
Estimación de escaños en función de los últimos datos del CIS. | Alejandra Svriz
Todo se puede resistir menos una explosión en la sala de máquinas provocada por los maquinistas. Es lo que pasó con Cerdán & Asociados, y la santabárbara del PSOE saltó por los aires, despedazando a su electorado.
Tomemos como referencia los trabajos de campo del CIS, sin considerar sus estimaciones: sus barómetros de junio (2 a 7 de junio) y julio (1 a 7) y otro estudio realizado del 12 al 19 de junio, en el que comenzaba la caída del PSOE. Desde el 19 ha sido una bola de nieve. En un mes el PSOE ha perdido 1,2 millones de votos y, partiendo de esos datos, se puede estimar que actualmente los socialistas tendrían menos de 100 escaños, mientras que la suma de PP y Vox superaría ampliamente los 200 si hoy se celebrasen elecciones generales.
Gráfico: Alejandra Svriz.
Hay dos factores en esta caída. Por un lado, el impacto de que tres (cuatro, incluyendo a Francisco Salazar) integrantes del equipo personal de Pedro Sánchez acaben en la cárcel, imputados, con registros domiciliarios o víctimas de fuego amigo (la filtración a Palomera y Monrosí que envió a Salazar al paro la noche del 8 al 9 de julio) en medio de una lluvia de transcripciones de conversaciones de mal gusto e indicios de corrupción que alcanzan a otras personas.
Desde que apareció Leire Díez todo está fuera del control de la dirección del PSOE. Su “aparato” está paralizado (aterrorizado), descabezado y toma decisiones muy discutibles.
Además, durante la legislatura la estimación de voto del PSOE muestra subidas y bajadas que revelan fatiga de materiales: parte de sus votantes alternan periodos de voto y decepción. Cada ola ascendente queda por debajo de la anterior (ver gráfico). Tales vaivenes acaban en ruptura. Ambos efectos se han solapado, provocando el desplome de la intención de voto al PSOE.
Cambiar de voto es un proceso más traumático para los votantes de lo que reflejan las encuestas, que transmiten la sensación de que es una decisión instantánea y limpia: en realidad, es paulatina, titubeante y dolorosa. El voto condensa mucho de la identidad personal. Cuando los acontecimientos chocan con las ideas o estereotipos (ideología) que sustentan esta identidad, se desencadena una crisis en parte de los votantes, que se refugian en la abstención o la indecisión. Las encuestas no desglosan estos estados de ánimo. Ahora, un millón y medio de votantes del PSOE están en la fase roja del cuadro siguiente. El paso de los meses y la cercanía a las elecciones los decantará hacia otro partido, la abstención o retornar al PSOE.
Gráfico: Alejandra Svriz.
Las transferencias de voto entre las elecciones de 2023 y julio de 2025 sintetizan lo que está ocurriendo y apuntan lo que puede suceder: el PSOE se ha despeñado desde lealtades cercanas al 80% hasta el 65,5% de sus votantes en 2023. Ha cedido 400.000 votos a Sumar y otros tantos al PP, 800.000 en total. Y 1,5 millones de votantes están indecisos.
Gráfico: Alejandra Svriz.
Importante: en situaciones límite, parte de los votantes del PSOE decepcionados se inclinan por volver a apoyar a su partido para paliar las derrotas (siempre encuentran razones para ello). Ocurrió en los noventa frente al PP; en 2015, para evitar el sorpasso de Podemos, etc. En las previsiones hay que incluir esta posibilidad. Naturalmente, lo que queda del aparato electoral del PSOE tratará de llevar esta larga campaña a la máxima emocionalidad. El PP, al contrario, debería calmarla, presentar su eventual victoria como algo rutinario y cantado.
Dada la magnitud del descenso, el PSOE pierde votos en todos los sectores sociales. El retroceso es mayor entre las mujeres que integran cada segmento: las generaciones entre 25 y 44 años (millenials) y algo menos entre 45 a 64 (generación X); las nuevas clases medias asalariadas (directivos, profesionales, técnicos, empleados de los servicios, algo menos entre quienes tienen ocupaciones manuales, con estudios secundarios, FP o universitarios). Hay catastróficos hundimientos en Madrid, Barcelona y las áreas metropolitanas, y entre quienes se autoidentifican como clase media.
En el centro derecha, el PP mantiene una lealtad de voto por encima del 70% y recoge antiguos abstencionistas y nuevos votantes. Pero sigue sin desbordar la barrera izquierda-derecha: sólo recibe 400.000 votos del PSOE. En este espacio, Vox mantiene su saldo positivo en su trasvase de votantes con el PP y es el partido que más apoyos recoge de los nuevos votantes y jóvenes. Un millón y medio de votantes se mueve entre el PP y Vox. En todo caso, el PP está en 8,5 millones de votos.
Sobre este escenario, ¿cómo actúan los partidos?
Sánchez quiere llegar a 2027. Ninguno de los socios desea ir a elecciones con la convicción de una victoria del PP con el soporte de Vox. Necesitan meses para solucionar sus temas (flecos personales de la amnistía, financiación de Cataluña,) y sembrar otras ideas rupturistas. Como buen jugador, Sánchez ha calado a todos los que están en la mesa: prolongará estas negociaciones. Trata de forjar su imagen como líder alternativo a Donald Trump y la ultraderecha global (cumbres OTAN, Sevilla), feminista (en un acto sólo con mujeres, de dudoso diseño)… Pero, en el panorama actual, son dibujos en el agua. Sánchez aguarda a que en otoño aparezcan sentencias negativas para el PP por casos de corrupción que inviertan la ventaja psicológica de los populares.
