El Sena, vencedor olímpico
Actor fundamental en una pretenciosa ceremonia inaugural que debió ser más breve y con menor protagonismo de las drag queens, el Sena canalizó un abigarrado desfile de barcazas hasta culminar en el momento más emotivo de la velada, cuando la silueta fantasmal de Celine Dion recreó el inolvidable Himno al Amor de Edith Piaf.
Jorge, mi hermano siempre sagaz, sugirió algunas semanas de espera para constatar si la cabellera de Anne Hidalgo no perdía su esplendor y comenzaba a caer a raudales o brotaban en su piel pústulas extrañas, antes de imitar la zambullida con que la alcaldesa parisina promocionó días atrás los Décimo-sextos Juegos Olímpicos.
Y tuvo razón, porque la nadadora belga Claire Michel fue hospitalizada por una infección bacteriana y la prueba del triatlón olímpico masculino estuvo en suspenso varios días después que el aguacero del primer día incrementó peligrosamente el nivel de contaminación.
Pero, en balance, la capital francesa pudo justificar el millardo y medio de euros invertidos en el saneamiento y es de suponer que sacará partido para negociar el know-how acumulado en la experiencia de revertir un problema que es de larga data. Porque ya en 1850 tuvo Jean Valjean que hundirse hasta los hombros en un mar de mierda en su fuga por las cloacas de Los Miserables y Johnny Weissmuller, el futuro Tarzan, ganó sus tres medallas doradas en los Juegos de 1924 en piscinas impecables.
Era grave el deterioro y a pesar de las fallas estuvo a la altura el esfuerzo por la eficacia de las depuradoras contra las aguas residuales de treinta mil hogares y la polución causada por el tráfico de 260 barcos turísticos y de transporte de mercancías, que en adelante estarán obligados a conectarse con la red municipal de alcantarillado.
Pero el Ayuntamiento necesitará argumentos más contundentes que las 32 especies de peces que han vuelto al Sena, para incrementar el exiguo 12% de parisinos que en las encuestas se muestran dispuestos a bañarse en las tres playas abiertas en las riberas. Sobre todo si no se ataca también la contaminación química de las industrias y de la producción agrícola que también terminan en su cauce.
Detalles de entidad, por supuesto, que deberán considerarse para alcanzar el entusiasmo de numerosos visitantes latinoamericanos al evocar la aplicación de proyectos semejantes en sus respectivos países.
Por ejemplo en Montevideo, antes apestosa, en la bahía de Panamá, el río Mapocho de Santiago de Chile o el Medellín en Colombia, a cuyas márgenes pueden ahora celebrarse festivales navideños; o incluso iniciativas multinacionales como la emprendida por Guatemala, Honduras y El Salvador para impedir el vertido de residuos tóxicos en los ríos Lempa y Motagua, y por Bolivia y Perú para cuidar conjuntamente el lago Titicaca.
Así, los Olímpicos parisinos serán recordados por la calma que reinó a pesar de la incertidumbre política y las acechanzas terroristas, la inclusión del breakdance, la presea a una boxeadora argelina bigotuda de discutible femineidad y la imagen casi mística de un surfista brasileño levitando entre las nubes; como los primeros Juegos con un digno legado ambientalista.
Varsovia, agosto 2024.