El socialismo caníbal arrebata juventud y vida
La fugaz liberación de un importante opositor venezolano arroja luz sobre las realidades de ese país
LA HABANA, Cuba. – Hace unas horas, gracias a una de las modernas redes sociales, tuve ocasión de leer un mensaje de Leopoldo López. El líder del partido Voluntad Popular, de Venezuela, lo emitió a raíz de terminar su reclusión domiciliaria y poder contactar de nuevo con su pueblo —aunque sólo por unas horas—, gracias a un decreto dictado por el presidente encargado de ese país, su correligionario Juan Guaidó.
Expresaba Don Leopoldo en el primer párrafo de su escrito: “Han destrozado mi vida, mi juventud, mi presente, el futuro de mis tres hijas. Han hecho sufrir a mi familia. A mi esposa. Roban mi casa, Destruyen mis sueños. Mis recuerdos. Me llaman cobarde. Y resistí cinco años una tortura mental y física sin piedad”.
Creo que estas elocuentes palabras del gran patriota venezolano merecen que hagamos algunas breves consideraciones sobre la actuación del socialismo caníbal en Cuba y Venezuela; también en Rusia, el país en el que comenzó la pesadilla. El señor López se queja entre otras cosas —y con toda razón— del robo de su juventud. ¿Qué podemos decirle los cubanos, a quienes nos han destrozado la vida entera!
Eso es lo malo del que viene ya de regreso cuando otros están en su viaje de ida. A los hijos de esta Gran Antilla nos pasa lo mismo que a los rusos de 1987 (ya en tiempos de Glasnost y Perestroika; que si no, ni quejarse hubieran podido). A raíz de conmemorarse el septuagésimo aniversario del inicio del experimento comunista, muchos hijos de aquel martirizado país exhibían grandes carteles con un lema pasmoso: “70 años avanzando hacia ninguna parte”…
En nuestro caso (y también en el de Venezuela) nos prometieron paz, esperanza, libertad, honradez administrativa, industrialización, salarios decorosos, alimentación abundante, una casa para cada familia. Pero lo único que hemos visto durante sesenta años ha sido militarización y aventuras bélicas en medio mundo, completa ausencia de perspectivas de futuro, opresión, corrupción, desempleo, sueldos de hambre, falta de alimentos y viviendas ruinosas en las que se hacinan tres y hasta cuatro generaciones.
Si alguna comparación puede hacerse para ilustrar la situación de los que, tras lustros de demagogia socialista, se ven en un callejón sin salida, es con la clásica guajirita de la trillada historia: Fascinada con el elegante joven de la ciudad que le jura amor eterno, huye con él enamorada, pero al abrir los ojos, se ve en un lupanar, prostituyéndose en beneficio de su infame seductor.
Ahora Don Leopoldo se encuentra en la embajada española en Caracas; no en concepto de asilado, sino de simple huésped. En ese lugar fue entrevistado. Gracias a ello tuvo la posibilidad de brindar por primera vez algunos datos esclarecedores sobre la infinita crueldad mostrada hacia él por el régimen de Nicolás Maduro y por los servidores de éste que lo mantuvieron preso y lo juzgaron.
“Yo fui condenado a 14 años de prisión (…) por la palabra, por hablar”. Fue “un juicio en que no me permitieron presentar ni un solo testigo”. “Cuando la Fiscalía presentó decenas de elementos probatorios, no pude presentar ninguno”. “El juicio fue cerrado; no se le permitió acceso a la prensa ni a público ni a organizaciones de derechos humanos”.
También refirió las circunstancias de su encierro: “Me tocó estar tres años y seis meses en una cárcel militar”. “Pasé dos años prácticamente aislado”. “Llegué a pasar un mes y medio sin hablar ni una sola palabra”. “No tenía noción del tiempo, no podía escuchar la radio, no podía ver la televisión, me quitaron los libros, la Biblia”.
Pese a ello, el entrevistado no expresa rencor. Él aspira a una Venezuela bien distinta: “Nosotros no queremos hacerles a nuestros adversarios lo que nos hicieron a nosotros”. “No quiero más nunca que haya más presos políticos, ni torturados ni asesinados por salir a protestar. Ni personas que sean excluidas por su posición política”.
Con hombres como ése, como el presidente Guaidó y otros líderes opositores, el futuro de Venezuela está asegurado. Al decir del entrevistado, aún falta el primer e importante paso: “el cese de la usurpación”. Pero se avanza de manera perceptible hacia el logro de ese propósito, y la misma liberación de Leopoldo López (aunque ella sólo haya durado unas horas) representó un paso importante por ese camino.