El PSOE petrificado y asustado
«El PSOE está en una situación delicada por no decir crítica. Ha fracasado en su intento de hacer Gobierno y además Pedro ha reforzado la estrategia inmovilista de Mariano Rajoy. Corremos el riesgo de ser sobrepasados en las elecciones de junio por una coalición Podemos–IU. Estamos sin discurso y lo peor: atados a Pedro. Sin posibilidades de que nadie le plante cara en las primarias porque la única alternativa es Susana y ella ha preferido esperar a pesar del desgaste». Éste -en palabras de un socialista todavía joven que ha ocupado cargos importantes- es el resumen del estado de ánimo de muchos dirigentes del PSOE de todas las épocas y de todas las edades.
Una vez que el intento de Pedro Sánchez de ser presidente ha embarrancado y las elecciones generales se presentan como inevitables, la reconstrucción de los cuatro meses posteriores a los comicios permite entender mejor ese estado de ánimo. La noche del 20-D, a pesar del varapalo de los 90 escaños, los ojos de Pedro Sánchez aparecieron iluminados por la posibilidad de encabezar un Gobierno de izquierdas. Tenía números si lograba la abstención de los nacionalistas e independentistas. Algunos de los dirigentes con los que habló después del 20-D le recomendaron que pasara a la oposición, que no hiciera ningún movimiento y que dejara la pista libre a Mariano Rajoy, el cabeza de la minoría mayoritaria. Los críticos de Sánchez, una legión encabezada por Susana Díaz, amenazaron con un congreso para buscar su relevo. Pero la presidenta andaluza se echó atrás y entonces comenzó una estrecha vigilancia sobre los movimientos del secretario general con el fin de impedir a toda costa un acuerdo con Podemos y con los nacionalistas para formar Gobierno. El «Gobierno Frankestein», según lo bautizó un destacado socialista.
La férrea vigilancia ha llegado hasta las últimas semanas y se extenderá hasta el último minuto antes de que el Rey firme el decreto de disolución. En los días posteriores al fracaso de las conversaciones con Podemos, todos los dirigentes socialistas críticos se han alarmado cada vez que Íñigo Errejón decía que el pacto era posible. «Nadie se fía de Pedro», aseguran los interlocutores de este diario.
Susana Díaz vigiló a Sánchez para que no formara un «Gobierno Frankenstein»
El error, según interpretan ahora muchos socialistas, estuvo en que ni el secretario general ni el Comité Federal «hicieron un análisis serio del fracaso del 20-D. Lo que sí hicieron, una vez descartado el congreso, fue ponerle a Pedro Sánchez una camisa de fuerza, por si se le ocurría pactar con Pablo Iglesias. A través de una resolución del Comité Federal, le impidieron tratar con el PP y ser investido con la abstención nacionalista, además de exigir la renuncia del derecho a decidir para sentarse con Podemos. A pesar de no disponer de camino para llegar a La Moncloa, el líder socialista aceptó el encargo del Rey, brindando en bandeja a Mariano Rajoy la posibilidad de no hacer nada durante cuatro meses. El acuerdo con Albert Rivera fue su única alternativa para ocupar el centro del tablero, presionar a Podemos y llegar a la investidura con más de 90 escaños. El acuerdo con Ciudadanos o, más bien, su escenificación como hito histórico, es ahora visto de forma crítica por algunos socialistas. «Nos casamos por todo lo alto, de blanco y con las mejores galas, sacamos el champán más caro para certificar un matrimonio que no podía consumarse», aseguran. «Ese acuerdo nos ha derechizado, nos ha dejado sin relato. Le hemos dado a Rivera la alternativa de Gobierno centrista y es dudoso que el electorado vaya a premiar la capacidad de acuerdo». La dirección socialista, sin embargo, espera que las urnas revaliden la estrategia de Sánchez de intentar un Gobierno, aunque haya fracasado. De momento, ninguno de los sondeos publicados –incluido el que hoy recoge este periódico– permite aventurar un resultado mejor que el 20-D para Pedro Sánchez. Ferraz cree -por contra- que el PSOE «está hoy mejor que hace cuatro meses» y que la amenaza de sorpasso por parte de Podemos ha quedado desactivada porque ya no perciben «ese enamoramiento que existía en algunos de nuestros votantes» hacia la formación de Pablo Iglesias.
«El acuerdo con Ciudadanos nos ha derechizado», apunta un socialista
La dirección socialista convocará primarias para el candidato a La Moncloa en las elecciones del 26-J, aunque no se prevé que nadie dispute el puesto a Sánchez. En las últimas semanas, ante la inminencia de la convocatoria electoral, algunos socialistas veteranos han especulado con la posibilidad de lanzar un candidato para las primarias. Eduardo Madina ha sido sondeado sin éxito. En este punto, algunos socialistas censuran la actitud de Susana Díaz de amagar y no dar. «Susana tendría que haber actuado con coraje y no lo ha hecho. Es la única alternativa al liderazgo de Pedro, pero busca su comodidad. Ha preferido actuar contra Pedro en la sombra. Ella ha desistido de plantar batalla. Pero también está impidiendo que salte nadie más. No quiere que se hable de otros posibles líderes». Todas las fuentes consultadas consideran que la líder andaluza ha perdido credibilidad con su actuación desde el 20-D. Algunas voces apuntan a un cierto «egoísmo», tanto por parte de Díaz como del resto de los barones regionales, a los que aprecian más preocupados por sus puestos que por el PSOE.
Los que conocen el partido por dentro señalan que «el PSOE está atado a Pedro Sánchez, y con su organización congelada a la espera de lo que pueda suceder el 26-J. Después a lo mejor estalla una guerra sin cuartel». Según reconocen todos los consultados, y a pesar de que el líder está cuestionado, nadie ha querido desestabilizarle de forma pública «por responsabilidad» y para evitar fracturas mayores en época preelectoral.