En el PSOE hay movimientos. El eficaz disparo sobre Salazar y su sustitución por Hernando indica que los antiguos compañeros de Sánchez en la Secretaría de Organización de Blanco tejen otra operación. Este equipo asume la próxima derrota, porque será imposible manejar la imagen de un dirigente salpicado indeleblemente por temas inaceptables. Hasta los más leales, como Puente, vislumbran a Sánchez en el pasado. Que Feijóo señalara los negocios del suegro de Sánchez en el terreno abonado por las conversaciones de sus hombres de confianza cambió la conversación política; aunque era un secreto de Polichinela, tuvo el efecto de el Rey está desnudo.
Aparecerán más detalles de la relación de Pedro Sánchez con los negocios de su suegro. Para que una campaña negativa sea efectiva tiene que tener un toque de verdad: los negocios del suegro de Sánchez -y las acciones de sus amigos- chocan con la imagen feminista que se había forjado. Su credibilidad está dañada. A cambio, Sánchez insistirá, como en el Congreso, en la estrecha relación de Feijóo con un narcotraficante. Con estos ingredientes, el guiso subirá de temperatura.
El azar influye en nuestras vidas más de lo que queremos reconocer. El PP tuvo suerte en su congreso del 5 de julio: su contenido apenas iba más allá de posicionar a Feijóo como un no Sánchez y presentar un nuevo equipo. Al coincidir con el hundimiento del Comité Federal del PSOE, fue un éxito por contraste.
¿Les gusta el rugby? El nuevo equipo de Feijóo recuerda la primera línea de la melé. Tellado y Muñoz son tipos duros, el talonador (el central de la primera línea) y los pilier (los laterales de la primera línea). Se encargan de empujar hasta agotar al rival. El debate del 9 de julio fue un primer ensayo, con éxito. La duda es quiénes podrían ser los creativos: el medio de melé (que saca el balón de la melé y decide si seguir presionando o abrir el juego) y el de apertura (que distribuye el balón a los alas y zaguero, rápidos y habilidosos). El riesgo de esta forma de jugar es que la agresividad compacta al adversario: el PP deberá dosificar la tensión por el riesgo de activar a parte de los votantes del PSOE que están ahora en la abstención o la indecisión. Pero, por el momento, tiene razones para pensar que casi lo ha demolido. Todo en esta vida son dosis. En algún momento necesitará gente habilidosa.
Del Congreso del PP salen tres elementos positivos para este partido:
- La posición de Feijóo es indiscutible.
- El PP tiene una secretaría general; ha desaparecido la división de competencias que anuló a la anterior, Cuca Gamarra, y condujo a la errática dirección de campaña de las generales de 2023.
- En este momento es suficiente con mostrar que Feijóo no es Sánchez.
Al PP le basta una situación como la actual, con una elevada abstención de los votantes del PSOE. Algo parecido a las elecciones del 2000, cuando José María Aznar obtuvo la mayoría absoluta porque un fragmento de los votantes del PSOE se abstuvo al considerar soportable su Gobierno entre 1996-2000. De aquí a 2027 puede haber una variante: una elevada abstención del PSOE porque parte de sus votantes considere intolerable a su candidato.
Un gobierno en solitario del PP es factible. Traducidas a escaños nuestras estimaciones de voto actuales, el PP ganaría la investidura con la abstención obligada de Vox; gobernar sería otro tema.
A Vox, el otro gran beneficiario de esta situación, le basta con no hacer nada. La desconfianza de las élites, aumentada con los episodios protagonizados por los dirigentes del PSOE, y el descontento de amplias capas sociales descolgadas del sistema, sobre todo, jóvenes, hinchan sus velas. Lo más inteligente es no hacer nada, y condicionar el debate social con temas candentes que le permitan agitar, como la inmigración. Hay otros, pero este les es útil. Torre Pacheco es un ejemplo de que la ultraderecha está dispuesta a utilizar todos sus recursos para desencadenar choques con inmigrantes.
En la extrema izquierda se aproximan Bildu y Podemos. La más profesional dirección política de España piensa que puede expandirse más allá del País Vasco y Navarra, recogiendo los restos de lo que fue Podemos.
En la coyuntura política, tres aspectos han cambiado:
Uno, el PP ha pasado a ser el gobierno a la espera. Por tanto, sus posiciones se analizarán en esa clave. Sus portavoces deberán tener respuestas para los problemas reales que vayan surgiendo. El gobierno a la espera no es igual a la oposición frontal.
Dos, las próximas encuestas van a seguir la tendencia. Esto provocará que en el PSOE empiecen a aparecer voces para adelantar las elecciones y salvar el horizonte de los 100 diputados. Sánchez ya no tiene peones y en la secretaría de Organización apremiarán para convocar y controlar daños. No sería la primera vez que divergen los implicados.
Tres, la política depende de los sobresaltos que proporcione el progreso de las investigaciones judiciales. La agenda de Koldo parece una bomba política de racimo. La tentación desde el Gobierno y sus aliados es acotar el frente judicial con reformas procedimentales que bloqueen las investigaciones en curso.