto de problemas. Eran, de acuerdo con su ideología, insolidarios con el resto de España: el concierto vasco es la mayor expresión de esta insolidaridad.

Pero hasta los gobiernos de Zapatero ello se sobrellevó razonablemente bien y los Pactos Autonómicas de 1992 entre PSOE y PP dieron paso a un proceso que culminó en 2001: el indeterminado Estado autonómico de los inicios de la democracia se había convertido, de hecho, en un Estado federal. ¡Qué tiempos aquellos en que los dos grande no tenían problemas en llegar a acuerdos de Estado y para el PSOE hacerlo con la derecha no suponía pactar con el demonio! Añorados tiempos desde la perspectiva actual.

«El tripartito catalán sostenía la misma filosofía que los actuales gobiernos que encabeza el PSOE»

Zapatero no se desvió mucho de esta línea, incluso con Jordi Sevilla de ministro la acentuó, pero se encontró con la patata caliente del Estatuto de Cataluña y allí fue derrotado por los irresponsables socialistas catalanes, cuyo pacto de gobierno con ERC e IC (equivalente al actual Sumar) fue el modelo que ha seguido Pedro Sánchez desde la moción de censura a Rajoy. Quizás Zapatero empezó entonces a volverse identitario, la ley de memoria histórica y una cierta manera de legislar sobre los derechos de las mujeres -abandonando el principio de igualdad – fueran ya malas señales en aquellos tiempos.

El tripartito catalán de entonces sostenía la misma filosofía que los actuales gobiernos que encabeza el PSOE: los nacionalistas pueden ser  de izquierdas (si este término aún tiene sentido), por tanto con ellos no sólo se puede pactar puntualmente en cuestiones no identitarias sino incluso llegar mucho más lejos: se puede llegar a formar un bloque estratégico e impedir que gobierne la derecha (si este término aún tiene sentido).

Esto fue el pacto del Tinell de 2003, estos son los pactos actuales del PSOE desde 2018. Bloque estratégico para alcanzar el poder y conservarlo – el principal objetivo de todo político, según Maquiavelo -,  aunque sea con los nacionalistas,  ya que éstos también pueden ser de izquierdas (¿incluso el PNV y Junts, antes CiU?), pero nunca con el PP.  El enemigo estaba ya creado, hasta entonces el PP solo era un adversario. El PSOE era schmittiano, un conservador que apoyó al nazismo en los años 30, no era kelseniano, un demócrata que nunca se apartó de la socialdemocracia. Inquietante PSOE ya entonces.

¿Los valores morales deben dejarse a un lado porque lo que está por encima de todo es gobernar o bien el roce hace el cariño? O las dos cosas juntas: siempre encontramos falsas disculpas a nuestros pecados. Escojan ustedes, yo lo tengo claro, tanto con el Tinell como ahora: para el PSOE actual -es decir, el hoy realmente existente- lo importante es gobernar y ello está por encima de cualquier escrúpulo moral. Lo que se debe hacer para poder gobernar se hace y punto. 

«El nacionalismo es contrario a las ideas socialistas porque es contrario a la libertad individual»

Sin embargo, algún experto, o al menos una persona culta,  que colabore con Gobierno debe saber que el nacionalismo es contrario a las ideas socialistas porque es contrario a la libertad individual y, en el caso de España, también a la igualdad y a la solidaridad. Se pueden pactar con partidos de esta ideología en cuestiones concretas alejadas de las materias identitarias pero nunca creer que estos partidos pueden formar parte de tu bloque estratégico o hacerles concesiones que vulneren de manera grave los principios socialistas, entre ellos el respeto a la legalidad constitucional. Pero si estos partidos forman parte de tu bloque, y de manera persistente como es el caso, es que tú también participas de sus ideas

Naturalmente este experto o persona culta no puede ser el politólogo Sánchez-Cuenca que en su artículo del martes pasado en El País distinguía el principio de legalidad del principio democrático, cuando en nuestra democracia son inseparables. Que una gran mayoría de politólogos no sepan Derecho -y que además lo desprecien- es una de las razones por las cuales la opinión pública anda tan confundida en nociones tales como Estado de derecho, Constitución, ordenamiento jurídico o poder judicial, entre tantas otras.

La legislatura apenas ha comenzado pero las perspectivas son más que inquietantes. ¿No hay persona más idónea en el PSOE para ser designada presidenta del Congreso que Francina Armengol? Sin duda la hay pero ninguna tan nacionalista como ella. Como buena nacionalista se salta las normas, su propio Reglamento, con un descaro inusitado hasta ahora desde 1977. Por ejemplo, que la norma entre en vigor antes de ser aprobada y que en lugar de deliberar ampliamente sobre ella se tramite por el procedimiento de lectura única.

Añoro a Félix Pons, gran presidente del Congreso en los años noventa, que nació en Mallorca como Francina, lo cual demuestra que la identidad personal poco tiene que ver con el lugar de nacimiento, los ancestros, la lengua o la historia. Mal vamos, muy mal. Las instituciones desbordadas desde su mismo interior. Carl Schmitt avanza, dios nos coja confesados.

 

Desde siempre me ha gustado leer y escribir. En el Derecho he encontrado el rigor del método y en el periodismo el gusto por la literatura. Prefiero hacer reflexionar al lector que convencerle. Me considero racionalista, liberal y socialdemócrata.

 

 

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