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El reto de Facebook ante las elecciones en América Latina

Ricardo Blanco es gerente de Comunicación para Facebook en el norte de América Latina.

 

Hace cinco años, la conversación del mundo estaba en las elecciones en Estados Unidos. Hoy, en América Latina, la conversación se centra en las elecciones de nuestra región y cómo cambiaran o no el panorama político.

 

En este tiempo Facebooktras las lecciones aprendidas desde 2016 y lo que sucedió en las elecciones estadounidenses, ha tomado medidas contundentes e invertido en recursos para mejorar su capacidad de respuesta ante los retos que rodean a los procesos electorales. Después de pasar por más de 200 elecciones en el mundo desde entonces, varias de ellas en América Latina, plataformas como Facebook, Instagram y WhatsApp reciben hoy los procesos electorales de la región con mejor tecnología y equipos humanos experimentados, orientados a procurar interacciones seguras, auténticas y transparentes entre los usuarios, los partidos políticos y los organismos electorales.

 

El contexto social y nuestras realidades están en constante cambio, por lo que sería un error pretender que este trabajo tiene una solución definitiva. Las plataformas como Facebook deben adaptarse rápido a las necesidades emergentes de las personas, quienes las utilizan para conectarse con temas de interés y buscan espacios de diálogo abierto en los que no se sientan amenazadas por expresar sus opiniones. Quieren estar en contacto con sus potenciales representantes o saber quién es responsable de un anuncio relacionado con los comicios.

 

Por un lado, desde Facebook hay que brindarles herramientas de transparencia que fomenten mayor responsabilidad y, por el otro, bloquear y anticipar ataques a la democracia, incluyendo interferencias extranjeras y manipulaciones coordinadas de la opinión pública. También, considerar la prevención de abusos, como la distribución de información falsa así como las cuentas y contenido inauténticos.

 

En cuanto a transparencia, hoy es posible que cualquier ciudadano o ciudadana consulte cómo y cuándo se implementan anuncios electorales y políticos, así como quiénes son responsables de los mismos. Facebook, por ejemplo, requiere en la gran mayoría de países de América Latina que la publicidad de este tipo pase por una verificación y autorización previa, y almacena los anuncios en una biblioteca pública por siete años. A la fecha, este archivo registra dos millones de visitas mensuales.

 

Respecto a los intentos de interferencias extranjeras, las compañías de tecnología cooperan entre ellas, al igual que con autoridades y especialistas independientes, para desarticular redes que buscan manipular e interferir en las elecciones de los países por vías digitales. Por ejemplo, en 2020, Facebook y Twitter colaboraron para eliminar una red rusa dirigida a la ciudadanía estadounidense; y días antes de las pasadas elecciones presidenciales en ese país, Facebook removió una red iraní gracias a un informe de las autoridades. En América Latina, durante los últimos tres años y medio se han detectado y removido más de 15 redes de comportamiento inauténtico coordinado (CIB, por su sigla en inglés) dirigidas a países como Argentina, Brasil, Honduras y México, algunas de ellas como resultado de colaboraciones con autoridades.

 

A estos esfuerzos se han ido sumando grupos de especialistas en seguridad y un sistema de inteligencia artificial que revisa miles de millones de piezas de contenido publicadas en Facebook cada día, detectando y evitando que haya contenido violatorio o potencialmente dañino en la plataforma. Además, existe un equipo integrado por especialistas en ingeniería en sistemas, ciencia de datos y moderación de contenido que se activa antes de elecciones mayores y que atiende potenciales abusos en tiempo real, como interferencia del voto y desinformación. Este grupo de especialistas operó durante las elecciones municipales de Brasil en noviembre del año pasado y estará activo para las elecciones en México del 6 de junio.

 

Ante nuevas tendencias y tácticas usadas para desalentar el voto, Facebook se ha acercado constantemente a organizaciones y especialistas en derechos civiles para fortalecer las reglas de sus servicios que describen qué se permite y qué no se permite en Facebook. Este esfuerzo lleva años, y ha ido perfeccionándose y adaptándose a los cambios y movimientos emergentes, como fue el caso del grupo de teoría de la conspiración Qanon, que se ha ido expandiendo a nivel mundial. Gracias a una reciente ampliación de la política de Facebook, se removieron más de 1,700 páginas, 5,600 grupos y cerca de 18,700 cuentas de Instagram que representaban a este movimiento.

 

Facebook también combate la desinformación por medio de alianzas con verificadores de datos independientes en todo el mundo, mismos que pasan por un proceso de certificación de la Red Internacional de Verificación de Datos (IFCN, por su sigla en inglés). Mediante su análisis se logra señalar a los usuarios si la información que está viendo puede ser noticias falsas, parcialmente falsas o sin suficiente contexto, o satíricas o verdaderas. Estas noticias pueden abordar temas que van desde político-electorales hasta COVID-19. El objetivo es permitir que las personas tomen decisiones informadas sobre el contenido que están leyendo o piensan compartir, en lugar de restringirlo.

 

A la vez, los sistemas de Inteligencia Artificial responsables de detectar, filtrar y eliminar contenido infractor a gran escala, están logrando progresos significativos mes a mes, identificando de mejor forma el contexto que engloba los comentarios de una publicación y el discurso de odio. Se puso en marcha también un Consejo Asesor de Contenido Independiente, que evalúa y decide sobre los casos de Facebook.

 

Aunque el escenario actual es diferente al de hace cinco años, en Facebook sabemos que no hay una solución concluyente a los problemas que atraen elecciones tan grandes como las de nuestros países. Por ello, el objetivo seguirá siendo el desarrollo de capacidades para poder contrarrestar la desinformación y las redes de comportamiento coordinado, entre otros retos que presenta el entorno digital actual.

 

 

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