El sacerdote que «ilustró» el Orinoco: el padre Joseph Gumilla, de la Compañía de Jesús
Compiló la historia natural, civil y geográfica de este gran río y sus caudalosas vertientes
El río Orinoco es uno de los ríos más importantes de América del Sur. Nace y discurre mayormente por Venezuela. Es el cuarto río sudamericano más largo. Su nombre proviene de una tribu indígena venezolana -la cual ya hoy no existe- que habitaba las inmediaciones del Estado Apure y las riberas del río Orinoco.
La longitud del Río Orinoco es de 2.140 kilómetros la cual, cuando se considera en conjunto con el sistema Orinoco – Guaviare, se amplía a 2.800 kilómetros de longitud, lo que lo que lo sitúa como uno de los más grandes del planeta.
El segundo de América del Sur es el Río Paraná que le sigue al Amazonas. Su cuenca está formada por más de 436 ríos, y más de 2.000 torrentes. Los denominados torrentes son las aguas que llegan o son depositadas de manera natural a la cuenca del río, con lo cual todas sus corrientes son arrastradas para ser depositadas hacia una sola salida, la cual es al Océano Atlántico. Todo ello se halla documentado por Cristóbal Colón, el 1 de agosto de 1498, durante su tercer viaje.
El Orinoco reviste una gran importancia forestal, mineral, petrolera, comercial y como generador de energía eléctrica. La diversidad en la flora y la fauna que rodea el Río Orinoco es de una singular belleza y exotismo. Es cuna de innumerables especies de las cuales tal vez ni siquiera se tenga conocimiento, por lo intrincada de la selva que le rodea en regiones como el Amazonas.
El sacerdote jesuita
Un sacerdote jesuita, llegado de Valencia, España, en 1886 fundó varias poblaciones en los ríos Meta, Apure y Orinoco, investigando todo acerca de la historia natural del gran río y sus afluentes.
Fue el padre José Gumilla, escritor y explorador, quien organizó todos sus hallazgos en una célebre publicación que denominó «El Orinoco Ilustrado», la cual salió a la luz en 1741, mostrando precisos mapas y una completa referencia de su exuberante flora y su fauna.
Llegó como misionero y terminó siendo el gran cronista del majestuoso río. Nunca se fue y falleció en los Llanos venezolanos el 16 de julio de 1750.
«Consiste- escribió el historiador Frances Luis Cardona- en un hermoso tratado geográfico, etnográfico y de historia natural, escrito con tal agilidad que hace agradable y posible una lectura continuada”. La auténtica novedad es hacer del Orinoco la columna vertebral del estudio, el cauce en que convergen sus capítulos: “río tan formidable que, después de destrozado en más de cincuenta bocas, ocupa 80 leguas de costa, rechazando al mar de sus linderos, para introducirse soberbio al mismo tiempo que corre presuroso a rendirse».
Defensor de las grandes reservas naturales de la Orinoquia, la obra de Gumilla representa el primer descubrimiento científico del misterioso Orinoco.
Desde la desembocadura, el padre Gumilla remonta narrando todo lo que observa. Incluye la naturaleza, pero también a la población, sus creencias y costumbres, las causas de sus guerras, el arte militar y las armas. Como si fuera poco, detalló la variedad, origen y derivación de sus lenguas, los venenos y el modo de fabricarlos, la fertilidad del terreno, las plagas, enfermedades, remedios y toda la demografía.
Centro Gumilla
Es, tal vez, la obra más extensa e impresionante sobre el potente río que debemos a un acucioso misionero jesuita, cuyo nombre distingue al «Centro Gumilla», dedicado a la Investigación y Acción Social de la Compañía de Jesús en Venezuela, «un espacio al servicio de la transformación de Venezuela desde sus propias raíces en una sociedad más justa y humana».
En su vasta obra se hallaron «conversiones muy singulares a nuestra santa fe y casos de mucha edificación». El padre Joseph Gumilla, de la Compañía de Jesús, Misionero y Superior de las Misiones del Orinoco, Meta y Casanare, descubrió y civilizó nuestra Guayana. Vivió y murió con sus amigos, los indios Venezolanos del Orinoco.-